Y eso era justo lo que se propuso hacer, tomó su arma y la cargó sin siquiera dudarlo. Estaba por enfrentarla, cuando una voz femenina lo detuvo.
- Vaya noviecita la que te conseguiste - era Elisa quien lo detuvo, ni siquiera había notado cuando se acercó a él - me sorprende que todo este tiempo a su lado no te hayas dado cuenta de quién es en verdad -
- No me digas ¿Y tú si sabes quien es? - habló con rabia
- Por supuesto que lo sé, no en balde he tenido que soportarla todo este tiempo - espetó - ella siempre ha sido una mujer llena de orgullo, envidia, ambición y altanería. Siempre buscando quitarle a otros lo que no tiene sin importarle el costo. Lo hizo con Bastian, al parecer contigo también y ahora con ese viejo árabe -
- No, eso no es verdad, ella no es así - defendió
- ¿En serio vas a defenderla aún cuando tú mismo la estas viendo casándose con otro? - lo cuestionó incrédula
Kader no pudo evitar dirigir su mirada a la pareja que se encontraba casándose, y de nuevo el dolor y la rabia se hicieron presentes.
- Espera un momento, te enamoraste de ella - se burló de él - es increíble lo buena que es para engañar a las personas -
- Y que lastima que te hayas dado cuenta de esta manera - habló con pena fingida - pero está es la verdad. Maia no te ama, solo fuiste un juego para ella, como eras uno de los pocos hombres que no la desvestía con la mirada y cumplía cada uno de sus caprichos te convertiste en un reto, un simple capricho. Pero cuando logró tenerte a sus pies te desechó, sobretodo ahora que un pez más gordo ha llamado su atención -
No podía negar que sus palabras hicieron temblar la confianza que alguna vez le tuvo a Maia, pero una parte de él quería darle el beneficio de la duda. Quería creer que algo más había detrás de esa boda extravagante.
- Te equívocas, ella no es así - se negó a creerlo - ella no es como tú -
- ¡Por supuesto que no se parece en nada a mi! - se mostró ofendida - yo jamás me casaría con un viejo solo por dinero y poder. A diferencia de ella, YO sí tengo dignidad -
- Abre los ojos Kader, Maia no es quien tú crees - le asegura - la niña que cuida de todos, despliega amor por todos lados y sonríe todo el tiempo, no existe, es una farsa. Esa mujer que está ahí, casándose con un hombre que no eres tú es la verdadera Maia, una mujer mentirosa, egoísta, traidora, y que no te ama -
- Pero si no me crees ve y preguntárselo a ella misma - lo retó - ¿Eso ibas a hacer cuando llegué, no? Ve y dile lo piensas de ella, deja que sea la misma Maia quien te diga la verdad. Eso sí es que no niega conocerte a uno de los meseros en su boda -
Esa fue la última estocada, estaba seguro de que si le decía algo más se derrumbaría ahí mismo. Estaba lleno de rabia, dolor e interrogantes, aún así quería creer en su inocencia, pero por mucho que buscara no encontraba forma de excusarla. Tal vez por qué lo que veía frente a él era la única verdad, Maia lo había engañado, lo utilizó todo lo que pudo, y ahora que ya no le servía simplemente lo desechó. Esa fue su motivación para recoger la poca dignidad que le habían dejado. Le dio la espalda a Elisa sin pronunciar palabra y se fue, dejando atrás a la mujer que amaba, a todos los buenos momentos que vivió a su lado, y porque no decirlo, también su corazón hecho pedazos.
Durante el camino de vuelta no podía borrar de su memoria el momento en que vio a Maia tomada de la mano de otro hombre. Deseaba nunca haber visto eso, deseaba nunca haberla conocido, es más, en ese momento incluso deseaba no seguir viviendo. Prefería eso antes que seguir en un mundo donde la mujer que ama lo traiciona de la peor manera, porque esa era la verdad. O al menos la verdad que él quiso ver, porque si el amor te enceguece, el desamor te nubla todos los sentidos. Nunca sabremos qué habría pasado si Kader la hubiera enfrentado, o si simplemente se hubiera quedado un poco más. Tal vez nada hubiera cambiado, o quizá las desgracias que estaban por presentarse en su vida se hubieran podido evitar.
Pero en fin, eso es algo que Kader desconocía y aunque alguien le hubiera advertido, tal vez no habría escuchado. Estaba ensimismado en su dolor, que todo a su alrededor parecía inexistente, ni siquiera cuando llegó a su casa logró reaccionar ante las preguntas del Clan.
- ¿Qué pasó? -
- ¿Por qué vienes vestido así? -
- ¿Por qué traes esa cara?
- ¿Dónde está Maia? -
- ¿Le pasó algo malo? -
- ¿Por qué no la trajiste contigo? -
Tantos cuestionamientos sobre la misma persona de la que menos quería saber lo hartaron al grado de hacerlo explotar.
- ¡¡¿QUÉ DÓNDE ESTÁ, POR QUÉ NO LA TRAJE CONMIGO?!! - les gritó asustando a todos - ¡¡¡Muy simple, porque la muy maldita nos mintió, me traicionó para ir a casarse con el primer viejo millonario que le arrojó un par de monedas!! -
Todos se quedaron atónitos ante su respuesta. Ninguno podía creerlo.
- Eso no puede ser verdad - habló Felicíe, apenas - ¿Estás seguro? -
- Yo mismo la vi, estuve ahí - le confirmó con dolor - ¡La vi caminar por el altar del brazo de su padre, la vi tomar la mano de otro hombre, estuve frente a ella mientras se casaba con alguien que no era yo! -
La misma desesperación que sintió al decir eso en voz alta hizo que quisiera acabar con todo lo que estaba a su alrededor, y así lo hizo. Sin importarle que todo el Clan estuviera presente, empezó a tirar y romper todo sin control, gritando como si hubiera enloquecido. El hombre que siempre buscaba mantener a raya sus emociones, que sabía controlarse y rara vez se mostraba molesto había desaparecido. Ahora frente a ellos se encontraba un tornado sin control que arrasaba con todo lo que tuviera en frente. Intentaban detenerlo, pero su fuerza impulsada por la ira era mucho mayor. Curiosamente la única que logró calmarlo fue Colette.
- ¡Tío Kad, basta, te lastimas! - le gritó aterrada abrazando sus piernas - ya no te hagas daño por favor, me duele -