Asalto al Corazón

Extra #1

- Kader, Kader despierta. Ya es hora - Maia mueve el cuerpo de su esposo con algo de desesperación

- Cinco minutitos más - balbucea adormilado

- ¡Kader, deja de jugar y despierta de una vez! - le grita con dolor

- ¡¡NO, no quiero, déjame dormir!! - hace berrinche cubriéndose con una almohada

- ¡¡MALDITA SEA LE ROUX, TU HIJA YA VA A NACER!! - grita en medio de una contracción

- ¡¿Qué, y porqué no lo dijiste antes?! - cuestiona parándose a trompicones

- Como si me estuvieras haciendo mucho caso - dice apretando los dientes

Sin prestarle atención Kader se pone manos a la obra para llevarla al hospital. Entre vestirse él, ayudarla a cambiarse, llamar al Clan, despertar a Minalou y meter las maletas al auto, pasó casi media hora. Era increíble cómo es que el tiempo se iba tan rápido cuando había tantas cosas por hacer y cuando menos preparado estabas para enfrentar lo que estaba por venir.

Eso mismo les pasaba a ambos. Ese era el segundo embarazo y el tercer hijo, pero ni toda la experiencia, ni todo el entrenamiento lograba eliminar el pánico que sentían. Era curioso que tanto Maia cómo Kader fueran capaces de noquear a 3 hombres a la vez, disparar un rifle sin fallar el tiro o desconectar una bomba a segundos de explotar. Pero cuando se trataba de recibir a su hija no eran capaces de sincronizar ninguna parte de su cuerpo con su mente.

Por fin, después de muchos gritos, tropezones, lágrimas y errores, lograron subir al auto y ponerse en camino al hospital. Kader condujo tan rápido como el acelerador le permitía, mientras que Maia buscaba no perder el aliento ni el conocimiento entre contracciones. Al paso de 20 minutos llegaron al hospital, Kader sacó a Maia en brazos. Al atravesar las puertas se encontraron con todo el Clan, que ya habían puesto a su servicios a un grupo grande del personal médico.

Tenía sus ventajas el ser alguien importante dentro de la industria de seguridad. Eso permitió que los atendieran lo más pronto posible. Maia fue ingresada a la sala de partos y después de una serie de revisiones, todo estuvo listo para recibir a la pequeña. Kader sujetaba con fuerza la mano de Maia, mientras esta agotaba todas sus fuerzas para traer a su hija al mundo.

Después de todo lo que habían vivido no había duda de lo fuerte y aguerrida que es la Cobra. Pero era en momentos como ese cuando Kader comprendía que la verdadera fuerza no se obtenía en entrenamientos, peleas o discusiones. Sino de los anhelos, las esperanzas y el momento. Y es que, aunque en el mundo hay muchas personas con la idea machista de que el hombre es más fuerte que la mujer. La verdad es que el sexo femenino a demostrado infinidad de veces que su fuerza mental es mucho mayor que la del sexo masculino. Y es que el hombre tiende a dejarse llevar por el momento, a no pensar antes de actuar y eso inconscientemente lo hace más débil. En cambio la mujer suele pensar hasta de más, siempre tomando en cuenta todas las opciones y en la mayoría de las veces anteponiendo a otros antes que a ellas mismas.

Por eso son ellas las que traen nueva vida al mundo. Su corazón es lo suficientemente grande como para vivir por dos, tienen el valor suficiente para aguantar las dificultades que trae un embarazo, las fuerzas para soportar un doloroso parto que puede durar horas, e incluso dar su vida por alguien a quien ni siquiera han visto.

Por todo eso y mucho más, es que Kader se sentía tan orgulloso de la madre que lo dio a luz, de la abuela que nunca perdió la esperanza de volver a verlo, de las tías que lo veían como si fuera su hijo, de las amigas que lo acompañaban en las buenas y en las malas, de su esposa que en ese momento le daba el honor de ser padre por tercera vez y de sus dos hijas, que al crecer continuarán con esa interminable cadena de vida y amor de la que sin duda desea llegar a ser parte.

El hilo de sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un fuerte llanto, prueba del nacimiento de su hija. La pequeña estaba sostenida de una pierna, por lo que colgaba de cabeza, cuando el doctor corroboró que reaccionaba correctamente la acomodo sobre su brazo izquierdo. Maia había dejado de apretar su mano y la jalo ligeramente para que pudiera reaccionar. Y es que estaba tan embelesado observando cada movimiento de su hija, que no había notado que un enfermero lo estaba llamando para que se acercara al doctor.

Con pasos lentos y movimientos torpes se puso de pie y caminó hasta donde estaba el médico.

- ¿Quiere cortar el cordón papá? - le dijo ofreciéndole unas tijeras especiales

- Ehh, si. Por qué no - respondió dudoso

Las enfermeras colocaron un par de pinzas cerca del ombligo de la niña, dejando un espacio intermedio de unos 5 centímetros, donde le indicaron a Kader que debía cortar. Con algo de temor cortó el cordón y en el acto todos lo felicitaron. Es curioso cómo algo tan simple como lo es el cortar el cordón umbilical de un recién nacido podría ser tan emocionante y terrorífico a la vez.

- Felicidades señor Le Roux, es padre de una niña hermosa y muy sana - lo felicito el médico, poniendo a la bebé en los brazos de su padre

Kader la sostuvo con fuerza y delicadeza a la vez, temiendo que en cualquier momento se le fuera a caer o pudiera llegar a lastimarla. Sin dejar de mirarla se aproximó hasta donde estaba su esposa y se inclinó levanté hacía ella para que pudiera verla. Maia la sostuvo intentando no llorar, 45,8 cm era lo queidio al nacer, con apenas 2,300 kg de peso. Se veía tan pequeña y tan frágil, pero a la vez se mostraba eterna e inmune con su sonrisa resplandeciente. Era, simplemente perfecta.

El gusto de tenerla en sus brazos no duró mucho, ya que las enfermeras tuvo que llevársela para hacerle las debidas revisiones y aunque no les agradara la idea, la pareja también tuvo que separarse, para que Maia pudiera ser transferida a una habitación más cómoda. Kader salió de la sala de partos con la mirada perdida y una sonrisa boba en el rostro. Podría jurar que se sentía caminar sobre nubes, acompañado de un silencio increíblemente pacífico.




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