Asalto de Cartago

1.1 En el horizonte: las legiones de Roma y la tormenta

En el confín del mundo, donde el azul del cielo se fundía con la tierra, un inmenso ejército de las legiones de Romacomenzó a formarse, proyectando la imagen de una amenaza inevitable. Cada paso de la infantería pesada resonaba en el aire como el presagio de una tormenta que se abatía sobre Cartago. El viento, impregnado de olor a sal y metal, transportaba los sonidos de una batalla que aún no había comenzado, pero que ya había llenado los corazones de los soldados de inquietud.

Marco, un joven guerrero, se encontraba al borde del campamento observando el movimiento de las legiones. Su corazón latía con un ritmo que reflejaba su lucha interior. Sentía el peso de la espera caer sobre él como un manto pesado. Todos sus pensamientos estaban concentrados en la meta que se había impuesto: alcanzar una gloria que parecía escapársele de las manos. Pero el precio que tendría que pagar se volvía cada vez más evidente. ¿Estaba dispuesto a entregarlo todo por esa gloria?

La distancia entre él y las legiones se acortaba, pero al mismo tiempo el miedo crecía. Recordaba cómo su madre, Alicia, siempre le hablaba de la importancia del deber, de que la verdadera fuerza no reside solo en los músculos, sino también en la elección moral. «¿Puedo convertirme en quien deseo ser si mis actos provocan el sufrimiento de otros?», se preguntaba, sintiendo cómo la sombra de la duda se apoderaba de su alma.

El sol se elevaba lentamente sobre el horizonte, iluminando con rayos dorados un paisaje que poco a poco se transformaba en un campo de batalla. Las legiones romanas, cubiertas con armaduras relucientes, parecían invencibles; sus capas rojas ondeaban al viento como estandartes que llamaban al combate. Cada soldado conocía su función, cada paso estaba cuidadosamente planificado, pero para Marco aquello era más que una simple estrategia militar: era su guerra personal.

El conflicto interior de Marco se intensificaba. Observaba a los demás soldados, llenos de determinación, prepararse para la lucha, y sentía que su seguridad solo acentuaba sus propias dudas. ¿Era realmente capaz de convertirse en un héroe? ¿Podría vivir con las consecuencias de sus actos si estos conducían a la destrucción de vidas ajenas? Estas preguntas lo atormentaban, y no encontraba respuestas.

Cuando las legiones comenzaron a formarse en orden de batalla, Marco sintió cómo su corazón se encogía por la tensión. Cada sonido —desde el crujir de las armaduras hasta los gritos de los comandantes— le recordaba la inevitabilidad del combate. Cerró los ojos por un instante, tratando de imaginar lo que sucedía en Cartago, en la ciudad que pronto podría ser borrada de la faz de la tierra. Sus pensamientos regresaron a Alicia, a sus palabras sobre cómo la guerra no solo arrebata vidas, sino también almas.

«Debo tomar una decisión», susurró al abrir los ojos. Una decisión que definiría no solo su destino, sino también el de muchos otros. La gloria con la que había soñado podía convertirse en su maldición. Y aunque su corazón anhelaba grandeza, su razón le advertía de las consecuencias. Volvió a mirar a las legiones que se preparaban para el ataque y sintió cómo una nueva determinación crecía en su interior.

Marco sabía que en ese momento no era solo un soldado, sino un símbolo: el símbolo de todos aquellos que sueñan con la gloria, pero deben enfrentarse a la realidad de la guerra. Su elección debía ser consciente, pues podía cambiar no solo su vida, sino la de miles de personas. Y aunque el miedo lo envolvía, sentía que ese era su instante. El momento en que debía convertirse en quien siempre había soñado ser.

Con una profunda inspiración, Marco se preparó para el combate, sintiendo cómo la tensión en el aire aumentaba. No era solo una guerra; era una batalla por el alma, por comprender qué significa ser humano en el contexto de una historia implacable. Y mientras las legiones avanzaban, supo que aquello era solo el comienzo de una gran historia, donde las decisiones personales se entrelazan con el destino de los pueblos.



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En el texto hay: roma, cartago

Editado: 17.12.2025

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