Asalto: Lupus

Noveno Expediente: Recolección

Durante el camino a la casa que rentaba el detective en la ciudad de Asfalto, conducido el auto por él y estando Janeth de copiloto, la manada del lobo no hizo otra cosa más que hablar durante todo el camino. Aquellos se hallaban en los asientos de atrás, llevado sobre las piernas de Linda el de pelaje gris y cabello verde, notada muy incómoda la secretaria, mas aliviada de que no fuera otro de los dos quien llevara encima, pues eran mucho más inquietos.

–¡También hay unas pirámides al sur del estado! Me encantaría ir para allá, para que se vayan preparando –alentaba el de lentes, cosa que enfureció, de nuevo, al de sombrero, mismo que se veía fastidiado.

–Sigue soñando, Mikai. No pienso moverme del lado de Albus. Para eso vinimos –protestó el venado, cosa que molestó al perro.

I know! And that’s why he is gonna go with us! –aseguró el de lentes, escuchadas las carcajadas del zorro por ello.

–Estás loco, Mikai. Albus no tiene tiempo para juegos. Está trabajando –resaltó el de cabello verde, lo que provocó voltear los ojos y hacer un puchero al can de pelaje dorado.

–Gracias, Tony. Me alegro que alguien recuerde eso, a pesar que vinieron hasta acá cuando les dije que debían cuidar a mamá –regañó el detective en el momento, respondido por el venado.

–No te preocupes por ella. Sirap la cuidará muy bien. –Lo dicho mortificó más a Albus, quien suspiró al andar por las calles de Asfalto.

–Eso es justo lo que más me preocupa, Noir. Bueno, no importa, ya están aquí y más vale que me ayuden con el caso. –Eso hizo que todos sonrieran confiados, confundida la asistente ante esto.

–Detective, ¿cree que el comisario los deje estar en la oficina? –preguntó Janeth, preocupada.

–Sé que lo desaprobará. Por eso, este trio de tontos buscarán pistas por su cuenta, sin separarse, aunque sea por un momento –sentenció el lobuno, cosa que alteró a Noir.

What the actual fuck? Oh, bloody hell no, mate! Yo no pienso estar todo el día con este par de zopencos –reclamó el venado, molesto de manera severa.

–¡Ni quien quiera estar contigo, dirty deer! –respondió el lobo de lentes, iniciada una pelea entre ambos allá atrás por tercera vez, con forcejeo e insultos de por medio, observado todo por Tony, quien se notaba apacible con la mitad zorro debajo de él.

–¿No harás algo, Linda?

–Ya me cansé –respondió a Tony la secretaria, sujetada su frente con una mano y su mirada puesta lejos del conflicto.

–¿Siempre son así?

–A veces peor –contestó Albus a Janeth luego de un suspiro–. ¡Ya estuvo bueno! Stop! –regañó, de nuevo, el lobo a ambos, detenidos al instante y acomodados de brazos cruzados los dos atrás del vehículo, evitado el uno al otro con la mirada y haciendo pucheros–. Les advertí que no vinieran y no me hicieron caso. No me importa si no se caen bien, van a estar todo el tiempo juntos sin falta, o si no, puede costarles la vida. –Aquello dejó a todos en silencio, tanto que se les pasó el enojo a los peleados.

–¿A que nos enfrentamos, Albus? –preguntó Tony, un poco asustado.

–El asesino mata bestias que se encuentran en solitario. Nadie ha visto nada, ni siquiera escuchado algo, aunque se encuentren cerca en el momento del siniestro. Ocho años de esto y no existen una mínima pista de quién es o qué quiere –explicó el alfa, callada la manda ante esto.

–¿Crees que se trate de un crimen de odio?

–¿Qué dices? Of course is a hate crime! ¿No escuchaste lo que dijo Albus? –cuestionó Mikai a Noir, éste último ignorándolo de momento.

–Albus, ¿qué hay de ti? Siempre estás con Linda, ¿cierto?

–Sí, Noir. La persona que me llamó para este caso insistió mucho en que la trajera conmigo por eso. Por desgracia, no me dijo esos detalles hasta hoy.

–¿Cómo se atreve a ocultar algo así de importante?

–No te preocupes, Tony. De igual manera, tengo magia de mi lado. Dudo que el asesino me tenga como un blanco principal. Lo que sí es que puede que las personas relacionadas conmigo corran peligro. Un chico con el que tuve cercanía fue víctima, al igual que su amant…

–¿Qué tipo de cercanía? –preguntó Tony, lo que generó un rostro de preocupación en Albus, al igual que un aura oscura y penetrante que venía desde atrás del vehículo, apuntadas las miradas molestas de las tres bestias a Albus.

–Creo que es obvio –respondió Linda, lo que causó un alboroto.

– ¡Lo sabía! ¡No querías que viniéramos para que pudieras estar con quien se te atravesara, maldito lobo fácil!

–¿Qué se te olvidó que me tienes a mí en casa para eso, Albus? ¡Me hubieras hablado para venir! ¿Por qué eres así?

–Supongo que algunas cosas nunca cambian. Tenía la esperanza de que estarías concentrado al cien en tu trabajo, pero veo que no es así. –Se quejaron Noir, Mikai y Tony respectivamente, lo que causó que Albus se encogiera de hombros y evitara la mirada de su manada.

–¿Acaso uno de ustedes escuchó lo que pasó? –preguntó más serio y con cautela, a lo que Tony respondió.

–Está bien, Albus. Es obvio que te tiene en la mira. Trataremos de no estar nunca solos, ni un momento.

–Ni siquiera en el baño –agregó Linda, algo que no le agradó mucho a los demás.

–¡Qué asco! Pido estar siempre con Tony.

–¡Yo digo lo mismo! –Replicó Mikai, luego de Noir.

–Estarán los tres siempre juntos. No puede quedarse uno solo, ni por unos momentos. No quiero que les pase nada malo a ninguno de ustedes. No me lo perdonaría jamás. –Eso último generó algo de rubor en el rostro de la manada, calmados ahora y con pequeñas sonrisas en sus rostros.

–¡B-bien! It’s gonna be like that! I swear! –aseguró Noir, lo que provocó una pequeña sonrisa en Albus, estacionado el vehículo enfrente de una gran casa blanca que estaba en una de las colonias más seguras de toda la ciudad. Aquella era famosa por ser privada y de elite para los ciudadanos, pues no cualquiera podría entrar en ella.




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