La pregunta del perro tenía sin palabras a la mujer, la cual volteó hacia el rostro serio de Mikai, quien claramente no estaba bromeando.
–P-pues, yo…
–Debe de gustarte demasiado como para no estar haciendo otra cosa más acorde a los humanos de Mozhikon. –Aquello dejó a la mujer sin palabras, ya que sentía que no estaba entendiendo nada de lo que le decía el can. –A mí también me gusta mucho mi trabajo. –Esto dio paz a la mujer –Mi parte de la manada es algo que muchos me han cuestionado, pero amo servir a Albus y más las tecnologías de la información. En tiempos actuales, las redes sociales pueden decir demasiado de uno. También de ti, Janeth Jensen –declaró el hombre, aunque eso no le preocupó ni un poco a la asistente, además, casi llegaban a la oficina.
–¿En serio? ¿Encontraste algo interesante? –preguntó la mujer, sin mirar al perro.
–Pues, algunas cosas. Por ejemplo, que no tienes amigos bestias. Sólo un compañero de universidad hibrido y otro par como nosotros –agregó Mikai un tanto agresivo, a lo que Janeth se detuvo y giró para verlo directo a los ojos.
–¿Qué hay con eso? –exclamó molesta.
–Mozhikon es famoso en Angraterra, y muchas otras partes del mundo, por ser racista. Se sabe que hay mucha discriminación hacia las bestias en este país, sobre todo por parte de la iglesia luminiscente. Estas fotos me hacen pensar que sus escuelas son elitistas y racistas y usted fue parte de todo ello junto a su familia. –Lo declarado provocó un suspiro largo en Janeth, quien respondió al hombre con un poco de decepción en su voz.
–Si cree que vengo de una familia adinerada o algo así, se equivoca. Estuve en escuela privada toda mi vida porque mi madre era maestra en dichos lugares. La universidad en la que estuve me becó por mi promedio perfecto, que supongo es algo que también debiste ver si me investigaste. –La respuesta provocó una leve sonrisa en Mikai, mismo que dio un paso al frente para acercarse a Janeth.
–Sí, lo vi. Todo mundo dice que eres una genio. Eso está por verse –replicó el perro, para luego adelantarse a la oficina–. ¡Oh! Y yo sé que te gusta Albus. No intentes fingir con nosotros, sólo espero que no seas una furra pervertida como otros –aclaró el hombre, seguido de Janeth hacia su destino, en donde la asistente le indicó donde debía quedarse, a quien notaba bastante furiosa y sonrojada, sin decir nada.
La tarde pasó normal y la hora de salida llegó, por lo que todos se despidieron al momento, arribado el detective Pedro al instante, saludado aquel por todos de forma cordial, en especial por Janeth.
–¡Detective! Buenas noches. ¡Qué gusto verlo! –Atinó en decir la chica, recibida de buena manera por Pedro, aunque se le notaba algo tímido y retraído a pesar de ya conocer a Janeth.
–H-hola. Muy buena noche tenga, señorita JJ. ¿Qué tal estuvieron los interrogatorios en la tarde?
–Bastante bien. Como sospechamos, Roger y Marco eran cercanos. No creemos que hayan sido pareja, al menos las personas cercanas a ellos no lo sabían, pero los vecinos aseguran que se veían muy seguido. Uno de ellos comenta que los escuchó tener relaciones en varias ocasiones, por lo que se deduce que fueron amantes. –La información fue dicha a la par que se le entregó al detective una hoja con toda la entrevista resumida, puestos los datos relevantes organizados.
–Entonces sí estuvo triste por la muerte de Roger y eso lo hizo mantenerse solo, encerrado.
–Exactamente. Algunos afirman a que dijo que se sentía extraño. Mareado y con dolor de estómago –agregó Janeth a lo dicho.
–Yo creo que estaba embarazado –bromeó Albus al unirse a la conversación, listo para irse y haciendo una seña a Mikai para que se pusiera de pie y lo acompañase–. Buenas noches, detective Pedro.
–Buenas, detective. ¿Cree que de verdad sea posible el embarazo entre machos? –cuestionó serio y confundido.
–No, sólo bromeaba. Y es curioso, porque el joven Roger parecía presentar los mismos síntomas según sus roomies –explicó el lobo blanco, lo que hizo pensar un poco a Pedro.
–Tal vez hayan comido algo que les cayó mal. Seguiré investigando. Gracias, detective, señorita Linda, joven JJ. Descansen. –Después de esa despedida, Albus ofreció a Janeth llevarla a casa antes de pasar por Noir y Tony, pero ella lo rechazó, algo que no pareció agradarle mucho a Mikai.
Fue entonces que ella también se despidió de sus compañeros de trabajo para ir caminando a casa, pensativa en lo que le había dicho el perro de pelaje dorado, algo que sin dudas la tenía un tanto mortificada.
Al llegar a casa, Janeth buscó el termino en su computadora, encontrada mucha información sobre la discriminación a las bestias, cuyo término despectivo hacia ellos era «furry», algo que le extrañaba, porque entre ellos se llamaban así de manera informal y parecía no haber problemas. También se encontró que los «furros» era una forma de llamar a las personas que les gustaba mantener relaciones íntimas con las bestias, tratadas estas como objetos de placer y nada más que eso.
Al parecer, había toda una cultura de tratar a los «furry» como si fueran simples criaturas para cumplir fetiches de los humanos, a lo que eran relegados a prostitutas y trabajadores sexuales que eran poco más que esclavos en muchos lugares. Y aunque en varios países dichos tratos ya estaban penalizados y eran ilegales, continuaba practicándose en secreto por muchos, sobre todo por los de la clase alta.
Por unos momentos Janeth se confundió. Recordó a Albus y lo sucedido con anterioridad. Luego, ve noticias en donde las bestias luchan por su derecho a ser reconocidos como más que sólo sexo, cuando parece que es en lo único que piensan.
La asistente decidió cerrar la pantalla de su laptop y acostarse. Traía en la cabeza tales acusaciones de Mikai sobre ella y sus preferencias, cómo veía a las bestias, que cayó dormida de inmediato. Prefirió descansar y nada más al tratar de olvidar lo que sucedió.