Asalto: Lupus

Décimo quinto Expediente: Acierto

Albus, Janeth y la manada estaban reunidos en el hogar del primero. Ahí revisaban la información que el lobo había conseguido, cosa que no parecía ser tan fácil como se pensó.

–No, no hay información sobre la familia del periódico. Al parecer ocultaron todo de la red por motivos de privacidad y respeto a los familiares. Tendrán que darme acceso a los archivos de la policía o buscarlos ustedes mismos –explicó Mikai, preocupado Albus por ello.

–¿Qué tal sobre el árbol genealógico de Ernesto? ¿Algo que debemos saber?

–Oye, no puedo hacer dos cosas a la vez. Eso lo revisaré ahora mismo, pero me llevará horas –replicó el can, regresado a la labor.

–¿Crees que lo que sucedió en esta masacre tenga que ver con la familia de Henn? ¿Por eso odia tanto a las bestias?

I don’t know, Linda. Me parece que el culto puede ser algo relativamente nuevo. Tal vez Ernesto lo fundó a causa de la muerte de sus familiares a manos de la bestia Komodo que los asesinó y devoró. Según el artículo, el miembro más joven de la familia, un niño, consiguió permanecer oculto los tres días en los que el asesinó mutiló, abusó y devoró los cadáveres de sus padres y dos hermanos mayores, además del bebé. Cosas así te dejan mal –explicó Albus, mortificado.

–¿Eso quiere decir que Henn se obsesionó con su linaje y el libro está en el altar como muestra de su devoción a la venganza por su familia? –preguntó Janeth, impresionados los oyentes.

–Justo eso, JJ. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

–Bueno, el profesor Jaime nos hacía leer sobre la psicología que había en los cultos y organizaciones delictivas religiosas. Recuerdo que nos decía: «Las razones de los asesinos pueden llegar a volverse no sólo una motivación, sino una inspiración para otros cuando se le da un valor divino o de empoderamiento». Es posible que, a raíz de la tragedia, Ernesto haya creado el grupo para hacer algo en favor de sacar a las bestias de la ciudad. Puede que él sea el asesino, que sepa quién es o que, a propósito, le haya dado las motivaciones para serlo y lo oculta en el manto de la «ignorancia» dentro de Anthropos –concluyó la chica a la pregunta de Albus, asombrados los presentes de ello.

–Jaime no se equivocó contigo. Es una muy buena idea. Tenía justo en mente algo parecido, pero lo has encaminado muy bien. ¡Excelente trabajo! Sólo nos queda esperar a que Mikai investigue sobre el árbol genealógico de Ernesto para saber los nombres de sus familiares. Linda y yo revisaremos los documentos de la policía mientras tanto. Por otro lado, todavía está mi teoría sobre las víctimas y su relación con Angraterra. Necesitamos hablar con la madre de Caddy Marina –expuso el lobo, pensativo.

–Podemos ir a buscarla mañana. No creo que sea tan difícil dar con ella.

–De hecho, sí lo va a ser –explicó Tony luego de Noir. Aquel se hallaba desparramado en un sillón frente al venado–. Resulta que mis fuentes dicen que la mujer tiene meses en el extranjero. No se sabe cuándo va a volver, así que les sugiero descarten esa idea por ahora –explicó el zorro gris, mortificado Albus por eso.

–Tal vez Fernando sepa algo –mencionó Noir, quien giraba el barril de su revolver vacío–. ¿No estaba en la reunión de la secta hoy?

–Sí, asistió como parece ser costumbre. ¿Habrá alguna forma en la cual pudiéramos preguntarle sobre eso?

–Yo sé cómo, JJ. –Orgulloso, el lobo mostró una gran sonrisa y se dirigió a la asistente con su teléfono móvil en mano, en donde buscaba algo que pronto le mostró. –¿Sabe qué es esto?

–¡Oh! Es un centro comercial muy popular que está al lado de la torre de cobre. ¿Qué hay con él?

–Ahí trabaja Fernando. Los escuché hablar sobre eso en la reunión a él y otras personas. Me parece que sale a comer en la tarde, como a medio día. Sería bueno que usted pueda hablar con él y sacarle algo de información de manera discreta–sugirió Albus, cosa que sonrojó a Janeth.

–Yo iré con… –Pero antes que Linda pudiera declarar eso, su hermanastro al interrumpió.

–¡Noir! Irás con ella y te asegurarás que esté a salvo. Mantente a una distancia donde siempre haya personas cerca y donde te pueda ver JJ. Ambos estarán en llamada para comunicarse sin problemas, ni llamar la atención. ¿Entendido?

–Lo que sea –reprochó el venado, lanzada su mirada lejos de los demás, enojado.

–Tony y Mikai se quedarán aquí investigando. Linda y yo iremos a la oficina hasta que regresen Noir y JJ. ¿Quedó claro? –Todos asintieron, retirada del lugar Janeth para ir a descasar a su casa, despedida por todos, menos Mikai y Noir.

Al día siguiente, en el centro comercial llamado «Pilar brillante», la asistente del lobo caminaba por los alrededores buscando pistas de dónde podría laborar Fernando, seguida por Noir a una distancia favorable, rodeados de muchísimas personas de variopintas etnias, razas y apariencias, por lo que pasaban desapercibidos por completo.

Desde dicho lugar, la torre de cobre se veía espectacular, repleta de oxido en la mayoría de su superficie, brillante en la punta y la base, donde era más común que la limpiaran.

Tanto Janeth como Noir iban comunicándose por medio de un audífono normal que Albus volvió invisible antes de dárselos al venado, cosa que éste le entregó a la mujer en la comisaria, de donde ella salió primero para no levantar sospechas, abandonado el edificio desde la parte trasera por la bestia y alcanzada la asistente gracias a que se han mantenido en llamada desde entonces, tal como lo había ordenado el detective.

–¿Nada todavía? –preguntaba Noir, aburrido, observados los alrededores con cautela, aunque sólo había gente comprando cosas y pasando el rato.

–No, para nada. Ya revisamos casi todas las tiendas. ¿Crees que trabaje en oficinas?

–Es probable. Sí es así, puede que coma dentro del comedor de su empresa.

–Bueno, Albus dijo que lo vieron en el área de comidas. Ese fue el comentario que le hicieron. –En eso, Janeth revisó su reloj de mano, preocupada. –Ya casi es medio día, será mejor ir para allá.




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