Asalto: Lupus

Décimo noveno Expediente: Sí/No

Tanto el equipo de Pedro, como Albus y Janeth estuvieron en la escena del crimen investigando todo lo que les fue posible. Por desgracia, no hubo nada más que pudiera darles indicios de algo especial, por lo que decidieron regresar a la comisaria a hablar del tema a la par que la forense continuaba con las labores, resguardado el sitio por otros policías y sin mover siquiera el cuerpo por órdenes de la teniente, hasta nuevo aviso.

–No puedo creer que haya pasado esto. ¿Acaso hay alguna conexión de su teoría con el joven Robbie? –preguntó la teniente Hellkite, quien estaba presente en el lugar.

–Sí, fui a entrevistar al chico, pero no fue más que eso. Ni siquiera pasaron más de cinco minutos. No puedo creer que haya sido suficiente como para que el criminal pusiera sus ojos sobre él. Tal vez el problema va más allá –explicó el lobo, confundido.

–Es posible que así sea –tomó la palabra Pedro, pensativo–. A decir verdad, si tu teoría es correcta, cualquier persona a quien si quiera hayas saludado está en peligro. Gente que te ha cobrado en super mercados, personas a quienes hayas entrevistado. La lista se alarga.

–Justo cuando creíamos que dimos en el clavo y acortamos las posibles víctimas, se volvió a extender… –mencionó Janeth, decepcionada.

–No del todo. Tenemos un nuevo sospechoso –explicó Albus al ver a su pizarra y señalar a Martha, la mujer que estuvo presente en las escenas del crimen más recientes, además que pertenece a la secta Anthropos, en donde está infiltrada Janeth.

–Es cierto. Pero, detective Albus. ¿Cree que esa mujer en verdad sea «el cazador»?

–Desde hace unos días mis sospechas de que algo mágico está involucrado han ido en aumento –explicó el lobo al tomar varios expedientes que tenía cerca–. Sin dudas, el asesino tiene contacto con la magia o se beneficia de ella. Es posible que Martha esté usando un hechizo similar al que empleé para infiltrarme con usted, JJ.

–En ese caso, ¿no crees que se dio cuenta que eras en realidad una bestia como ella? –preguntó el mapache, bastante serio.

–Tal vez, o puede que esa apariencia se la están colocando. Existe un poderoso y antiguo conjuro llamado «polimorfia». Era capaz de cambiar tu completa apariencia por horas, aunque su arte está casi perdido.

–Detective, usted consiguió hacer algo similar antes…

–No, ese fue un hechizo de disfraz. Podré parecer un humano, pero si me tocabas la piel desnuda sentirías mi pelaje. Con «polimorfia» puedes cambiar de verdad, hasta la voz y otros aspectos.

–Ya veo… Eso quiere decir que está usando polimorfia sobre sí misma o alguien lo hace en ella para que parezca una viejita.

–Es correcto, JJ. Debemos averiguar a fondo. Hay que regresar a la escena del crimen.

–¿Para qué?

–Debemos ver si hay rastros de magia. Si es así, puede que mi teoría sea correcta.

–Albus, debería tratar de reunir más pistas antes de hacer grandes conjeturas. ¿No sería mejor llamar a la señora a interrogar para que puedan revelar dicho secreto? –cuestionó la teniente Hellkite, mortificada.

–Me parece que es una mala idea –agregó Pedro, quien parecía pensativo, con la mirada baja y las manos dentro de los bolsillos de su pantalón–. Si hostigamos a Martha y resulta que sí sabe algo o está aliada con el asesino, puede que movamos suficiente las aguas para alertar a nuestro objetivo. Deje que Albus haga sus pruebas, yo trataré de investigar por mi lado todo lo que pueda de la señora.

Thanks, Pedro. –Ambos de inmediato se dirigieron a trabajar sobre el caso, mientras que Hellkite miraba a Kenneth, un tanto preocupada.

–Tengo el presentimiento de que las cosas van a ponerse feas. Tienes que tener cuidado, dar pasos seguros, o si no tendremos problemas de talla internacional gracias a este maldito asesino –explicó la teniente, quien pasó a retirarse por el momento, dejado Kenneth solo en el lugar, pensativo.

Por su lado, Janeth y Albus regresaron al lugar del crimen, en donde el lobo se colocó sus guantes y caminó hasta quedar por enfrente de donde el siniestro había sido efectuado. Los presentes, curiosos, vieron como el lobo extendió ambas patas superiores a los lados y apretó sus garras para generar debajo de sus pies un círculo mágico brillante que le cubrió de luz azulada.

Pronto, poderosas garras de energía cubrieron las propias, y con ellas, Albus lanzó un par de zarpazos por enfrente de sí, liberada una onda de magia que bañó los alrededores, dotados aquellos de una especie de manta luminoso. Aquello se despejó al pasar unos cuantos segundos, algo que extrañó a todos, en especial a Janeth, pues esperaban a que algo más sucediera.

–D-detective… ¿Encontró algo? –Asustada, Janeth veía cómo la gente alrededor, así como Albus, parecían inertes ante la situación. El lobo estaba paralizado, no volteaba o respondía, hasta que, luego de unos cuantos segundos que parecieron largos, el can giró la cabeza hacia su asistente para revelar que estaba un tanto asustado por lo presenciado.

–No, no encontré nada… –explicó el lobo, cuya mirada regresó a la escena del crimen–. Pero, al mismo tiempo, hallé una pista –comentó mortificado, cosa que extrañó a la mujer.

–No entiendo, detective.

–Sígame. –Dicho eso, Albus se dirigió a su auto, donde abordó con Janeth. Ya a solas, confesó lo que pensaba. –Sin duda alguna no había un sólo rastro de magia en la escena. No se utilizaron hechizos más los que yo hice. No obstante, me percaté de algo más. Una cosa un tanto siniestra. –El lobo hizo una pausa dramática, como si no quisiera confesar lo que vio.

–¿Detective Albus? ¿Qué pasa?

–Debo hablar con Jaime sobre esto. Ya ha habido un caso similar en Angraterra y, sin dudas, debió ser eso por lo que él me llamó.

–¿Tan grave es?

–Sí –contestó Albus luego de suspirar–. El cadáver de Robbie no tenía rastros de magia. Estaba seco de ella, como si fuera un humano –explicó el lobo, algo que extrañó a Janeth, pues no entendía la gravedad del asunto.




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