–Comenzamos con el caso de Noir Maldonado, acusado por asesinar al señor Enrique Gutiérrez, declarado inocente en la primera parte de este juicio. ¿Sigue vigente dicha respuesta? –preguntó el juez al iniciar.
–Sí, su señoría. Soy inocente.
–Bien, eso decidiremos hoy. Señor Chuars…
–«Schwarz».
–Sí, disculpe. Estamos a punto de tomar una decisión. ¿Algún elemento que tenga que pueda hacer que la corte y yo cambiemos de opinión? Le sedo la palabra.
–Por supuesto. –Tan pronto dijo eso, el lobo de pelaje marino puso su maletín sobre la mesa que tenía enfrente y lo abrió con un adiestramiento ejemplar, tomado de él unos documentos que mostró al juez y repartió a las personas del jurado. –Como podrán notar, la forense ha obtenido la evidencia tanto de las armas como del cadáver de la víctima. Las balas encontradas dentro de su cuerpo y, además de eso, la intensidad y dirección que tuvieron. El acusado, ahora mi cliente, testificó que el hombre en cuestión iba a atacarlo, pero antes que pudiera reaccionar, Martha Davalos apuntó desde la escalera con su Glock17 semiautomática hacia la espalda del hombre. En la evidencia que les di, la forense encontró que el ángulo de la bala fue de 345 grados. Lo que significa que fue disparada desde un punto más alto. Además, la munición encontrada es de 10mm Auto. El arma de mi cliente es un Revolver calibre 44, cuyas municiones encontradas en todas las demás víctimas fueron de 9mm. Casquillo con la marca de Ducken, la empresa más famosa en creación de armas en Angraterra. La encontrada dentro del señor Enrique Gutiérrez fue hecha aquí, y no hay registros en ninguna tienda que se sepa dónde mi cliente haya comprado dicha munición que no cabe en su arma. –Al terminar, todo mundo comenzó a hablar en alto, felices los que se hallaban entre el público e impresionado Noir al escuchar todo eso.
–¡Orden! ¡Silencio! –comandó el juez al momento de golpear el estrado con su pequeño martillo de madera–. La evidencia es infalible. Los datos están bien corroborados y firmados. Eso significa que el señor Noir es inocente de la muerte del señor Enrique Gutiérrez y se deberá hacer un nuevo juicio para denotar dichos cargos a la señora Martha Davalos. Declaro al señor Noir Maldonado como inocente. Acepte las disculpas de la corte y ya pueden desencadenarlo. Ya es una bestia libre, señor. Se levanta la sesión. –Con un golpe de su martillo, el juez finaliza con la orden y de inmediato retiran todas las ataduras de Noir, dejado pasar a Albus a con él, quien lo abraza fuerte, regresado dicho cariño por el venado.
–Gracias al creador estás bien. Creí que esto nunca terminaría –expresó Albus con sus ojos cerrados, aferrado a su amigo.
–Perdona… Debí ser más cuidadoso. Esto es mi culpa –respondió Noir con lágrimas en sus ojos.
–No, no es tu culpa. No es de nadie más que de esos malditos. Pero ya estás bien. Ya estás con tu familia.
–Sí, lo sé. –Al decir eso, el venado miró a Janeth, misma que le sonrió, imitada la mueca de su amigo.
–Espero ésta sea la última vez que se meten en un problema así en un país extranjero. ¡Vaya problema! –emitió Sigmund con su rostro igual de serio de siempre, frío y elegante.
–Lord Schwarz. Ella es Janeth Jensen, mi asistente.
–Hace mucho que no conocía a un humano que fuera parte de una manada. Mucho menos que fuera de otro país que no sea Angraterra –expresó el abogado, apenado Albus al escuchar eso e impresionados los otros dos. Tanto así que se dejaron de abrazar. Por su parte, la humana sólo atino a sonreír y responder.
–Muchas gracias, señor. Es un placer conocerle.
–Lord Schwarz es el padre de el último miembro de nuestra manada, antes de ti. Supongo fue él quien le habló –comentó Linda, a lo que el lobo azul respondió.
–En realidad fue Aaron quien me pidió venir. –Todos se quedaron estupefactos al escuchar eso. –Mencionó que Sirap tenía ordenes de quedarse en casa con Lady Alba y que fue informado por Mikai de la situación. Por eso decidimos poner manos a la obra. –Las palabras de Sigmund pusieron muy nerviosos a los Angraterrenses, sobre todo a Linda y Albus, quienes no decían nada y se les notaba que sudaban la gota gorda. –Don’t worry. He’s not mad. At least not at you –explicó el hombre para tomar sus cosas y prepararse a retirarse.
–Disculpe, Lord Schwarz. ¿Cómo consiguió las evidencias tan pronto y cómo sabía que el otro abogado sería asesinado?
–No lo sabía. Venía a aplazarlo. En cuanto a las pruebas, tuve que ir a la forense personalmente la noche anterior a presionarlos con dinero y ayuda de una amiga bestia que trabaja en un departamento aledaño. Era obvio que estaban atrasándolo, pero ningún humano se resiste al dinero. Sin ofender –explicó el hombre nada orgulloso.
–Did you bribe him?
–If they play dirty, we gonna match the score no matter what. You know the rules, Albus. –Aquello hizo al lobo bajar la mirada y suspirar, para luego el abogado poner una mano sobre el hombro del detective en son de empatía y apoyo. –Es decepcionante. Lo sé. Eres mejor que ellos, Albus. No caigas a su nivel. Eso déjalo a los que ya estuvimos ahí –alentó el mayor al joven, despedido de manera cordial de los demás para adelantarse al aeropuerto, en donde lo estaba esperando Tony y Mikai.
–Bloody hell. Esperé mil cosas, pero no que Lord Wilson se entrometiera en esto –comentó Noir, preocupado.
–Dad knows best, I guess. Lo bueno es que estás a salvo y que podemos regresar a casa. Es justo lo que haremos.