Asalto: Lupus

Vigésimo séptimo Expediente: Víctima

Albus salió de su auto casi disparado, corrió entre los oficiales, los paramédicos y cualquiera que estuviera cerca de la torre de cobre, sin importarle ver los numerosos cadáveres que estaban a su alrededor. Noir trató de detenerlo, pero fue inútil, no en su condición, misma que sólo le permitió bajar del vehículo y ver cómo Albus se perdía dentro del místico edificio.

Una vez dentro, el lobo bajó los escalones al sótano, en donde vio a la forense y varias personas alrededor del cadáver de Linda, al igual que notó como subían a Mikai a una camilla, listo para llevarlo de urgencia.

–¡Mikai! –gritó y se lanzó hacia el lobo, interceptado por Tony, quien lo abrazó fuerte para evitar que les estorbara a los médicos llevarse al can–. ¡Mikai! Despierta, Mikai. ¡Ya estoy aquí! ¡MIKAI! –gritó mientras se llevaban a su amigo, para luego callar y empezar a verse molesto, pues su cola se erizó en señal de aquello.

–Albus, cálmate por favor…

–¿Qué le hacen a Linda?

–Albus, fue asesinada por el cazador. Sabes que las escenas…

–¡Aléjense de ella! –gritó el detective desesperado, rabioso por ver a su hermanastra y amiga ahí, tendida, con marcas de la forense y toda su sangre derramada por doquier–. Por favor, déjenla ya. –El lobo rompió en llanto y por fin cedió hasta caer de rodillas, abrazado por Tony de inmediato, ahora de forma cariñosa.

–Perdónanos, Albus. Fuimos lentos. Debimos no separarnos así. Es nuestra culpa.

–No, no lo es –dijo la teniente Hellkite, de forma cuidadosa–. El cazador jamás había actuado de esta manera. Su modus operandi nunca fue de este modo. Es la primera vez que ataca a varias víctimas a la vez y no sólo eso, dejó vivo a uno. Las marcas de las garras son idénticas. Como ya se había especulado con la forense, se trata de una bestia tigre o al menos pertenecen a una. Las teorías de ser garras de algún ser muerto o recreadas ya se puede ir a la basura.

–¿Por qué? ¿A qué se refiere? –preguntó el lobo ante tal afirmación.

–Hermet nos aseguró que el asesino es una bestia.

–¿Cómo?

–Dijo que el asesino debió venir a comprobar que Fernando era de fiar. Las personas que se acercaron a Fernando fueron todos bestia luego de haber puesto una publicación en el foro sobre la torre de cobre. Parece que fue un tema de paso, pero en realidad estaban poniéndose de acuerdo para verse. Fernando lo sabía, pero trató de protegerlo o creyó que nunca fue porque esperaba ver un humano, como él –explicó Janeth, quien no podía dejar de llorar.

–No es seguro. No se confíen.

–Albus, la evidencia…

–¡No, Tony! Tenemos que estar seguros. No voy a dejar que ese maldito se salga con la suya.

–También hay la posibilidad de que se trate de alguien más –explicó la teniente al ver el desastre–. –Tantas personas tan rápido. Tanto desorden y sin cuidado. Esto no es algo que el asesino esté acostumbrado a hacer. Puede que esto haya sido hecho por alguien más.

–Eso está a punto de verse. –Albus tomó sus guantes y de inmediato lanzó el hechizo de detectar magia. Para su sorpresa, Linda conservaba todavía su poder mágico, algo que sorprendió a todos.

–Aún lo conserva. ¿De verdad es alguien más? –preguntó Pedro al ver lo sucedido. Fue entonces que Albus subió y observó los cadáveres de las demás bestias. Todas tenían su magia con ellas, cosa que fue a verificar el mapache con el lobo–. ¿Nos enfrentamos a alguien más, Albus? –preguntó el detective, notada la cara de ira de su compañero.

–Lo dudo –asumió Janeth al unírseles–. Hay algo que tienen que ver. –En ese momento, tanto Pedro como Albus bajaron a donde estaba el cadáver de Linda. A pesar que Albus siquiera podía ver el rostro cubierto de su hermanastra, hizo un esfuerzo titánico por echar un vistazo como se lo indicó Janeth.

–Ya veo. Esta zona está muy limpia. Todos los demás objetos que están aquí, y el suelo alrededor de estos, están llenos de polvo. Es como si aquí hubiera algo –asumió Pedro.

–Hay una manta por allá. Ese «algo» estaba cubierta por ella. Tal vez Mikai y Linda lo revelaron –continuó Tony, pensativo.

–Ellos descubrieron algo del asesino y él los descubrió en dicho acto. Por eso mató a todos los que estaban presentes y también trató con ellos, pero debía apresurarse. Mikai envió varios mensajes a usted, era cuestión de tiempo para que supieran todo. Por eso escapó y se llevó el objeto –prosiguió Janeth, segura.

–El artefacto de Schödinger… ¡Ese maldito! Estaba aquí, lo ocultó en este lugar todo el tiempo. La cámara oculta debajo de la torre seguro nadie la conocía. Miren estas antigüedades olvidadas. Ese bastardo… No tuvo tiempo de usar su artefacto, prefirió huir antes de ser descubierto –concluyó Albus.

–No sólo eso. Las personas que viven cerca de aquí o que trabajan en los alrededores no escucharon nada. Seguro hubo gritos, y no. Fue como si no hubiera sucedido –agregó la teniente.

–Eso quiere decir que estamos pisándole los talones.

–¿Pero a cambio de qué, detective Pedro? –La pregunta hecha por Albus le hizo dar la vuelta para retirarse, seguido por Tony y Janeth–. Encárguense de los demás. Noir se quedará junto a Linda por ahora, hasta que la lleven a la morgue lo escoltaran a con Mikai.

–No se preocupe por eso, detective. Veré que se haga –explicó la teniente, abandonado el lugar por la manada de Albus.

Mientras todos se subían al automóvil del lobo, éste tomó su teléfono e hizo una llamada, misma que respondió casi de inmediato.

Linda is dead –mencionó Albus apenas le contestaron, cuyo coraje trataba de guardarse al decir dichas palabras, brotadas lágrimas de sus ojos sin poder evitarlo–. She was killed… Just spread the word… We are going to have a wake for her tomorrow. Then you guys can take her to Angraterra. Just that. Goodbye. –En eso, el lobo cuelga, pone las manos en el volante y lo golpea con furia, desesperado y frustrado.




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