La condena de todos los involucrados en el asalto hacia la mitad zorro fue de mínimo dos años en prisión para menores. De ahí, serían dos años más en una cárcel para adultos, de no ser que tengan excelente conducta, cosa que Linda sabía Kimberly no cumpliría ni de chiste.
Los días pasaron, y las cosas en casa se notaban tensas. Los gemelos ahora estaban haciendo servicio a la comunidad por razones que Linda desconocía, por lo que no los veía muy seguido que digamos. Por su parte, Lavanda empezó a dirigirle menos la palabra. La chica no sabía si era por vergüenza o rabia al no haber muerto ella en el proceso de todo.
La única persona que tenía cerca era Eronika y su padre, Wyatt, mismo que parecía estar cada vez más cansado conforme pasaban los días.
Por fin, el día de la última revisión en el hospital llegó. El zorro condujo el auto con Linda hacia el lugar de la cita, sin dirigirse la palabra en todo el camino hasta que llegaron al lugar.
–Bueno, ya llegamos. Ya era hora que todo regrese a la normalidad, ¿no lo crees? –preguntó el zorro, tranquilo, aunque su hija no compartía el sentimiento de felicidad. Tenía la mirada baja y la expresión triste en su rostro.
–Padre, ¿soy una carga para ti? –preguntó la joven, cosa que puso cabizbajo al hombre.
–Por supuesto que no lo eres. Debo admitir que tener hijos no es para nada un juego, pero más que una carga eres una responsabilidad. La que siempre quise tener –expresó el mayor al tomar la mano de su hija. –Linda, amé a tu madre con todo mi corazón, y cuando planeamos tenerte, lo hicimos conscientes que sería difícil para los tres, pero que, sin importar lo que pasara, íbamos a luchar para ser felices. A veces es cansado, pero hago todo lo que éste en mí para lograrlo. Tal vez ya necesito un poco de tu ayuda –dijo Wyatt, cosa que Linda no se tomó del todo bien.
–¿No te ayudo a ser feliz? ¿Qué? ¡Hago lo mejor que puedo! No es mi culpa ser un fenómeno. –Dicho eso, la joven abrió la puerta del auto y la azotó de vuelta, molesto el padre, mas suspirando para tranquilizarse y alcanzar a su hija.
Sin más, ambos pasaron al interior del hospital, se registraron y fueron llamados a la sala, en donde el médico revisó con cuidado a la joven, pasadas con éxito todas las pruebas una tras otra, lo que indicaba que ya estaba por completo curada.
–Sus reflejos responden bien. Su vista igual. Los sentidos están activos. ¿Alguna molestia que sientas, Linda? ¿Puedes saltar, correr y/o cargar cosas pesadas?
–Por supuesto, doctor. Todo eso y más. Me siento excelente –contestó jovial la chica.
–¡Pues así lo estás! Ya estás en perfecto estado y no es necesario que asistas a la última consulta que te tenía programada por si algo salía mal. ¿Alguna duda, Sir Swift?
–No, doctor. Estaba un poco preocupado por lo rápido que pudiera curarse de heridas tan profundas al ser un híbrido, pero me alegra saber que es tan rápido como una bestia. Al menos nos dio ese conocimiento –expresó el padre, aliviado.
–Pues sí. Seguro pasará seguido –dijo Linda, molesta.
–Linda…
–Tengo sed. Iré a comprar algo. –La chica se puso de pie, mas su padre la sostuvo del brazo para detenerla.
–¡Espera! No sé qué rayos te pasa hoy, pero no puedes estarme hablando así todo el tiempo. Me he esforzado mucho por que las cosas salgan bien y no puedo creer que no pongas un maldito grano de arena sobre el castillo que trato de construir. Entiendo que eres la víctima en toda esta situación, mas tenme un poco de consideración. For the love of the Creator! –enunció Wyatt, molesto, sacudido el brazo de Linda con su fuerza para soltarse y responder.
–Yo no pedí esto. ¡Ni siquiera pedí nacer! ¡No te esfuerces si no quieres, imbécil! –Wyatt trató de capturarla una vez más, cosa que fue en vano, pues la joven lo evadió con agilidad y salió corriendo.
El padre pensaba ir por ella, pero el doctor lo detuvo, cosa que lo extrañó, mas al verlo denegar con su cabeza se tranquilizó.
–Dele su espacio. Usted también fue adolescente. Sólo marcaré a los guardias para que no la dejen salir –dijo el doctor, tranquilo, a lo que Wyatt agradeció.
Por su parte, Linda corrió tanto pudo y bajó algunos pisos, hasta que se cansó y se colocó en un pasillo a llorar, sentada en el lugar y abrazadas sus piernas, con el mentón hundido frente a sus rodillas.
–¿Estás bien? –preguntó una tímida voz, levantada la mirada de la chica al notar que se trataba de un joven lobo blanco de ojos dorados y complexión atlética.
–¿Te conozco? –cuestionó furiosa la chica, algo que provocó que el joven se sonrojara y ocultara detrás de unas flores que cargaba.
–¡Lo siento! No, no lo creo. Es sólo que te vi y… ¡Ah! ¿Por qué siempre me meto en problemas? ¡Eres un lobo tonto y bocón! –decía para sí mismo el sujeto.
Al inicio, Linda se sintió desconcertada y lo miraba impresionada, mas luego de notar que el lobo no podía ni verla de la pena, la chica comenzó a reír de su monologo.
–¡Oh, no! Ahora piensa que estoy loco. ¡Perdóname, amiga! No fue mi intención hacerte sentir incomoda. Pienso mucho en voz alta. Es una mala costumbre y… ¡Ya mejor no digo más! –continuaba el peliblanco, limpiadas las lágrimas del rostro de la híbrida con sus manos, ya de mejor humor.
–Está bien. No creo que seas raro.
–¿En serio? –preguntó aquel sin dejar de esconderse detrás de las flores.
–De verdad. –Linda se colocó de pie entonces, respiró profundo y continuó con la conversación. –¿Son para mí? Están bonitas.
–¿Ah? ¡No! No lo son. Perdona, no te conozco en realidad. Son para mi maestro, Aelas. Está en el hospital y vine a mostrar mis respetos y buenos deseos –explicó el joven al retirarse las flores del rostro, aunque no podía conectar su mirada con la chica, aún muy sonrojado.
–Ya veo. Es bastante lindo de tu parte que vengas a verlo.
–Sí, supongo. ¿Te puedo contar algo? –La chica respondió de forma afirmativa, notado cómo el rostro del chico cambió a uno triste. –Siendo sincero, la última vez que vi al maestro lo hice enojar muchísimo. Tuvimos una pelea muy fuerte gracias a mi falta de disciplina. Considera que tengo mucho potencial. El problema es que no me lo tomo en serio. De verdad quiero hacerlo, pero a veces pienso que esperan mucho de mí –confesó el lobo, formada una leve sonrisa en el rostro de la mitad zorro.