El trimestre inició de nuevo, con sus complicadas clases, apresuradas lecciones y prontas salidas al receso que se convirtieron de alivio a deber, pues Linda se debía despedir de Monique para ir con la sociedad de alumnos, donde Luoisa le estaba capacitando para ser un «guardia del orden»: alumnos que se encargaban de que todo estuviera en forma siguiendo a las reglas del colegio. La chica nunca había visto a estas personas trabajar, pero era normal, pues son alumnos normales que reportan a prefectos de manera discreta las cosas malas que suceden.
Es gracioso, porque a menos que investigues, nadie sabe en realidad quienes son los que hacen esto, por lo que se podría decir que el colegio siempre está bien vigilado. Ahora entendía Linda la razón por la cual el gimnasio abandonado se notaba sin vigilancia. Había alumnos cerca, varios de los que reconoció como miembros de la sociedad de alumnos bajo el mandato de Luoisa.
–Patio y canchas les tocarán a ustedes. Pasillos del edificio A primer piso a ustedes y segundo piso a ustedes. Den vueltas ocasionales al tercero y cuatro, aunque casi nunca hay nadie como ya saben –decía la chica de ojos azules, cuya mirada estricta provocaba que los demás bajaran la propia–. Linda, como aún sigues en capacitación, te enviaré al edificio B, segundo piso junto con Leonor y Frank. Espero buenos resultados –mencionó la rubia, detenida por la híbrida.
–Luoisa, espera –dijo aquella, molesta su líder al voltear a verla.
–¿Qué pasó?
–Bueno, ya he estado en ese edificio. Creí que hoy me mandarías al patio. Es la única área en la que no tengo experiencia –explicó la mitad zorro, escuchada una sonora risa de la chica alta, para luego acercarse y responderle.
–¿Crees que soy estúpida? Sé de antemano que estuviste fisgoneando antes el gimnasio quemado. No sé qué tengas entre manos, Swift, pero no vamos a ser el puente que te permita cumplirlo –expresó la chica a la par que se retiraba–. Si para eso te metiste a sociedad de alumnos, the door is wide enough for you to get out. –Tan pronto eso fue dicho, la joven se retiró y Linda pasó a cumplir las ordenes que le dieron, platicando un poco con Frank, el chico sinsajo, y Leonor, la joven oveja.
–¿Siempre es así?
–Sí, por desgracia siempre han sido así –expresó Leonor, resignada.
–La sociedad de alumnos antes era un poco más pequeña y sus lideres eran quienes hacían estas tareas, pero luego del incidente del gimnasio, las labores de guardia pasaron a ser roles más pequeños y los líderes tomaron los puestos que conoces –explicó Frank, un poco más alegre que su compañera.
–Entonces todos lo saben.
–¿Qué cosa? –preguntó Leonor, extrañada.
–Lo que le pasó a Samwell Best.
–¡Uy! No digas ese nombre. Menos completo –sentenció el sinsajo, asustado y viendo alrededor–. Son sólo rumores, pero hemos escuchado algunas cosas sobre eso. No has preguntado a los demás, ¿cierto?
–Well… –mencionará la híbrida, preocupados los chicos por ello.
–¡Vaya! De verdad sólo te uniste por eso, ¿no?
–No, Leonor. Tengo interés real en aportar a la escuela. No me deja tranquila que humanos sean los que dirijan nuestra seguridad –confesó la joven, tranquilos sus compañeros.
–En eso tienes razón –secundará Frank–. Aun así, debes tener mucho interés en lo que sucedió antes. No te culpo. Nosotros también lo tuvimos en su momento, mas porque hace poco escuchamos a Alyssa hablar sobre eso.
–Sí, otros me han dicho lo mismo, pero nadie sabe porque lo hacía.
–Exacto –continuará Leonor–. Sólo gritó: «That’s exactly why Sam is death». Lo demás, es un misterio –reiteró lo que todos le dijeron a Linda, algo que le hizo pensar mucho en lo ocurrido.
–Será mejor que revise los pisos de arriba. Gracias como quiera –mencionó la joven, pensando en algo que creía cada vez más cierto: todos estaban siendo manipulados por las cabecillas para hacerle perder el tiempo. Existía la posibilidad de que todos hayan sido instruidos en evadir el tema de dicha forma, y ella tenía esperanza de escuchar algo diferente de las bestias, pero no fue así.
Al final, terminó por pasar al baño, donde fue a encerrarse a un cubículo a tratar de obtener calma y pensar su siguiente movimiento.
En eso, al meditar ahí mismo, notó algo que nunca había visto en las paredes de los baños de las chicas. Parecía que alguien había anotado algo en la pared del mismo, aunque trataron de borrarlo. Éste mismo decía: «Puedo escucharlo llorar si cierro los ojos y lo llamo».
Linda entonces salió del cubículo y revisó si había alguien en el lugar. Estaba sola. Los baños del piso tres y cuatro casi nunca eran frecuentados, por lo que se encerró de vuelta y entonces cerró los ojos y dijo el nombre.
–Samwell Best… –dejó pasar un tiempo, mas no escuchó nada en lo absoluto. Pensó que tal vez estaba yendo a extremos y mejor decidió salir, avergonzada de siquiera haberlo intentado, mas antes de salir, escuchó que, de una de las letrinas, la tapa se cayó. Al ir hasta el lugar, no encontró algo que le pudiera decir que algo raro sucedió, por lo que regresó a salir del sitio.
Ya en la salida de clases, y como lo prometió, después de reportar lo ocurrido en el receso a Luoisa, sin contar el incidente del baño, fue directo a la universidad de Batbridge, donde sus hermanos le esperaban, impacientes.
El cielo se hallaba nublado, como siempre, y el ambiente se notaba algo tenso, sobre todo por parte del alumnado de la facultad de ciencias de la tierra. La gente ahí deseaba retirarse gracias a que ya estaba a punto de anochecer, pero había otro trio que estaba ansioso porque esto pasara.
–¿Todos lo saben? ¿No debería haber intervención mágica por esto? –preguntó Linda, desconcertada.
–No en realidad.
–Los profesores no han visto nada en concreto. Sólo escuchan cosas y, la verdad, esto lleva poco tiempo –dijeron los gemelos, un tanto expectantes.