Asalto: Vulpes

Décimo Cuarto Misterio: Rechazo

Después de hablarlo mucho con Albus, quedó con Linda de verse en la tarde del día siguiente para asistir a la Magical Court. Ahí, los ancianos podrían escuchar lo que sucede en la facultad de ciencias de la tierra y así hacer algo al respecto con el fantasma de John Wesker.

Por su parte, en dicho día, la chica fue a la biblioteca desde temprano a revisar información sobre la muerte de la alumna que se aparece en el baño de damas del edificio B en Saint Frosteye, puesto que en las redes sociales no se habla mucho de esas cosas, al menos no todavía. La gente trata demasiado de aparentar una vida por completo perfecta en ellas por alguna razón. El internet parece ser un escape de la realidad de muchos a extremos impresionantes.

Después de revisar varios documentos en la hemeroteca, por fin encontró uno sobre la desaparición de un joven llamado George Bearrison. Se trataba de un joven oso que estudiaba en el mismo colegio, y que, de forma misteriosa y sin indicio alguno, desapareció una mañana cuando salió en camino al colegio.

Al principio las autoridades de Saint Frosteye reportaron su desaparición, aunque algunos alumnos dicen haberlo visto llegar a la escuela. Por ello, se buscó en cada rincón, sin que pudieran encontrarlo. El tiempo pasó y la familia, al segundo día, pidió al detective a cargo del caso, Lucas Jefferson, encender la alerta Amber, cosa que de inmediato hizo.

Las búsquedas del joven se intensificaron por el país, y aunque el periódico lo seguía mostrando día con día en la columna de personas desaparecidas, parecía que nunca lo encontraron, hasta que sucedió lo inesperado.

George fue encontrado, al menos lo que quedaba de él, cerca de la escuela, abandonado y sin vida, ya podrido y semi enterrado en una zona aledaña al rio, descansando sobre él un tronco vacío que muchos conocían de lejos.

Parecía ser que las numerosas lluvias consiguieron revelar el cadáver y su aroma, pues el árbol que estaba por encima de éste tenía muchísimos hongos y hierbas de olor que provocaban que nadie pudiera detectar el hedor a muerte de su cadáver. Ni las narices más capaces pudieron hallarle hasta que lo hizo un muchacho que era su amigo. Uno que jamás se detuvo ni un segundo de buscarlo. Tanto así, que dejó de asistir al colegio, cuyo nombre viene omitido, pues la misma ley que protege a los que estuvieron presentes en el asesinato de Samwell lo estaba ayudando. Ésta dicta que los menores de edad no pueden tener sus nombres públicos por ninguna razón, a menos que estén desaparecidos o hayan fallecido en circunstancias parecidas a la de ambos. En otras palabras, que ya sean noticia.

Linda buscó indicios de quién podría tratarse la persona que encontró el cuerpo del joven George, mas no había nada que se lo indicara. Los medios de noticias hicieron bien su trabajo en el momento. Aunque había algo curioso. Cazares le contó a Linda cada leyenda del colegio, mas no mencionó esa en particular, aunque los gemelos sí la conocían.

No sólo eso, también ambos dijeron que él, por obvias razones, no diría nada. Algo sabía el cernícalo y era cuestión de tiempo para que la híbrida le preguntara de manera directa.

La noche llegó, y Albus llegó a la biblioteca como prometió, listo para llevar a Linda al consejo, cosa que reportó a su chofer.

–Cazares, iré a ver a la Magical Court. Me han convocado para un asunto de suma importancia. Como miembro de la corte de Angraterra, es mi deber asistir a dicho compromiso sin objeción. Le pido diga esto a mi padre y a Lavanda. Estaré en manos de Albus White hasta entonces, quien me regresara a casa a la hora que sea necesaria –explicó la chica, impresionado el cernícalo de dichas palabras, mas no pudo hacer otra cosa que no fuera aceptar la declaración y asegurarse que la muchacha se subiera al auto de los White, conducido por un chofer cuervo que él bien conocía.

–Esto es malo… –dijo para sí mismo el pájaro antes de abordar su coche y conducir a toda velocidad hasta la casa de los Swift.

Por su parte, los jóvenes estaban algo nerviosos por lo que pudiera pasar. Linda se notaba temerosa, hasta temblaba un poco, tranquilizada por su amigo al momento.

–Oye, sé que será un poco intimidante, y hasta extraño, pero estaré contigo cada momento. Prometo que no te dejaré en la hora de la verdad por ayudarme –expresó Albus, cosa que parecía no tranquilizar a la híbrida, hasta que, con mucho valor, tomó su mano, sonrojados ambos por ello–. Hablo en serio. Los White siempre cumplimos nuestra palabra –enunció el lobo sin poder mirar a Linda, cosa que le pareció tierno a la mitad zorro, puesta su mano izquierda sobre la unión de la suya con la de la bestia.

–Gracias. Trataré de hacer mi mejor esfuerzo y de no ser inoportuna.

–Muestra valor. Es lo que más aprecian. Sólo no seas grosera –explicó Albus, para luego empezar a acercarse a su destino–. Estamos por llegar. –Linda se asomó y vio por primera vez la capital de Angraterra, Londog.

Aquella era una ciudad preciosa, llena de luces, elementos mágicos y bastantes colores, incluso durante la ya fría noche. Había niebla, pero ésta se movía como si las personas ahí la pudieran controlar, además que se apreciaban a muchas bestias que tenían el don de la magia.

–¿Todos son magos? –preguntó la híbrida, extrañada.

–No todos. Algunos sólo tienen dotes mágicos. Los llaman Sorcerers. Es una especie de llamado mágico sin la necesidad de aprender sobre cómo funciona la magia.

–Entonces, ¿se puede aprender magia sin estudiarla?

–A algunos les llega el talento sin necesidad de saber cosas técnicas. No tienen la necesidad de estudiar, les es nato. Por desgracia, esa magia puede salirse de control, por lo que estas personas no pueden usarla para otra cosa que no sean tareas más simples u hogareñas, así como oficios pequeños –explicó Albus, impresionada la chica de saber todo eso.

–No tenía idea.




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