Asalto: Vulpes

Décimo Séptimo Misterio: Exhumo

El regreso a casa fue amargo, como el sorbo a un café más oscuro que la noche. El silencio entre los tres hermanos, junto a la mortificación del conductor, los tenía tan oprimidos que sentían cualquier palabra podría perturbar una paz que, tal vez, nunca podrían recuperar.

El cielo nublado, el ambiente húmedo y los faroles a la distancia parecían cada vez más tenues a los ojos de Linda, misma que parecía irse perdiendo en sus pensamientos. Sabía que Cazares tenía que ver con lo sucedido con George, mas deseaba confrontarlo a solas, cuando sus hermanos no puedan intervenir y defenderlo.

La llegada al hogar no fue diferente. Los jóvenes bajaron del vehículo y la chica se adelantó a su alcoba, en donde se encerró, preocupada, enviados mensajes a Monique desde su teléfono para saber si había pistas sobre Ethan.

«Siguen buscando. Te enviaré mensaje si hay algo. Haz lo mismo si sabes cualquier cosa», respondió la mitad zarigüeya con una pésima ortografía que marcaba su desesperación en toda esta situación.

Por su parte, la híbrida trataba de ya no pensar en lo descubierto. Todo lo que había visto hasta el momento era, sin dudas, una mala pasada en ese instante. Una persona viva, alguien que ella conoce, había desaparecido, y aunque no se llevaban tanto como a ella le gustaría, recordar la sonrisa del joven, los momentos en los cuales platicaban un poco antes de los gemelos arribar o incluso las pequeñas promesas que se hicieron, de la nada, evolucionaron a ser muy importantes.

Linda sintió, otra vez, que cada momento con la persona, que sentía estaba perdiendo, se había vuelto un tesoro. Con lágrimas en los ojos, la chica consiguió dormir.

Dentro de sus sueños podía ver ahora no sólo a su madre en la playa, sino también al joven Ethan al lado de ella. Desesperada, Linda corrió hacia él y lo abrazó, recibida con ternura por el joven, mismo que le regresó dicho gesto con amabilidad.

–¡Perdóname, Ethan! Nunca platicamos tanto, no pude conocerte bien, ni siquiera te hice alguna pregunta importante sobre ti o lo que te gusta. Estaba tan avergonzada porque me pareciste bastante atractivo desde el primer día que te vi. Esa sonrisa, tu mirada y todo tu porte. Creo que eres el chico más guapo que conozco, y me siento como una tonta al haberte tratado como sólo una aspiración, como un sueño. No quiero que te vayas, quiero verte más, necesito que hablemos, que nos conozcamos. No puedes sólo irte y ya –decía la joven, algo que enterneció a su madre y provocó que Ethan la separara de su cuerpo. Luego, la zarigüeya se puso en cuclillas y le limpió las lágrimas del rostro con cuidado a la chica, acariciadas sus mejillas, abiertos los ojos Lindas y visto el dulce rostro que siempre recordó de su amigo.

–No te preocupes, Linda. La vida es maravillosa y también azarosa. Es parte de la belleza de la misma. Tú no sabías qué iba a pasar, así que es normal que sientas que no me conoces bien, pero a la vez, que estes triste de que me vaya, porque piensas que había mil maneras de conocerme y no fue posible hacerlo. No todos tienen espacio en la reducida trama de tu vida, pequeña. Y eso no es malo, es entender que la vida es corta y tenemos que darle tiempo a lo que de verdad amamos. Yo te amo, amo a mi hermana y a mi familia. Me amo a mi mismo, y eso es lo que debes hacer. –Las palabras del joven se escucharon tan sabías que detuvieron el llanto de la menor. Ethan se puso de pie y miró a la ciudad.

–Ethan. Danos una oportunidad. No te rindas –dijo la chica, para luego voltear el joven y, con un rostro extrañado, preguntar.

–¿Cómo supiste que ya no estaba con ustedes? –Al instante, la ciudad al otro lado de la playa se levantó junto con los muertos. Al verla, Linda pudo observar los mismos rostros del baño del edificio B, además de George y John.

–No quiero… ¡No quiero que se vaya! –Los gritos de la chica se volvieron aullidos dentro de la amalgama de pesadillas. Los muertos invadieron su espacio y el mar, oscuro y profano, se cernió sobre ella y sus seres queridos.

Dentro de las aguas, Linda pudo ver cómo los fantasmas rodeaban con sus brazos a Ethan, hasta enterrarlo entre ellos, a la par que su madre, la cual estaba a su lado, miraba triste.

–No temas, mi niña. Pronto, encontrarás la luz que necesitas.

–«Ne luxqen dio llo deien». –Tras decir eso, la humana se volvió un haz de luz, y unas voces empezaron a llamar a la híbrida, hasta que aquella despertó, con el rostro mojado y sus familiares y madrina a su lado.

–¡Por el Creador! ¡Mi niña! ¡Despertaste! –emitió Eronika al lanzarse a abrazar a su ahijada, asustada la mitad zorro, notado que los gemelos y Lavanda la observaban asustados, para luego arribar Wyatt, frenético y poniéndose de rodillas para ver al rostro a su hija.

–¡Linda! ¿Me escuchas? Sweetheart, please! Can you here me? Are you with us?

Am I? –preguntará la joven, para luego bajar la mirada y fruncir el ceño–. ¿Por qué la playa? –preguntará al aire, extrañados los presentes.

–¿Linda?

–¿Por qué siempre es la playa? ¡Lléveme a la playa! –pidió la joven al tratar de ponerse de pie, sostenida por su padre y hermanos, pues el adulto les ordenará ayudarlo.

–¡Linda! Please! You just have a night terror! ¡No puedes salir! –Trataba de convencer Wyatt a su hija que continuaba oponiendo resistencia, asustada Eronika y Lavanda cubriéndose la boca sin saber qué hacer.

–¡Escúchame! Ethan está en la playa. ¡Estoy segura de ello! Tal vez no sea demasiado tarde. Puede que haya una oportunidad de salvarlo.

–¿De qué hablas, Linda?

–¡No puedes sacar conclusiones de sueños! ¡Estás muy asustada! –dijeron sus hermanos, cosa que molestó más a la chica.

–¡Déjenme ir!

–Vamos –emitió Lavanda, cosa que provocó la ira de Wyatt.

–¡No! This is madness! She is not ok!

And she will be after locking her up here? Waiting for a psychiatrist? I don’t think so. –Lavanda caminó hacia su hijastra hacienda a un lado a todos, los cuales estaban paralizados con sus palabras, incluida Linda, a quien la zorro le ofreció la mano. –Vayamos. Si encontramos a Ethan, volverá con su familia. Si no, al menos lo intentamos –dirá la mujer, cosa que provocará a la adolescente tomar su mano y ponerse de pie, acompañados de todos los presentes, encendido el auto, mas no conducido por Cazares, sino por Wyatt, puesta de copiloto su esposa y yendo sus tres hijos atrás, tomada Linda de las manos por los gemelos y abrazada de Eronika–. It’s gonna be fine. I’ll promise –dijo Lavanda y el auto arrancó, directo hacia la playa cercana a Dirtburg, epicentro de las pesadillas de Linda.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.