Durante el discurso del rector de Bullford, hubo algunas personas ausentes. Entre ellos, Monique, Linda, los gemelos Swift y Cazares, aunque este último parecía no importarle mucho a Wyatt, quien trataba de mostrar su mejor cara ante la situación al lado de los padres de la chica.
Una vez terminada la ceremonia, la policía se hizo presente, encabezada por el capitán Jefferson, cosa que llamará la atención de los presentes, sobre todo la de los Swift.
–Please. It’s not about my sons –pedía Wyatt en voz baja al Creador, hasta que el ciervo se colocó frente a él y los demás adultos.
–Lamento ser la persona que traiga las malas noticias, pero Anthony está en el hospital universitario de Batbridge y sus otros hijos están detenidos por daños a la propiedad escolar –explicó el oficial de policía, notado por todos la molestia de Wyatt ante esa declaración.
–What? ¿Qué dañaron? –preguntó Schrödinger al ciervo, extrañado.
–Uno de los laboratorios inferiores de la facultad de ciencias de la tierra. No sólo se metieron sin permiso, sino que irrumpieron a la fuerza en el lugar antes mencionado rompiendo paredes y puertas de cristal con una silla.
–Oh, Creator! –enunció Lavanda, tocada su sien con su mano y cerrados sus ojos de la vergüenza.
–Capitán, yo…
–Antes de otra cosa. Deben saber que ambos encontraron el cadáver de John Wesker. Mr. And Mrs. Earthson. Tenemos sospechas que su asesino fue el mismo que terminó con la vida de Ethan. Estamos investigando al momento.
–Oh my… –En eso, Madison parece tambalearse, sujetada por el gato para que no se cayera, auxiliados por el esposo de la misma.
–¿Se siente bien, Miss Madison? –preguntó Schrödinger al tener en brazos a la zarigüeya, la cual parecía agitada.
–No puede ser. ¿Otro asesino? ¿Dónde está mi hija? ¿Dónde está Monique? ¿Está con Linda? –La madre cuestionaba aquello a la par que perdía la compostura, algo que asustó un poco a los presentes.
–No, sólo se hallaban Alfred y Linda Swift en la escena. No sabemos donde está Monique. ¿Desde cuando que no la ve?
–¿Qué hace? ¡Sí mi niña no aparece puede que esté en peligro! ¡Haga algo, goddamn it! –gritó Madison, la cual se levantó molesta y agresiva contra el capitán, sostenida por Schrödinger y Farrel.
–¡Amor! Tranquilízate, por favor. Monique estará bien –comentaba el esposo al tratar de no evitar que su esposa hiciera algo imprudente.
–¿Cuándo fue la última vez que la vieron?
–Al llegar aquí, capitán. Dijo que iría al baño. Pero eso fue hace ya más de una hora, me parece –respondió el padre, por lo que el ciervo correría hasta el baño junto con otros agentes a verificar que la chica se encontrara bien.
Pronto, los sanitarios de la universidad fueron peinados uno a uno, hasta que dieron con el indicado, echado un grito de uno de los oficiales al capitán para que viera lo que estaba ocurriendo, mortificado el líder por lo percibido.
A la par de esto, Linda y Alfred se hallarían en una patrulla, esposados y en silencio, vigilados por un par de policías, además de autoridades de la universidad.
–¿Crees que haya valido la pena? –preguntó Alfred, cabizbajo.
–Lo vale –dijo Linda, notado que la detective Harrison estaba acercándose–. ¡Detective! ¿Cómo se encuentra Anthony? Lo están atendiendo, ¿cierto?
–Sí, su hermano está ya recibiendo atención. No sufrió ningún daño grave. Yo creo que mañana lo dan de alta. En cuanto a ustedes, me temo que están en muy serios problemas, jovencitos –explicará la híbrida de nutria, cosa que pondrá nerviosos a los jóvenes, hasta que se hacen presentes unas personas con ropas bastante llamativas, rodeando a una bestia que Linda de inmediato reconoció.
–Bloody hell! Lo que faltaba –mencionó Linda, acercada la detective al grupo, abierto para dar paso a Aelas.
–Good evening, detective Harrison. It’s nice to see thou well, after all. –Las palabras del lobo blanco intimidaron un poco a la híbrida de nutria, mas no dio tregua a que le afectaran de verdad.
–Thanks, Lord White. ¿Cómo podemos ayudarle?
–Necesito hablar con Linda Swift. Es menester.
–Claro que sí. –De inmediato, la detective abriría la patrulla y pediría a Linda salir. Aquella, todavía esposada y nerviosa, abandonaría el auto con cautela, separada de su hermano al cerrar la puerta detrás, colocado aquel en la ventana para ver qué sucedería con su hermana.
Ya una vez frente al patriarca Aelas, en la escena, Albus se hará presente, quien parecía haber estado corriendo para llegar al lugar y poder apoyar a sus amigos.
–Just in time –explayó el anciano, puesto algo nervioso a su nieto, regresada la mirada del patriarca a la híbrida–. Has encontrado a dos bestias muertas en el lapso de dos días. Tal vez menos. ¿Algo que me quiera compartir, jovencita?
–Yo… –Mas antes de responder algo, uno de los acompañantes de Aelas lanzaría un hechizo debajo de la joven, lo que le obligará a decir toda la verdad. –Hice su trabajo, malditos inútiles –dijo la joven, molesta, pues era lo que su corazón deseaba destacar.
–¿Linda? –Albus vio la rabia de su amiga y tratará de detenerla, pero los acompañantes de Aelas se colocarán a la defensiva, sabido por el lobo joven que cualquier interrupción será castigada.
–¿Cómo te atreves? –enfatizará el patriarca.
–¡Escúcheme bien, Aelas! Usted tiene el poder de evitar estás cosas. John Wesker estaba ahí abajo, enterrado, y su fantasma fue quien me dijo donde encontrarlo. Lleva más del mes oculto, mientras usted y sus magos de porquería están allá en Londog haciendo absolutamente nada. ¿Para qué quieren la magia si no la van a usar para ayudarnos? ¿Sólo para presumirla? ¿Dónde están los detectives mágicos? ¿Los exorcistas? ¿Las personas que podían hacer hablar al fantasma?
–We can’t speak with the dead! –enunció el viejo, cuya voz se amplificó con magia, manifestado un bello antifaz púrpura por enfrente de sus ojos, el cual fue desapareciendo una vez que se tranquilizó, asustados todos los presentes por el gran poder que sin dudas ocultaba–. Esas son artes de la necromancia: una magia prohibida desde tiempos ancestrales. Los necromantes usan la energía vital de los seres vivos, al igual que rituales profanos, para usar magia que les permite acceder a magia con propósitos anti natura. Los fantasmas no pertenecen a nuestro plano. Son almas en pena que residen aquí, esperando a ser salvadas. No se puede realmente hablar con ellas, pues son sólo una combinación del espíritu, el alma y algunas memorias de quien ya nos abandonó para siempre. Sus palabras suelen ser recortes de lo que les sucedió, nada que los demás pudiéramos interpretar o siquiera entender. Aun así, has conseguido hablar con dos de ellos, y me dicen que en tus sueños ves a tu madre humana, la cual está muerta.