Asalto: Vulpes

Vigésimo Tercer Misterio: Luto

Todo Angraterra se encontraba paralizado. En menos de tres días, cuatro alumnos habían sido asesinados por lo que se temía era un necromante. La Magical Court, indignada por lo sucedido y por el llamado de la corona que les hicieron, empezaron a movilizar a sus filas para lograr encontrar al culpable. Hasta las personas que no eran del agrado de Aelas, como lo era la hermana de Albus, fue obligada a participar en dicha proeza.

Por su parte, Linda y su familia se encontraban en el funeral de Anthony y Alfred, par que yacía dentro de hermosos ataúdes de cristal, visitados por un sinfín de personas, pues los jóvenes eran muy populares en todo el estado y los alrededores.

Entre la multitud, por supuesto estaba Schrödinger, quien fue a dar el pésame a su colega, notada la cara sin emociones que tenían todos los miembros de la familia.

–Ni siquiera sé qué decir más que «lo siento». Esto es una tragedia –emitió el gato, dejadas flores para ambos difuntos.

–Gracias por venir, amigo. Sé que eran muy buenos alumnos tuyos y también cercanos.

–Sí, Wyatt. Tus hijos eran inteligentes y bastante peculiares. Nunca los olvidaré –respondió el profesor, visto que Lavanda y Linda estaban tensas, sin siquiera verlo–. Pasaré a retirarme en unos momentos. Rezaré por Alfred y Anth…

–¡Gerrick! –interrumpió Linda con lágrimas en sus ojos, viendo a Schrödinger–. Gerrick dijo que, si algún día ya no nos acompañaba, lo llamamos a él por su segundo nombre –concluyó la chica, extrañado el felino, mas luego se le dibujó una tierna sonrisa en el rostro y asintió.

–Alfred y Gerrick. Pediré al Creador por su descanso.

Thank you so much –expresó Lavanda, resistiendo el llanto.

Wyatt no sabía ni qué decir. Las cosas estaban ya muy tensas entre todos los miembros de su familia, mas no deseaba que Linda terminara como Monique, por lo que no le quitó la mirada de encima y mucho menos la provocaría a hacer una barbaridad.

Por su parte, Linda estaba en shock. Aun no podía entender porque los gemelos habían decidido ir por su cuenta sabiendo que había tanto peligro, con dos muertes antes que la de ellos.

«¿Habrá algo que estuviese omitiendo? ¿Descubrieron algo cuando estaba en Saint Frosteye?», se preguntaba una y otra vez Linda, hasta que se escuchó un ruido extraño. Muchas personas parecían estar parloteando, hasta que los Swift vieron cómo Albus entró al lugar, desesperado, tratando de detenerlo los guardias.

–¿Albus?

–¡Linda! Lord and Lady Swift! Por favor, permítanme entrar. Necesito usar mi hechizo de detención de magia sobre los cuerpos de los chicos antes de que los incineren. ¡Tal vez sea la clave para terminar con esto! –enunció el joven, sostenido por varios guardias.

–¡Ya basta, Albus! Tienes prohibido venir a esta capilla. ¡Tu abuelo nos dijo que no te dejáramos siquiera pasar! ¡Regresa y no molestes a estas personas! ¿No ves que están sufriendo? –Al decirle esto quien lo sostenía, el lobo miró a los ojos inundados de Linda, cosa que le hizo enojar todavía más.

–¡Con más razón debo actuar! ¿No tienen derecho a saber qué pasó? ¡Déjenme entrar! –En eso, el lobo logra escapar y se dirige a los ataúdes, sorprendidos los presentes por dicha escena.

Es ahí que Linda se levanta y se interpone entre el lobuno y los cadáveres, sujetado Albus de los hombros, para responder a su petición.

What the fuck are you doing, bastard? –gritó la chica, euforica.

–Linda…

–Están muertos, Albus. ¡Muertos! No importa qué hagas, eso no va a cambiar. –En eso, la chica recargó su frente en el hombro de Albus y le dijo algo que sólo aquel escuchó.

–Perdón, pero quería intentarlo. ¿Sabes? Ellos también eran mis amigos… I really love them so much. –Justo luego de eso, el lobo abrazo a la chica mientras lloraba, cosa que ella regresó, sumergido el rostro de Albus en su cuerpo.

–Lo siento, señorita Swift, pero Albus no tiene permiso de estar aquí –dictó un guardia al estar a la par de los jóvenes.

–Disculpe, ¿no podemos hacer una excepción con nuestro permiso? –preguntó Wyatt, mas el chico se separó de Linda y respondió ante eso.

–No, no será necesario. Me iré. –Albus volteará su mirada a los cadáveres, despedida una lágrima solitaria de su ojo derecho. –Lo siento, chicos. Les fallé. –Sin más qué decir, el lobo se despidió de la híbrida y salió de la capilla, cosa que puso un poco triste a aquella.

–¿Estás bien, Linda? –La pregunta no tuvo respuesta, ignorada Lavanda por su hijastra, la cual fue a sentarse donde estaba hace unos momentos.

Los adultos se vieron el uno al otro, preocupados, y preguntaron a la adolescente si deseaba adelantarse a casa con Eronika, mas aquella rechazó la oferta.

Es entonces que unos amigos cercanos a los chicos llegaron al funeral, rotos al ver al dúo sin vida frente a ellos, cuyos sollozos rompieron a los presentes, incluso a los que ya habían dejado de llorar.

Tras una escena repleta de lamentos y disculpas, uno de los alumnos del grupo se acercó a los familiares, reconocido de inmediato por Wyatt.

–Héctor. Long time no see! Me alegra que hayas venido.

I’m so sorry, Lord Swift. No tengo idea de qué fue lo que sucedió, pero lamento tanto no haber podido ayudarlos –comentó aquel can luego de escuchar al padre de los difuntos–. Tal vez no lo sabía, pero ellos estuvieron preparando algo especial para todos ustedes. Nunca lo conseguimos terminar, pero hay un ensayo que grabaron por si pasaba algo. Vaya que eran precavidos –explicó Héctor al mostrar una memoria USB–. Pueden reproducirlo si gustan o esperar a un momento más privado. –Wyatt tomó el dispositivo y miró a su familia, asentido por Lavanda, lo que indicaba que le gustaría verlo de inmediato.

Gracias al personal del lugar, una pantalla fue traída hasta la sala, en donde se conectó la memoria y se reprodujo un archivo llamado «Gift Orchestra-Practice». Linda, Lavanda y Wyatt estaban en primera fila, estando este último entre las dos mujeres, tomada la mano de la joven por su madrastra, misma que se notaba nerviosa.




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