Sosteniendo un par de hermosas flores blancas, Linda avanzó hacia las piras de sus difuntos hermanos, colocándoles en sus manos dichas plantas, dolida la joven al sentir su fría piel y su pelaje suave. Era un contraste que le perturbaba un poco.
Al final, todo estaba listo para iniciar el ritual. Lavanda no dejaba de llorar, a pesar que su rostro miraba estoico a sus hijos junto a Wyatt, mismo que estaba con la mirada en el suelo y el corazón roto.
Los abuelos de parte de Lavanda, Amatyst y Erick, no veían con buenos ojos que la chica tocara a sus nietos, algo que tampoco agradaba mucho a los de parte de Wyatt, Wanda y Jason, aunque, al menos, lo hacían notar poco.
–May the Creator find them in the fire and bring they new life upon death. –Con ello, un clérigo conejo lanzó bolas de fuego a las piras y éstas ardieron de inmediato, escuchado el lamento de la madre al igual que el de la media hermana, abrazadas ambas sin dejar de ver el suceso.
Al acabar la ceremonia, los asistentes fueron hasta el hogar ancestral de los Swift, atendidos por el personal del sitio. Fue ahí donde los Brightson se acercaron para hablar con la pareja.
–Ahora que no tienen herederos directos, ¿qué pasará? –preguntará la madre de Lavanda, cosa que molestará a Linda, mas Wyatt responderá en un parpadeo.
–Mi hija llevará el legado por ahora. No tenemos planes de tener otro hijo.
–¡Menuda estupidez! Los zorros podemos tener hijos hasta los setenta años. Lavanda puede quedar preñada –resaltó la zorra blanca, cosa que provocó a la triste madre de los difuntos bajar la mirada, apenada.
–¿Qué le pasa? –dijo la híbrida, molesta, cosa que alertó a sus padres.
–Never speak to me again, eyesore! –sentenció la abuela de los gemelos sin mirar a Linda.
–Hear me out, you ugly old bitch! You aren’t even a Swift. So, next time, you better watch that slippery ass tough you have in your dirty mouth! –insultó la joven, lo que llamó la atención de los presentes, impresionados del valor de la chica.
–How do you…?
–Stop, mother! –gritó Lavanda, molesta–. Te niego el hablarme así y menos a mi hija. El único adefesio que yo veo aquí está parado enfrente a mi familia. Tú y papá hace mucho que no mandan en esta casa, y si tanto te preocupa tu estúpido título, te recuerdo que puedo quitártelo.
–How dare you, stupid kid? –Amatyst trató de golpear a su hija, pero Wyatt detuvo su mano, cosa que provocó la ira de sus padres.
–¡Wyatt! ¡Ya basta! No avergüences a nuestra familia más de lo que ya lo has hecho.
–¿Y qué si lo hago, father? ¿Tienes miedo de que te ponga en ridículo de nuevo ante la corte? ¿En frente de la reina? I don’t give a fuck anymore. Mi familia no es su maldito trofeo ni moneda de cambio. Ya no puedes desheredarme ni quitarme el apellido. Las condiciones de estos poderes como patriarca familiar ya son míos, al igual que los de mi esposa. Ustedes deberían agradecer que, después de este numerito, no los corra de MI casa. No pienso tener hijos con Lavanda pronto, no después de esto. Eso significa que Linda, a pesar de no ser legitima dentro de este matrimonio, será la heredera al sí ser una Swift reconocida por la ley –explicó aquel, lo que hizo sonreír a Jason, su padre.
–¡Vaya niño engreído te has vuelto! Está bien, perdiste a tus hijos. Lo dejaremos pasar –extendió Wanda, su madre, comenzando a retirarse al momento.
–No vuelvan si vienen con sus actitudes basura. Mi familia merece respeto, de todos. No estoy de humor para aguantar sus sandeces. Mucho menos hoy. –Gracias a esto, los Brightson también abandonaron el lugar, impresionados los restantes por aquello.
–Papá… Mamá. Lo siento –emitió la chica, cosa que impresionó a ambos, lanzada Lavanda a abrazar a su hijastra, derramando lágrimas de felicidad.
–Gracias por defenderme. Perdón si fui débil, pero tú y tu padre tienen razón. Ya no hay que dejarnos de nadie. Tenemos que ser más fuertes y unidos de ahora en adelante –explicó la zorro, escuchados aplausos lentos de un sujeto bastante extraño que apareció en la entrada al lugar.
–What a beautiful scene! I glad I came in the bitter hour –mencionará un vulpino de pelaje oscuro como la noche, cuyos ojos rojos resaltan brillantes tal rubies a la luz del sol.
–Amadeus… ¿Qué demonios quieres? No es momento…
–Mi más sentido pésame, Wyatt. Lavanda. Y, por supuesto, Linda Swift –interrumpió el zorro al padre, caminando hacia ellos y entregándoles un sobre del color de su pelaje con un listón rojo que le envolvía–. Vine a dar mis condolencias y para apoyarlos en lo que necesiten –explicó aquel, abierto lo entregado y notado que se trataba de un cheque con una cantidad extravagante de dinero.
–Why?
–¿No lo recuerdas? Yo también perdí a un hijo y sé lo horrible que es. Ustedes me enviaron algo similar, aunque no se presentaron al entierro a petición de sus padres. Entiendo el mensaje, los zorros mágicos no somos bien recibidos por los normales. Sé que es envidia, pero también comprendo sus razones. Porque, de no haber sido por eso…
–Por supuesto hubiéramos estado ahí, Amadeus –concluyó Lavanda, para luego suspirar–. Disculpa nuestros modales y acepta nuestros agradecimientos. Estamos algo sensibles y no eres nada sutil tampoco.
–My bad! –expresó aquel al cerrar los ojos, encogerse de hombros y levantar las manos con una pícara sonrisa en su rostro–. Eres una muchacha bastante bonita, Linda. He de ahí tu nombre, supongo.
–La verdad, no tengo idea de por qué el nombre. –La joven volteará con su padre y éste reirá un poco apenado.
–Siendo sincero, a tu madre Genova le encantaba Aspania. Quería un nombre tradicional que empezara con «L», porque, de alguna manera, quería hacerle honor a la otra mujer que amaba. –Esto no le agradó mucho a Lavanda, la cual giró los ojos e hizo reír a Amadeus.