Era una tarde cálida y bastante despejada. Unas leves nubes flotaban en el cielo, como un campo lleno de arbustos dispersos por todas partes. Lucas, corría calle tras calle apurado y nervioso. El estrés y la vergüenza se apoderaban de él por cada minuto que pasaba.
Era un chico de aproximadamente unos 16 años. Su edad no era reconocida en el pueblo, ya que para muchas personas aparentaba de unos 13 años. Obtenía una estatura mediana y delgada, un cabello marrón oscuro un tanto alborotado y con leves rulos que salían de entre los demás. Resultaba que no tenía una vida simple y común. Había sufrido varios momentos embarazosos, desgracias y pérdidas. Como aquella vez, hace tres años, en su primer día en el liceo cuando sus compañeros, los cuales no aparentaban tener ningún papel importante y llamativo en la vida y los cuales debían ser forzados para lograr un objetivo, le gastaron bromas, lo trataron como un insignificante, alguien sin importancia alguna ni cualidades admirables hacia las demás personas las cuales ni siquiera estaban seguros si poseía.
El año pasado, lo habían expulsado de este mismo liceo, debido a su comportamiento aparentemente violento producido por la ira que contenía dentro gracias a los comentarios y reacciones de las personas que lo rodeaban. Por esta razón, ahora corría por las calles de Bakerthfail, desesperado por llegar a su nuevo y actual lugar de aprendizaje, la biblioteca pública nacional: Tales of wind. Tras haber sido expulsado del liceo anterior, había decidido estudiar por cuenta propia mientras sus padres intentaban conseguir el dinero necesario para enviar a Lucas nuevamente a un liceo, ya que estos estaban con bajos recursos económicos.
Lucas sabía que si paraba de correr, la biblioteca cerraría dentro de unas pocas horas. Apenas puso un pie por encima del escalón inicial de la larga escalera que la biblioteca tenía, cuando comenzó a sentir murmullos de gente provenientes de la recepción que viajaban a través de todos los pasillos de aquella enorme casona antigua hasta llegar a la puerta principal, donde se encontraba Lucas. A medida que se adentraba por los escalones principales, los susurros y murmullos se hacían cada vez más fuertes. Lucas jamás había presentido tal revuelo, y menos aquí, en la biblioteca. Cuando por fin se encontró dentro, vió a un montón de gente (casi todos habitantes conocidos de ese pueblo chiquito) alborotada, trasladándose de un lado a otro con paso ligero como si fuera a suceder una catástrofe o una terrible escena dentro de pocos minutos. Habían diferentes grupos de gente en los cuales todos opinaban, interrumpiéndose uno al otro constantemente para ser escuchados. Estresado por el movimiento contínuo, Lucas se empezó a preocupar. Conocía a la perfección las reglas de la biblioteca: “Nunca gritar ni alarmarse”, las cuales no se estaban cumpliendo, por lo que decidió acercarse sigilosamente a un grupo que se encontraba cerca de él para escuchar parte de las conversaciones e intentar entender lo que sucedía. Escuchó palabras tales como: “caso pilicial”, “asesinato”, “joven desaparecido”, esto lo asustó más. Ahora se dirigía confuso a la señorita Stacy Brown, una joven de unos treinta y cinco años aproximadamente, bien parecida y delgada. Desde hace seis años trabajaba como bibliotecaria en Tales of wind y conocía perfectamente los gustos y opiniones de cada cliente del pueblo. Era muy querida y reconocida por todos sus vecinos. Tenía la cualidad de ser muy carismática y alegre a la hora de ser recurrida. Sin darle atención alguna a Lucas, pidió silencio en la sala de la recepción, y tras escuchar estas palabras, Lucas comprendió de qué venía el asunto:
-Tengamos paciencia y calmemonos. El homicidio de ayer por la madrugada queda en manos, y solo en manos de la policía. Está sabrá adecuadamente como manejarlo. Por ahora, no nos queda más que esperar los resultados del caso sin alterarnos - La señorita Stacy hizo una pausa y continuó:
-Ni bien me entere de alguna noticia se las voy a transmitir de inmediato. Momentáneamente, la biblioteca cerrará hasta nuevo aviso.
Una ola de voces y reproches interrumpieron el pacífico silencio reinante y la atención de muchas víctimas.
Las últimas palabras de Stacy se alzaron, esta vez elevando el tono de voz para ser escuchada de entre toda la multitud:
-Les pido que se retiren y que regresen a sus casas intentando despejar su mente de este caso ¡Buenas noches!
Y tras pronunciar estas palabras, se retiró rápidamente del mostrador de la recepción para recoger sus cosas, cerrar la biblioteca y marcharse.
Lucas, un tanto confuso quiso hablar con la señorita Stacy, pero la notó seria y con una expresión de preocupación la cual supuso que se trataba de este caso y decidió no molestarla, irse a casa y esperar hasta el día de mañana, cuando en los periódicos y en la radio se transmita la noticia del homicidio hasta comprender los hechos.
Abrió la puerta de su casa con fuerza, dejó en la mesa su mochila y las cuadernolas de matemáticas las cuales no había podido utilizar debido al barullo producido minutos antes, siguió de largo hasta su cuarto donde se recostó en su mullida cama con gesto de cansancio. A los cinco minutos, cayó dormido.
Editado: 05.08.2021