Asfixia

Capítulo VII

Logan Hyde

Mis pasos dejaron el deambulo hasta llegar al frigorífico, abriéndolo de un tirón y sacando un botellín de cerveza mientras seguía escuchando las réplicas y quejas de Etna a mis espaldas. Aitor, Jacob y James permanecían callados, rehusados a rebatir pero, claro: Etna era demasiado testaruda como para cerrar aquel agujero tan matón como lo era su boca. 
Di media vuelta sobre mí, encarándolos mientras apoyaba mi espalda en el frigorífico con pereza, manteniendo una postura expectante hacia las palabras de la chica frente a mí. 
—¿Tú te das cuenta de la mierda tan grande en la que nos vas a meter a todos? —agregó amenazante, cerrando sus manos en puños como si pudiese estrangularme desde donde su sitio. Si había algo de lo que ella iba sobrada, era de carácter. 
—Deja de tocarme las pelotas. —me limité a decir, consiguiendo que ella apretara sus labios y estampara una de sus manos en mi pecho y provocando que mi espalda se aprisionara contra los imanes pegados en la superficie. 
—Te golpearía el otro ojo si pudiera. 
A mí no me hacía ni pizca d gracia. 
Después de haber encarado a la hija de los Mercury y acudir a la fiesta de celebración por la victoria en casa de uno de los miembros de defensa, la capitana del equipo, Amber McArthur, se acercó a mí con una de las sonrisas más cínicas del mundo mientras nos observaba a Jacob, a Etna y a mí. 
–¿Qué se te ofrece? 
Ella soltó una risa sin humor y encogió sus hombros. En una petición silenciosa, dejó que su copa fuera sostenida por mi compañera que, como yo, contemplaba sin comprender el acercamiento de la morena con aquel semblante tan inquietante. 
–Solo hacerte un pequeño recordatorio. 
Yo la miré totalmente confuso, y de un momento a otro su puño se estrelló contra mi ojo izquierdo haciendo que me tambalease sobre mis pies y retrocediera varios pasos. 
–La próxima vez que se te ocurra robar mi coche para tus mierdas, seré menos cuidadosa y te partiré el trasero de una patada. Gilipollas. 
Jacob me ayudó a reincorporarme mientras Etna rompió en carcajadas a mi otro lado al mismo tiempo que ella volvía a envolver el vaso entre sus dedos. 
–Y ni pensar en lo que te rompería si vuelves a amenazar a Dalia. 
Y seguido de ello, desapareció entre los invitados que se habían detenido a ver aquella escena tan morbosa.

Mi pulgar se movió hacia arriba con fuerza y la chapa salió volando hasta que finalmente se estrelló contra una de las lozas del suelo. 
–No tiene gracia –respondí con seriedad. 
–No intentaba hacerte reír. 
—A ver, espera, ahora hablemos enserio. —intervino Jacob acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz y colocando sus manos después al frente, en un gesto apaciguador mientras nos miraba con incredibilidad. 
—Lo estoy haciendo— respondí con simplicidad, haciendo que de nuevo Etna soltara una risa sin humor mientras negaba lentamente con la cabeza –Vamos a llegar a un trato y no hay nada más que hablar. Jack está muerto. No tenemos más fichas para mover. 
–Lo de Jack fue un accidente. –masculló James con la vista fija en el mantel que adornaba la mesa. 
–O sea, que la hija de Mercury te ve armado, la policía te detiene durante 48 horas hasta que Ethan consigue sacarte y tú te pones a negociar. ¿Pero a ti qué cojones te pasa? 
Etna estaba exaltada. Todos lo estábamos en una gran parte, pero eso tampoco serviría de nada ese encontrarnos con ese malestar.. 
—¿De qué os quejáis tanto? Queremos a Natalie de vuelta. Solo dos meses. Cuatro, y exagerando. 
—No así, Logan. —volvió a intervenir James, haciendo un ademán con su mano y apartando su cerveza a un lado –¿Sabes la diferencia que hay entre vender bolsitas con droga en fiestas y vender a una persona? 
La puerta fue aporreada varias veces y el silencio se produjo de momento. La conversación seguiría más adelante. 
Jacob se levantó hasta acercarse a la entrada principal y se escuchó la apertura del pestillo. Unos pasos firmes y acelerados comenzaron a escucharse hasta que en la cocina se adentró Ethan seguido del castaño que le abrió. 
–¿Pero cómo se puede ser tan idiota? –demandó alzando la voz mientras se acercaba a mí y me cogió del cuello de la camiseta –¿Qué coño haces robándole el coche a Amber? Y de mi propio taller. Me podrían haber denunciado, imbécil. 
–Solo para apuntar: tu taller es una tapadera. – señaló Etna llevándose una de las patatas de bolsa hacia su boca. Él ni siquiera se molestó en mirarla. 
–¿Qué pretendías que hiciésemos? Nos dejaste solos y la policía se presentó en la fiesta en la madrugada para echarnos a todos de allí –me defendió James con tranquilidad. 
–¡Pues me llamáis! Me llamáis y buscamos una solución coherente antes que robarle a la hija de un juez. 
–Las llaves aparecieron, estábamos solos y sin mucha alternativa. –la voz de Aitor contraatacó al rubio de forma desinteresada. Él me soltó de un empujón. 
–Fuimos cuidadosos, Ethan. No tienes de qué preocuparte –prosiguió entonces Jacob cruzándose de brazos. 
–¿Cuidadosos? Que os tienen grabados, panda de idiotas. 
La paciencia del muchacho parecía estar apunto de agotarse mientras nos miraba a todos, y aquellas últimas palabras sirvieron para que todos – excepto yo, que ya era consciente– reaccionaran de golpe con los semblantes totalmente confusos. 
–¿Cómo que nos tienen grabados? –demandó Aitor. 
Ethan se quedó unos segundos callado y se dio media vuelta para encararme. 
–¿No les has dicho nada? 
–¿Se puede saber de qué cojones estáis hablando? 
James se levantó con seriedad hasta colocarse entre Ethan y yo. 
–Logan… 
–Había cámaras en casa de Nick, justo donde nosotros estuvimos con el coche. 
Ni siquiera me molesté en mirar alguno de mis compañeros, mis ojos seguían sobre los del rubio, retándonos silenciosamente el uno al otro. 
En ese instante todos se pusieron nerviosos, paseándose de un lado a otro mientras maldecían silenciosamente. 
–¿Por qué creíais que me detuvieron? 
–Nos dijiste que Dalia te vio. –la voz de Etna sonó con reproche. Ethan comenzó a dar pasos por la cocina mientras rascaba su barbilla. 
–Solo te detuvieron a ti porque es la única cara que pudieron identificar en las grabaciones, pero estoy seguro de que entonces, por esa regla de tres, también me verían a mí con el coche de mi hermana. 
–¿Tu padre no te ha dicho nada? –preguntó Jacob mirándolo de soslayo. 
–Ni una palabra. 
–¿Entonces cómo sabes todo esto? 
–Tengo a un contacto de fiar en la comisaría que me ha puesto al día de todo. Eso, y que Dal comienza a sospechar bastante sobre mí. 
–Genial – James se cruzó de brazos y soltó una risotada sin gracia –. Estamos de mierda hasta el cuello. Y ahora qué. 
–Algo debe de estar tramando la policía. Tienen demasiadas evidencias. –dije volviendo a clavar mis ojos sobre Ethan. 
–La policía no, solo mi padre. 
–¿Llamáis “tramar” a ocultar? 
Etna se burló colocando sus pies sobre la mesa y acomodándose en la silla. 
–Debe de haber algo más. Dalia también está ayudándole y si lo hace es porque están buscando algo gordo, o apunto de encontrarlo. 
James resopló con impaciencia y se llevó una de las manos a la nuca. 
–En una escala del 1 al 10, ¿cómo de jodidos nos puede tener que estén apunto de descubrir algo? 
–No lo sé todavía, pero necesitamos despistar toda su atención de nosotros hasta que pasen los meses que pide Duarte. Solo hay que pensar en cómo apartamos de todo esto a Dal. 
–Pues será divertido quitarnos a tu hermana de encima. Eso se nos da bien 
Ethan miró a Aitor con molestia y, pegando su oído al de éste, gruñó: 
–Tócale un pelo y te vas a tirar lo que te queda de vida como Delhmer: tragando tierra. 
Un silencio ocupó la sala mientras cada uno de nosotros observaba con atención algún punto fijo esperando a la más mínima ocurrencia que pudiese salvarnos del problema que nos causaría si la policía se centrase en vigilarnos a nosotros. Podría pedirle ayuda a mi padre, pero una parte de mí quería que me evitase tener que acudir a él por ser uno de los orígenes de nuestros problemas. 
–No sé como pretendéis convencer a una persona que nos ha visto, a la que tenemos amenazada y que posee pruebas contra nosotros de que deje de mantenernos como sospechosos. –volví a escuchar que se quejaba Etna. 
–En realidad, podríamos decirle la verdad –contestó de inmediato Jacob enfatizando con su tono de voz las dos últimas palabras. 
–¿Tú te estás metiendo la mierda que vendemos o es que te aprietan las gafas? –reprendió James incrédulo sentado en la mesa circular frente a él. 
Ethan pareció mirarle con curiosidad, como si estuviese entendiendo lo que quería decir al momento. 
–No. Nosotros solo fuimos a buscar a un amigo que desapareció hace meses… –pronunció, dejando caer su espalda en el respaldo de la silla y dejado sus brazos colgar del mismo –, que nos lo encontramos enterrado, que intentamos llevarlo con nosotros en una lona prestada y que ahora buscamos al responsable tanto como ella. 
–¿Cómo cojones piensas que se trague esa estup…? –la joven a su lado quería romper en carcajadas hasta que Ethan la interrumpió. 
–No es ninguna tontería. 
Por supuesto que lo era. Era una completa insensatez que alguien como Dalia pudiese creerse que todo aquello se tratara solo de un rescate, y era mucho más sencillo buscar una piadosa mentira que nos dejara de cabrones pero legales antes que aquella escusa barata. 
–Hablar con ella sería como hacerlo con su padre: si hay que confesar algo debe estar bien planeado. –escuché a James decir cruzado de brazos. 
–Tampoco necesitaremos un largo argumento de qué pasó. A fin de cuentas se trata de gente de la zona San Roque, la policía no querrá disputas. Lo dejarían como un ajuste de cuentas. Y si le demostráis vuestra inocencia os puedo asegurar que nos defenderá ante mi padre, y lo haremos repasando todos los cabos sueltos que nos hemos podido dejar por el camino. De esa manera tendremos a Dal y a la policía totalmente ajena. 
Miré a Ethan mientras hablaba con una ceja arqueada. Él mismo parecía creerse sus propias ilusiones. 
–¿Y George? Porque dudo mucho que eso de que sean asuntos de San Roque le atemoricen: fue compañero de mi padre en su momento y sabe cómo funciona esto. 
Se acercó a la orilla de la mesa y nos echó un rápido vistazo a cada uno de nosotros. 
–De mi padre me encargaré yo personalmente. 
–¿Cómo piensas explicarle a tu hermana que movimos el cuerpo hasta el largo? 
–No lo movimos nosotros –contestó Jacob de momento. 
–No es una buena idea – espeté sin más y dejé el botellín sobre la mesa. 
Aitor permaneció callado todo el tiempo y Etna fruncía el ceño por cada sandez que decían lista para despotricar con sus “humildes opiniones”. 
–Concuerdo con él aunque me cueste reconocerlo. La tía al fin y al cabo es lista de cojones: vio a Logan armado, robando un coche, portando una lona… 
–Vacía –completó James –. En ningún momento nos vio con Jack. 
–De hecho, nosotros tenemos más motivos para pensar que fue ella la responsable. Ambas veces que fuimos, ella también estuvo allí. –prosiguió Jacob. 
–Se trata de mostrar que no tenemos nada que ver. –añadió Ethan.
–Oye, pues a mí esas dos me caen estupendamente bien –cambió de tema Etna con una sonrisa de lado. Yo le lancé una mirada incrédula –La primera es una esquizofrénica lúcida que, no solo ve a este idiota junto al cuerpo de Delhmer, sino que también tiene los santos ovarios de meterle en el calabozo de la comisaría durante dos días; y la otra es una casi abogada a la que si le robas el coche te pega una paliza. Son la leche 
–Ojo ahí, lo de la detención nos ha venido de perlas. –apuntó James moviendo su cabeza –. Con un poco de suerte a lo largo de la semana volverán a aparecer asfixiados y si Logan estaba detenido cuenta con ventaja, también será una coartada viable. 
–Pero solo para él… –intervino Aitor casi ausente. Ethan resopló y volvió a retomar la conversación con pesadez. 
–Basta ya. Todavía tenemos que pensar cómo conseguimos esto sin levantar sospechas. 
—Eso está hecho. 
Avancé en pasos grandes hacia la despensa y elevé mi mano hasta el estante que había al lado de la puerta. Mis dedos se enredaron en una de las correas oscuras y caminé de vuelta hacia donde todos me miraban vacilantes por lo que les enseñaba. 
El sonido del macuto chocar con la mesa hizo que todos lo observaran con cautela y prudencia. 
—¿Esa no es la mochila de Dalia? —Etna interceptaba señalándola con una sonrisa de lado. 
—¿Aún la tienes tú? –demandó el rubio sin retirar sus ojos de ella. 
–Vi conveniente guardarla por si las moscas. 
–No. La cogiste para evitar que lo hiciese la policía, ¿entendido? –el teléfono de Ethan sonó interrumpiéndole. Miró la pantalla y se encaminó hasta la salida no sin antes volver a encararnos –. Hagáis lo que hagáis, recordad: somos inocentes. Os veo por la noche, debo ir al trabajo. 
Una vez salió de la casa, todos los presentes nos miramos, algunos con preocupación y otros con nerviosismo: yo solo estaba inseguro de aquel plan en el que la verdad la cambiábamos desmesuradamente. 
–Entonces solo se trata de alterar todo lo que ella sabe y que nos tenga como una especie de aliados. –dijo James, sentándose lentamente en la silla y rompiendo el silencio tras la ida del rubio. 
–¿Merece la pena seguir con todo esto cuando ni sabemos sobre Natalie? –la voz de Aitor se hizo presente, llamando nuestra atención. 
–Está viva. Es todo lo que necesitas saber. –contesté. 
–¿Por cuánto tiempo, Logan? ¿De verdad confías en Mike? –intervino Etna –Con tu mierda de trato solo estamos vendiendo a Ethan y te está importando un comino todo lo que hace por nosotros. 
Natalie era mi hermana y no iba a dejar su vida en manos de alguien que actuaba tan imprudentemente como lo hacía Ethan. Así de fácil. Sentía que mis planes serían muchos más efectivos y prácticos que los que Mercury se dedicara a idear. 
Yo la necesitaba de vuelta. 
Lo único que sabía sobre ella es que estaba viva, o eso era lo que Morgan se había preocupado de asegurarnos hace un par de semanas, porque si Michael se había encargado de hacerme tal barbaridad no sabía como tomarlo: como un error de los pocos que comete o como una venganza que no viene a cuento y sin razón aparente. 
Si tenía que ser honesto le temía, porque mientras yo me desesperaba los días iban pasando, y si su abstinencia inclinada a aquel juego tan estremecedor estaba alargándose con tanta valentía y paciencia —de la que recordaba que él tenía más bien poca— era porque se trataba de mí, o porque estaba preparando la peor experiencia de una manera exclusiva. Michael siempre sería Michael. 
Aquello no les había hecho ninguna gracia saberlo, que después de todo yo era el que lo conocía, sabía sus intenciones e incluso el rumbo de todos ellos. Admitir aquello era hacerlos estallar de desespero y lo cierto era que dudaba profundamente que les doliera traicionar a Ethan tanto como yo planeaba, lo que más les estaba perturbando es que tenían poco tiempo para salvar a Natalie o perderíamos a una de los nuestros. 
Habría hecho lo posible para que nada de esto sucediera si hubiese estado en mi mano, pero al fin y al cabo yo me sentía en la encrucijada, porque la emboscada dependía de un hilo y no quería malgastar aquella ventaja que teníamos sin antes usarla totalmente a nuestro favor. La necesitábamos. 
No sabía si lo que Michael pretendía en los últimos días era colaborar y ayudar o simplemente seguía con sus planes involucrándonos sin siquiera inmutarse. 
Etna se sentía impotente, bastaba con mirarla a la cara y ver su semblante de desgano. 
Jacob persistía con su apariencia tranquila. Aunque era el más reservado no era novedad alguna que por su cabeza se pasearan las conjeturas más desgarradora que lo hacía ponerle en el peor de los casos y que finalmente provocaba un desequilibrio emocional capaz de desarmarlo. 
James, por otro lado, era el más evidente de entre todos nosotros, porque desde siempre había sido un partidario en la transparencia y su indiferencia de que notes cuán devastado, molesto o incluso nervioso se encontrara. El disimulo no era su fuerte en situaciones como la misma. 
Mientras tanto, Aitor se limitaba a sostener entre una de sus manos su teléfono mientras que la otra estaba introducida en su bolsillo. Ausente y consciente. 
—¿Tú no vas a decir nada o qué? —él me observó con un aspecto neutral —Se aceptan ideas. 
—¿Quieres que te diga lo que pienso? Pues bien. Actúa de la manera que te salga de las pelotas. Ethan no va a poder vivir para contarlo si seguimos tanto su plan como el tuyo a raja tabla, y tampoco es una idea agradable dejar a Natalie allí. 
—Recuérdame por qué estas con nosotros –comentó con desagrado James sin mirar a Aitor. 
–Dorian me recomendó. 
–Pues vaya recomendaciones de mierda. 
Él guardó su teléfono con pereza, mientras sus ojos divagaban por el techo. 
—Vamos a ser conscientes de algo —volvió a hablar Jacob, llamando la atención de todos —. Nos tienen cogidos por los huevos. Dimos un paso arriesgado y hemos acabado peor o igual de como estábamos. Tú, Logan, has dado otro por tu cuenta que también nos va a costar un precio a la hora de reanudar, porque amenazar a la hermana de Ethan no es que haya sido muy inteligente. No creo que valga la pena jugársela mucho o vamos a acabar hasta el cuello de los chanchullos de Mike. En este momento nos llevan mucha ventaja, además de que algo perjudicial que hagamos es algo que repercutirá a Natalie. 
—Lo primero es deshacernos de Dalia. Solo así la policía podría darnos un respiro. Tal vez tenerla de nuestro lado no es tan malo como suena –soltó Etna mirándonos alternativamente. 
Y sinceramente no pude quitarle la razón. 
 



#2758 en Detective
#833 en Novela policíaca
#8646 en Thriller
#4976 en Misterio

En el texto hay: romance, terror, psicosis

Editado: 12.05.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.