Dalia Mercury
Alrededor de la media mañana y aprovechando la escasez de estudiantes que disfrutaban del entrenamiento intensivo sobre los jugadores del equipo, decidí esperar a Amber hasta gozar de un almuerzo juntas aquella tarde del viernes. Apenas había pasado casi una semana del encuentro de Jack, y oficialmente llevaba 7 días muerto, dentro de los cuales toda la ciudad parecía estar patas arriba a la espera del próximo cadáver en aparecer y no registrarse ningún otro secuestro.
Que supiéramos.
También pensaba en Tyler, y era prácticamente seguro que fue secuestrado por aquel (o alguno de ellos si en realidad habláramos de mas de un responsable) homicida. Su coche fue inspeccionado de arriba abajo, pero no hubo rastro de él.
También recordé la conversación con mi hermano aquella misma noche del partido, después de ser amenazada por Hyde y enterada por mi hermano sobre el descubrimiento del desaparecido del momento.
Primero me llevó a uno de nuestros bares de bocatería que más nos gustaba ir de pequeños, y aunque mi hermano por aquel mismo entonces estuviera apunto de cumplir sus 30 siempre mantenía un espíritu aniñado y risueño cuando nos acercábamos a lugares como aquel.
Allí, después de pedir al camarero y elegir una de las mesas que daban con la ventana, sus manos tomaron las mías sobre la mesa y una sonrisa afligida se postró en sus labios mientras las contemplaba.
Su rostro se iluminaba con las tenues luces de los coches que transitaban la carretera a nuestro lado.
—¿Recuerdas cuando tuve que volver hace 3 meses a casa?
Asentí de inmediato. Cuando mi hermano cumplió mi edad decidió independizarse en un apartamento de fuera de la ciudad con sus ahorros mientras vivía del taller de automóviles que había levantado unos meses atrás.
Después de estar durante 7 años diseñando y acomodando su propio hogar, tuvo que volver a casa luego de que el bloque se incendiara. Reviví mentalmente el momento en el que llegó a casa: con sus manos magulladas, rastros de sangre por su piel y con solo una maleta que fue lo único que pudo salvarse de entre todas sus pertenencias. Mis padres no dudaron en abrirles las puertas de casa y yo, gustosa de volver a tenerle en mi día a día, me volví a sentir mas completa que nunca. En aquel mismo entonces coincidió con las extrañas visiones, algunos sueños y sonidos que parecían inundar mi cabeza de vez en cuando hasta hacerse rutina, y semanas de que él volviese me diagnosticaron esquizofrenia paranoide pero con un nivel bastante despreocupante. Se convirtió así en el apoyo que jamás pensé que necesitaría nunca.
—Claro que lo recuerdo.
—Eres una de las personas que más quiero y querré en toda mi vida, y necesito serte honesto —yo lo miré con seriedad esperando a que prosiguiera —. A lo largo de mi vida me he dado cuenta de que nunca podrás estar verdaderamente seguro ni de algo ni de nadie. La certeza es algo que muy pocas veces tendrás contigo, pero que yo quiero estar dispuesto a darte siempre.
—No sé a dónde quieres llegar exactamente.
—Sé que desconfías de mí, sé que piensas que en este momento puedo parecer incluso alguien completamente diferente con respecto a quien tú sueles querer pero… —hizo una diminuta pausa y tomó una profunda respiración —nunca dejaría que algo de lo que yo hiciese te repercutiera.
—Ethan…
—Puede que en los próximos días o incluso semanas las cosas se pongan difíciles, confusas e ilógicas. Es posible que incluso tomen un tono violento, pero si hay algo de lo que yo estoy seguro es de que te protegería con toda mi alma hasta cuando ni siquiera sea imposible para mí estar a tu lado.
Una de sus manos bajó hasta los bolsillos de su chaqueta, rebuscando en su interior y sacando después lo que parecía un pequeño sobre de material recio y fuerte, con un color grisáceo.
—Debes guardarlo, y en el momento en el que no sepas dónde acudir porque no puedas contar conmigo por cualquier razón, quiero que lo abras. Tendrás la respuesta que necesites.
Debía admitir que el sobre en sí tenía un peso curioso, pero preferí no preguntar: sabía de sobra que no me contestaría.
Aquella noche fue una de las que tanto extrañaba. Disfruté de una cena junto a él y logré quitarme de la cabeza todo lo que rondaba durante días y que no me dejaba conciliar el sueño con tranquilidad.
Mi atención volvió entonces sobre las imágenes delante de mí que, con disimulación por si algún estudiante aparecía de repente, enseñaban los cadáveres Jack Delhmer a mi derecha y el de Simon West a la izquierda: ambos con sus caras pálidas, ojos y labios entreabiertos y heridas en distintos puntos. A simple vista todo parecía hecho a manos de la misma persona, pero detrás de aquella verdad las distinciones me obligaban a creer que se tratara de diferentes sujetos. Simon seguía los patrones predeterminados, Delhmer se alejaba bastante.
Pensé en Logan, en sus palabras, en sus ojos que por un momento me parecieron sinceros y honestos, en su propuesta de ayudarme. Parecía necesidad y ese simple pensamiento me hacía reflexionar. ¿Por qué le molestaba que se pensara que él era el responsable si se mantenía firme con sus palabras de que era inocente? Solo una conciencia intranquila era capaz de actuar de tal manera: el que nada teme, nada debe.
Si quería tratar de darme información que supuestamente me sirviera estaría bien, porque solo yo decidiría si tomarla o no.
—No sé como duermes por las noches mirando esto todo el jodido día, Dal.
Amber se sentó a mi lado con la respiración jadeante y ojeó de soslayo las imágenes sobre mi regazo mientras yo leía uno de los documentos que mi padre quiso dejarme sobre los secuestros producidos en 2008, que no es que fuese a sacar mucho pero me fascinaba el constante parecido de aquellos años a lo que ocurría por aquel entonces. A simple vista parecía un caso fácil con todo lo que teníamos. No era suficiente. Había algo más y se nos escapaba.
—¿Quién te ha dicho que duerma?
Hizo una sonrisa en respuesta como yo y bebió de su botella de agua guardada en el macuto de deporte.
—Oye —comencé a decir dedicándole una mirada analizadora —, ¿qué tipo de recado le diste a Logan exactamente?
Se encogió de hombros mientras carcajeaba ligeramente.
—Lo que había pedido a gritos. Nadie toca mi coche.
Negué ligeramente con la cabeza y en el fondo quise agradecérselo aunque mi lado más político sobresaliera siempre. Hizo lo que honestamente a mí también me habría encantado aunque el valor me faltase.
Volví mi vista hacia las imágenes delante de mí y Amber se quedó por unos segundos recuperándose a mi lado mientras el breve descanso del entrenamiento tomaba lugar. Su voz volvió a resonar a mi lado.
—Oye, dime en qué se diferencia criminología de la carrera de Historia —demandaba mientras su curiosidad la hacía observar las imágenes con algo de temor e incomodidad —. Te pasas el día viendo muertos.
—Pues que en Historia solo se ven cuando estaban vivos —la miré elevándole la imagen de Jack mientras la señalaba con mi dedo —, yo los veo descomponerse.
Una mueca de horror se adueñó de todo su rostro y fue inevitable reírme de aquel semblante.
Nuestra conversación se dirigió más tarde hacia unos planes que pudiésemos hacer el domingo para poder eliminar aquella tensión que nos invadía cuando nos percatábamos de que los exámenes y proyectos de aquel año se avecinaban, y con ella, nuestra graduación de la Universidad.
Ella estaba totalmente impaciente y yo imploraba que aquel desastre que se estaba produciendo en Rixton estuviera resuelto para cuando nosotras finalmente cerráramos aquella etapa: era difícil pero lo deseaba con fuerza.
Quise despegar por unos segundos toda mi atención lo que tenía entre mis manos e intenté fijar mis ojos en algún punto en concreto sobre el campus, pero parecía imposible. Estaba en todos lados.
—¿Qué pasa?
Amber me miró con extrañeza hasta que se dio cuenta de lo que observaba con cautela desde nuestras posición.
—Estás inquieta con ellos, ¿verdad?
—Últimamente no sé que pensar, Am. Tal vez es cierto que me estoy precipitando y hay cosas que siento y verdaderamente no son como tal. Desde que hablé con él, todos mis esquemas se han puesto en duda.
—Puede que estés empatizando.
—O puede que solo pierda el tiempo.
Un suspiró salió de mis labios y guardé todo lo que consultaba en una de las carpetas oscurecidas para introducirlas en mi bolso.
—Lo estás haciendo genial, Dal. Estás examinando tu propio terreno. Un comienzo nunca será fácil pero tampoco es imposible. Has conseguido mucho y no debería dejarlo como si nada.
Una idea cruzó por mi cabeza. Estaría dispuesta a salir de dudas de todas las maneras posibles, cerrar el capítulo de Logan y sus compañeros y ponerme en busca de un hilo que me trajese algo mejor cuando tirara de él.
—Me dijiste que los conoces a todos, ¿verdad?
—Se puede decir que sí.
—Creo que podría avanzar más si intento saber quienes son cada uno. No sé si mi padre sabe de ellos pero sería beneficioso si conozco un poco el entorno de Logan.
—Muy bien… —murmuró Amber dejando su espalda caer sobre la fila de asientos que se situaba sobre la nuestra y cruzó sus brazos sobre su pecho —¿Por dónde empezamos?
—Cualquiera.
—La chica —comenzó señalando con la cabeza a la joven mantenía las manos en las caderas y sus labios curvados con una de las comisuras más elevada en una sonrisa de autosuficiencia —. Se llama Etna, creo que escuché en una ocasión que es coreana. Tiene 22 años, como nosotras, y muy mala leche. La han sacado en ocasiones de los partidos por lesionar a alguien del equipo contrario, pero es bastante buena jugadora.
—¿Por qué no jugó la otra noche?
—Tuvo una especie de lesión en la espalda, o eso fue lo que le dijo a la entrenadora. Supongo que sería mentira y querría tenerte vigilada por cualquier motivo.
—Eso es genial. —comenté con ironía mientras me detuve a contemplarla con detenimiento.
Tenía una larga melena oscura, trenzada sobre su espalda llegaba a su cintura, una mirada profunda y un semblante enseriado. Daba la impresión que te dislocaría todos los huesos con tan solo saludarla, pero en aquel mismo instante, mientras conversaba con uno de ellos, percibías una especie de simpatía.
—El buenorro que habla con ella es James. Es uno de los mejores defensas, un poco callado y reservado pero bastante agradable —prosiguió con su narración e hizo una pequeña pausa —. Por lo que sé, lo abandonaron de crío y la familia de Logan le adoptó, así que aunque no haya papeleo de por medio, es como si fuese su hermano.
Posé mis ojos sobre él. Era corpulento y alto como Logan, con una piel chocolate tal cual mi amiga y una sonrisa reluciente que podría embelesarte con una rapidez inaudita.
—Y sinceramente, es lo único decente que veo de toda esa pandilla de salvajes.
—¿Y el de las gafas?
Avisté al muchacho sentado junto a Logan. Su cabello era castaño, con ojos color avellana y desprendía una inexplicable alegría.
—Se llama Jacob. Es un chico bastante agradable. Kath intentó tirarle los tejos hace un par de meses pero le dijo que el día que tuviese un rabo colgando lo llamara.
La miré con desbarajuste y ella sacudió sus hombros.
—No necesito saber las preferencias sexuales, gracias.
—Nunca sabes cuando puede hacerte falta saber a quién se come cada uno.
Ambas rompimos en una pequeña risa.
—Y dime, ¿le harás caso a Logan? Irás esta noche con él.
En mi cabeza vacilaban varias opciones. Una que se comenzó a repetir más de lo normal fue denegar aquella propuesta tan absurda. No me sentía cómoda, mucho menos segura, y estar a solas con él en un sitio tan escalofriante para mí como lo era en el mismo lugar donde lo conocí, el bosque, era la última de las cosas que querría hacer un jueves por la noche.
Me detuve a observarlo disimuladamente. Era inevitable sentir aquel escalofrío con solo pensarle.
Por otro lado consideraba lo que podría ganar: si sus planes eran sorprenderme con algún tipo de prueba o incluso el hecho de intentar algo contra mí si se tratara finalmente del asesino yo iría totalmente preparada mentalmente para cualquier tipo de situación. Me ponía nerviosa, pero sabía que en el fondo no le tenía miedo. Llegué al punto en el que me cuestioné si todas esas sensaciones que me provocaba era por el pavor de pensar que mi búsqueda hacia un asesino finalmente fuese él, que yo estaba en lo cierto; también me replanteaba que podría ser el morbo de conocer tanto como él aseguraba que decía, descubrir lo que tuviese que decirme o enseñarme y que pudiera dar un salto grotesco sobre aquella investigación tan cargante.
Y por otro lado, tenía una jugada diferente contra él.
Si lo que quería era enseñarme un reaparecido o algún asunto similar estaba segura de que, de ser el culpable, lo dejaría preparado para el momento en el que acudiéramos juntos.
No me apetecía que me diese por tonta.
—Había pensado en adelantarme, quiero inspeccionarlo todo antes de encontrarme con él y cerciorarme sobre el ambiente, observar que todo está bien.
—Eso es muy arriesgado, ¿piensas ir sola?
—No pienso volver a exponerte, Amber.
—No me gustaría que fueras sola.
—Es que necesito resolver algunas cosas antes de que Logan pueda intentar engañarme o convencerme.
—¿Cómo por ejemplo?
—Recibir un mensaje sobre que Jack estaría en el bosque, un cambio de lugar del cadáver, la lona vacía cuando en realidad iban a rescatarlo. Suena todo como una mísera mentira.
Se quedó durante un instante en silencio, contemplando el horizonte con seriedad.
—Está bien. No pienso ser un obstáculo, pero has de saber que no me gusta en absoluto lo que piensas hacer —dio un respiro cerrando sus ojos —. Sin embargo, te ayudaré en lo que necesites.
—Me basta con que ni Ethan ni mi padre se enteren.
—Genial.
—Y si pudieras hacerme un hueco en tu casa… no me gustaría que mi padre o mi hermano supieran algo y tuviera que volver pronto a casa.
—¿Por lo de que vas sola al bosque o porque vas con Hyde?
—Por ambas.
La entrenadora Beel sopló del silbato advirtiendo a todos los jugadores sobre la vuelta al entrenamiento de manera instantánea. Mi amiga resopló con cansancio y colocó el casco sobre su cabeza colocando en un rápido movimiento la protección bucal.
—Puedes estar tranquila por la parte que me toca. —sus pies comenzaron a descender por la grada —. Te veo en un rato. Debo ir a dislocar muchos huesos.