Mañana siguiente – salida de la aldea Braskh
El cielo estaba teñido por los primeros rayos del alba. Una neblina dorada envolvía los caminos de tierra mientras los gallos cantaban y los aldeanos comenzaban su rutina. Pero junto al portón carcomido de madera… dos figuras se despedían.
Kael estiraba los brazos con su clásica sonrisa despreocupada, mientras Brax amarraba una bolsa con frutas sobre su espalda.
Anciano del puesto de frutas (con voz temblorosa):
—Cuídate, hijo. No nos diste tiempo para estar contigo lo suficiente... Pero esta vez, cuando vuelvas, que sea como alguien grande, ¿sí?
Brax (abrazándolos con fuerza):
—Volveré pronto abuelo. Y esta vez, no con las manos vacías.
Con la frente en alto… y con un propósito.
A su lado, el niño sarcástico los observaba con los brazos cruzados y una ceja arqueada.
Niño (burlón):
—Más te vale que te vuelvas más fuerte, viejo.
Al menos intenta llegar al nivel medio... antes de que mueras por idiota.
Kael (riendo de manera exagerada):
—¿Nivel medio? Bah! ¡Voy por el nivel supremo, pequeñín!
¡Voy a controlar el agua como un maldito dios! ¡Nadie me detendrá! ¡Todos me adoraran como un dios soberano y supremo!
Los ancianos, Brax y el niño respondieron al unísono con resignación:
—Está demente.
Ambos se despidieron, caminando por el camino de tierra mientras el sol nacía sobre sus espaldas.
Camino de salida, colinas de Kaer Marún
Kael (curioso):
—Así que... ¿los abuelos del puesto eran tus abuelos de verdad?
Brax (serio, mirando al horizonte):
—Sí. Ellos me criaron cuando la pandilla principal de esta región... mató a mis padres.
Kael (tono sombrío):
—¿Y cómo son esos malnacidos?
Brax (clavando los ojos en la tierra):
—Sádicos. Despiadados. Se alimentan del miedo.
Esta región es su patio de juegos, y la sangre... su pasatiempo.
Los hombres que no se unen a ellos, desaparecen.
Los que resisten, mueren.
Los que obedecen… se convierten en monstruos.
Kael apretó los puños. Un silencio tenso flotó.
Kael (mirándolo de reojo):
—¿Y Dominion? ¿Ellos les dan órdenes?
Brax:
—No… pero si ven que algo se sale de su “equilibrio”, envían a uno de sus Generales.
Y esos sí son auténticos demonios.
Kael:
—¿Todos?
Brax (voz baja, casi un susurro):
—Todos.
Pero hay una… la más temida. La Segunda General.
Dicen que es una adolescente.
Joven, hermosa… y completamente letal.
Una prodigio. Una estratega sin igual.
La llaman La Reina Carmesí.
Puede detener tu corazón… con un chasquido.
Kael (deteniéndose, traga saliva):
—¿Cómo...?
Brax (mirándolo a los ojos):
— Es una cuádruple y su elemento dominante es el agua. Pero no cualquier agua.
Ella controla cada molécula, cada átomo.
Puede manipular la sangre que fluye en tus venas.
Puede hacerte estallar desde dentro, como si fueras un globo de carne...
Kael cierra los ojos un instante. El recuerdo de los gritos de su hermana lo golpea como una ola.
Kael (voz ronca):
—Tenemos que volvernos más fuertes.
Más que nadie.
Ambos se miran. Y con fuerza, chocan sus puños.
Corte a: Región Kaer Marún – Aldea más lejana
El aire era denso, lleno de humo, miedo... y sangre.
En medio del destrozado salón comunal de una aldea, improvisado como sala de audiencias, se encontraba un trono tosco hecho de madera podrida y hierros oxidados.
En él, sentada como una emperatriz inmortal, estaba la segunda general de Dominion…Layne.
Uniforme impecable, entallado, con detalles dorados que destacaban el número II bordado en su hombro.
Cabello negro azabache recogido en una cola alta que caía como seda.
Ojos marrón dorado afilados, calculadores, crueles.
Sus piernas cruzadas.
Su expresión… puro desdén.
Frente a ella, diez pandilleros arrodillados, con las manos atadas, temblaban mientras los soldados de Layne los rodeaban con armas listas.
Layne (voz suave, pero afilada como una daga):
—Qué lástima.
Se decía que eran los perros más rabiosos de esta región.
Y aquí están… jadeando como ratas.
¿Todo ese alboroto para esto? ¿Ni un solo arcáneo? ¿Ni un reto verdadero?
Uno de los pandilleros, con fuego literal en sus pupilas, escupió sangre y furia.
Pandillero (gritando):
—¡Eres solo una perra de Dominion! ¡Una maldita esclava que solo sigue ordenes de su amo! ¡ERES MÁS MISERABLE QUE NOSOTROS!
Layne ladeó la cabeza.
Su sonrisa… fue como un veneno dulce.
Layne (tono gélido):
—¿Miserable...?
Querido, mientras ustedes viven en pocilgas, yo duermo entre sábanas de seda.
¿Amo? No. Yo sigo mi diversión.
Y ustedes… no han sido más que una pérdida de tiempo.
Y hacerme perder el tiempo… es pecado capital.
(Silencio mortal)
Layne (sacando lentamente un guante):
—Así que…¿Cómo desean morir?
¿Sin aire o estallando?
Elijan rápido. Tengo una cita con el infierno a las tres.
Nadie respondió.
Uno escupió. Otro cerró los ojos resignado.
Ella sonrió.
Su mano danzó con elegancia letal. El pulgar comenzó a deslizarse con el dedo mayor…
Uno de los pandilleros comenzó a convulsionar.
Sus venas se hincharon.
Sus ojos se tornaron rojos.
Su garganta… chirrió.
Editado: 24.08.2025