Ashes Of Dominion: Sangre y Elementos

Episodio 16. La Furia del Arcáneo

En la mañana siguiente…

La bruma de la mañana se deslizaba lentamente por las laderas de la montaña, cubriendo con su aliento fresco los entrenamientos de rutina. El crujir de las hojas y el eco del viento eran apenas audibles frente al choque seco de la madera contra la piedra.

Frente a la casa, en el claro donde entrenaban, Kael, Brax y Lyra empuñaban espadas de madera, el rostro cubierto de sudor y una mezcla de emoción y nerviosismo por el arduo calentamiento con espadas desde muy temprano en la mañana. Ginthar estaba parado frente a los tres chicos con una espada de madera, con una expresión imperturbable y calma que helaba la sangre, firme como una montaña.

––Muy bien muchachos, ahora quiero comprobar con mi propia espada el progreso que han tenido. ––dice Ginthar con una mirada desafiante.

––Pero maestro, ¿no es muy pronto para eso? ––dice Brax con nerviosismo en el rostro.

––¡Genial! ¡Lucharemos contra el viejo! ––dice Kael con entusiasmo desbordante y una mirada desafiante penetrante.

––No me gusta mucho a donde va todo esto. ––dice Lyra insegura.

––¡Vamos! Adelante muchachos atáquenme al mismo tiempo con todo lo que le he enseñado hasta ahora. ––dice Ginthar eufórico por la emoción, hace mucho tiempo que no entrenaba de esta forma y que no combatía con nadie, estaba muy emocionado de volver a sentir la adrenalina de una pelea.

Los tres chicos asintieron con respecto a su maestro. El primero en atacar fue Kael, avanzo con un impulso torpe pero decidido; su espada de madera descendió en un arco amplio que el maestro desvió con un giro sutil de muñeca. El golpe resonó en seco, y Kael retrocedió tambaleante, intentando recuperar la postura.

Brax no espero a que Ginthar volviera a ponerse en guardia y se lanzó con pasos rápidos, buscando un ángulo distinto, pero su respiración acelerada delataba la ansiedad. La espada de Ginthar apenas se movió, desviando la embestida y forzando al muchacho a girar sobre sus talones para no caer.

Lyra por su parte estaba más contenida, aguardando el momento justo para atacar. Sus ojos no se apartaban de los movimientos de su maestro. Dio un paso firme, midiendo la distancia, y cuando finalmente ataco, lo hizo con un trazo más corto, más controlado. Aun así, el choque revelo su debilidad: sus brazos temblaron al sentir la fuerza precisa con la que el maestro bloqueaba su golpe.

El aire se llenó de chasquidos frustrados: madera contra madera, un eco repetitivo que marcaba el entrenamiento. Los chicos jadeaban, las espadas se alzaban y descendían en movimientos desordenados, aprendidos, pero aun faltos de maestría. Ginthar, en cambio, permanecía inmutable, firme como una montaña, cada desplazamiento suyo era fluido, casi silencioso, como si flotara sobre el suelo, se notaba los años de experiencia del ex general marcados por innumerables batallas contra pandillas.

Poco a poco, la tensión se acumulaba en los músculos de los chicos. Las ropas pegadas a la piel, las manos entumecidas por el agarre fuerte de la espada y, aun así, ninguno retrocedía. El sudor resbalaba por las mejillas de ellos, cayendo sobre el suelo que ya estaba marcado por los pasos frenéticos y los tropiezos inevitables. El jadeo de los tres se volvió un coro disparejo, interrumpido por pequeños bufidos, resoplidos y gestos de frustración. Aun así, en sus ojos ardían una gran llama ardiente de pura determinación: detrás de la torpeza, el cansancio y los golpes desviados, había una chispa indomable que no dejaba de crecer.

Cada intento de ataque era respondido con la misma calma impecable de parte de Ginthar. Kael una vez más volvió al ataque con más fuerza y mayor determinación, levantando su espada como si cargara el peso del mundo, el maestro desvió el golpe con un gesto tan leve que parecía un simple movimiento para apartarse una mosca. Kael quedo girando sobre sí mismo, trastabillando de manera tan ridícula que casi termino en el suelo, aunque logro recomponerse con una seriedad forzada, aunque tenía más fuego en la mirada y una sonrisa de satisfacción, aunque la frustración lo estuviera comiendo por dentro.

Brax siguiendo los pasos de su capitán, corrió en línea recta con gran frenesí, los pasos resonando como tambores de guerra, con una expresión feroz que traicionaba su torpeza. Su ataque fue tan veloz como descontrolado. El maestro apenas inclino la espada, y Brax paso de largo, frenando de golpe con un jadeo exagerado. Su respiración descompasada parecía más la de un corredor que la de un espadachín y, sin embargo, sus ojos ardían de determinación, negándose a ceder.

Lyra mas calculadora que ellos dos, seguía cada movimiento, cada mínimo desplazamiento del maestro con detenimiento. Cuando al fin avanzo, lo hizo con pasos tensos, marcados, y lanzo un golpe corto y preciso, Ginthar sonrió con orgullo. La colisión de espadas resonó como un trueno contenido, los brazos de Lyra temblaron al sentir la diferencia de fuerza. Sus dientes se apretaron, negándose a retroceder.

Ginthar con una gran sonrisa de orgullo por la gran determinación inquebrantable de sus pupilos. Cada ataque que los chicos lanzaban era respondido por su maestro con la misma calma implacable, los hacia girar, retroceder, chocar entre ellos, obligándoles a descubrir que la espada no era solo fuerza bruta, sino equilibrio, paciencia y control.

Los tres chicos estaban exhaustos, apenas lograban mantenerse en pie, pero en sus miradas brillaba algo nuevo: una mezcla de respeto, orgullo y una determinación que no se dejaba quebrar.

––Excelente muchachos lo hicieron muy bien. ––dice Ginthar con una gran sonrisa. ––Aun hay mucho que mejorar, pero al fin lo están entendiendo bien.

––Tengo que admitir que fue increíble. ––dice Lyra jadeando con una sonrisa de satisfacción.

––Estamos mejorando mucho. ––dice Brax tirándose al suelo exhausto. ––Maestro usted realmente es increíble.

––¡Fue fabuloso! ¡Maestro hay que volver hacerlo! ––Kael con ambas manos arriba, estaba más eufórico que nunca.



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En el texto hay: elementos, anime, aventura humor

Editado: 24.08.2025

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