Valyria, Bosque de Arka
El cielo se había convertido en un lienzo de negrura y furia, donde la lluvia torrencial caía con una violencia implacable, golpeando ventanas y tejados en un tamborileo incesante. De repente, la oscuridad se rompía con el latigazo cegador de un relámpago que iluminaba el paisaje por un instante espectral, revelando los contornos empapados de los árboles y las calles. Apenas unos segundos después, un trueno cavernoso rugía con una potencia estremecedora, haciendo vibrar los cristales y asentándose en el pecho con su estruendo profundo, el sonido mismo de la tormenta dominando la noche con su fuerza.
La tormenta se iba haciendo más salvaje y terrorífica. Los relámpagos destellaban con mayor furia, y los truenos sacudían con violencia las ventanas como si el mismo cielo gritara su ira.
En su habitación, Nya se revolvía entre pesadillas. Sudaba, jadeaba, su pequeño cuerpo temblaba. Un fuerte relámpago iluminó toda su habitación y de pronto…un crujido ensordecedor rasgó el aire. El cielo se partió con un chasquido atronador…un ¡CRASH! metálico resonó por toda la habitación. Nya despertó sobresaltada, con los ojos abiertos de par en par. El trueno la hizo saltar de la conmoción.
Sin pensarlo dos veces, se bajó de la cama, se dirigió entre tropiezos hasta llegar a la puerta, la abrió tan rápido como si de eso dependiera su vida. Corrió por el pasillo hasta llegar a la puerta continua, la abrió de golpe. Tropezando llegó hasta la cama de Layne, se subió de un salto y se acurrucó debajo de las sábanas, temblando, se aferró a ella en un abrazo como si fuera su ancla a la realidad.
Layne, aún adormilada, sintió el movimiento y un fuerte agarre, abrió los ojos con lentitud. Bajo la mirada destapando un poco las sábanas…y la vio ahí…temblando…completamente asustada…con los ojos cerrados con fuerza.
––¿Nya…? ––susurró Layne con voz ronca por el sueño.
La pequeña no respondió. Solo se aferró a ella con más fuerza.
Layne sintió su cuerpo tembloroso y la rodeó con el brazo, cubriéndola.
––Tuviste una pesadilla…además la tormenta no ayuda mucho ¿No es así?
Nya asintió con la cabeza bajo las sábanas. Layne acomodó mejor las sábanas, la envolvió con ternura.
––Tranquila… ––susurró con dulzura. ––Solo fue un sueño…no te pueden hacer daño…ni siguiera la tormenta…nada te hará daño mientras yo este aquí contigo…duerme tranquila.
Nya asintió otra vez y poco a poco comenzó a relajarse, su respiración se hizo más lenta, más calmada.
Layne la observó un momento más, asegurándose que la pequeña pudiera conciliar el sueño. Cerró los ojos otra vez, acunándola entre sus brazos.
Nya se acurruco más a ella sintiéndose en el lugar más seguro en el mundo.
Minutos después, Arka caminaba descalza por los pasillos asegurándose que todo dentro de la casa estuviera bien debido a la tormenta que iluminaba de forma interminente los corredores que proyectaban sombras terroríficas debido a las ramas de los árboles. Arka se acercó a la habitación de Nya y vio la puerta abierta de par en par. Asomó la cabeza adentro y ve que estaba vacia. Una leve preocupación invadió su cuerpo al no ver a la niña. Después se acercó a la puerta de la habitación de Layne. Arka se sorprendió, la puerta estaba media abierta.
Entró en silencio…y se encontró con la escena. Nya acurrucada en los brazos de Layne como si fuera su hermana mayor. Layne profundamente dormida, protegiéndola con sus brazos, su rostro en total calma.
Arka se acercó despacio. Sonrió con ternura acariciando la frente de Nya con sumo cariño, luego puso su mano en la cabeza de Layne y peinó suavemente sus cabellos despeinados. Le dio un beso cálido y profundo en la cabeza, como solo una madre podría hacerlo. Acomodó mejor las sábanas.
––Descansen bien, mis niñas… ––susurró con dulzura.
Se alejó con la misma suavidad con la que llegó…y cerró la puerta detrás de ella con el susurro violento del viento como testigo.
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Kaer´Marun, Bosque entre Tarzia y Vrenet…
La noche estaba asentada con un cielo despejado a diferencia de la tormenta torrencial que se producía en Valyria. Alrededor de una fogata, el crepitar del fuego iluminaba los rostros de los cuatro viajeros. Kael, Brax, Lyra y junto a ellos una muy risueña Kara, estaban sentados, ya sea sobre rocas o viejos troncos caídos, cada uno con su mirada perdida en las llamas, en el bosque…o en los ojos de los otros.
La brisa nocturna movía suavemente el cabello de Kara, quien mantenía su postura erguida y elegante, como si incluso sentada en medio del bosque, aún estuviera en un salón noble. Lyra, en cambio, no apartaba la vista de ella. La observaba de reojo, con el ceño ligeramente fruncido, midiendo cada gesto, cada palabra no dicha.
––Por cierto… ––Lyra rompe el silencio con recelo en la voz, sus ojos estaban entrecerrados, mientras miraba a Kara directamente a los ojos. ––Aún no nos has dicho tu nombre.
Kara le sostuvo la mirada con naturalidad, sin perder la calma ni la cortesía.
––Kara. ––dice con serenidad.
––Un nombre hermoso. ––añadió Kael sin perder el ritmo, ni su sonrisa coqueta. ––Digno de una diosa como tú.
Kara soltó una risa suave, como una melodía que flotó entre las llamas.
––¿Y por qué están formando una pandilla? ––preguntó Kara con curiosidad, aún sonriendo.
Kael se acomodó un poco más cerca, apoyando un brazo sobre la rodilla.
––Para acabar con este sistema de pandillas y de paso con Dominion. ––dice Kael con un brillo pícaro en los ojos con una sonrisa que iluminaba todo el lugar mientras miraba a Kara como si fuera una verdadera diosa.
Kara lo miró de golpe, la sorpresa iluminando sus ojos lila…la convicción con la que lo decía era muy fuerte, no eran palabras vacias…se sintió más intrigada todavía con el chico.
Editado: 24.11.2025