Así Soy [saga Arévalo #8]

Capítulo 1

Víctor

—Cuánto tiempo sin verte— Maximiliano se sentó frente a mí y cruzó la pierna.

—Seis meses para ser exactos.

—¿Elena y los niños?

—Se quedaron en Santa Teresa— fruncí el ceño.

— ¿Santa Teresa?—Maximiliano asintió

—De hecho estamos en las afueras del pueblo.

—Pero ¿Qué rayos hacen en Santa Teresa?.

—Tío, resulta que cuando ya me había dado por vencido de encontrar algún descendiente de Tobías, había decidido regresar pero uno de mis contactos me envió un mensaje de texto indicándome que en Santa Teresa había un Arévalo.

Me incliné sobre la mesa y sonreí.

—Esas son maravillosas noticias Maximiliano.

Max se puso de pie y se acercó al ventanal para mirar el lago.

—Lo son, pero me preocupa que solo hemos encontrado a uno, he preguntado por todos lados, incluso han revisado los registros de los ciudadanos y no he encontrado nada.

Frunci el ceño y miré a Max.

—No entiendo y ¿cómo explicas el Arévalo en Santa Teresa?— hice cálculos —Ese pueblo está como a cinco días en auto—Max se giró y apoyo su cadera en la ventana.

—Por que su primer apellido no es Arévalo.

—¿No?—él negó— ¿Se rige por nuestro código?

Max se encogió de hombros.

—No he tenido la oportunidad de hablar... no es muy accesible.

—¿Dónde vive es difícil llegar?—Maximiliano me miró y sonrió con burla.

—A nadie le gusta ir a esa casa que por cierto es un rancho ganadero.

Enarque una ceja, vaya era interesante saber que teníamos familia rancheros.

—Interesante, supongo a nadie le gusta llegar por que deben cuidar ese rancho de los ladrones.

— Quizás no le gusten las visitas.

—Explicate Maximiliano— Max sonrió mostrando todos los dientes.

—Bien, déjame decirte que encontré al primer Arévalo perdido...

—Buenas noticias entonces— Salomón comentó cuando entraba junto a Sèbastien.

Enarque una ceja al ver a los gemelos sonreír.

—¿Cuándo lo conoceremos? —Sèbastien se sentó esperando mi respuesta.

—Vaya primo te has lucido— Suspiré cuando entró Damien, a este paso no sabría más acerca de mi familiar.

—Damien, llama a Lena y Eloise, a este paso entrando uno por uno no sabre nada.

Las implicadas entraron con una gran sonrisa seguidas de Adrián quien era obvio no le gustaba estar escuchando detrás de la puerta.

—Que maravilla— Lena palmeó  las manos.

Max nos miró a todos y sonreía con burla.

—Dime ¿cómo se llama mi sobrino?

Max se acercó y se situó en el centro de la habitación, puse los ojos en blanco, mi sobrino ahora se había vuelto tan dramático... influencia de las trillizas.

—Ezequiela Arévalo —asentí.

—Bien, debemos conocer a Ezequiel— me puse de pie.

—Tio — miré a Max— No has entendido, no es ningún "Ezequiel" es una Ezequiela —me volví a sentar.

—¿Una mujer con nombre de hombre?—Max asintió.

—Es la ranchera más temida de Santa Teresa, nadie se acerca a su rancho por que Ezequiela les dispara así que por esa razón no he cruzado palabra con ella.

Me quedé en silencio y de hecho todos.

—Debemos buscar a nuestra familia— fui determinante— ¿Max la casa donde estas hospedado en Santa Teresa es grande?

—Es una casa de dos pisos.

—Bien, me quedaré con ustedes mientras me acercó a ... — vi a las dos trillizas ponerse de pie.

—¿Lena dónde van?

—Ha hacer las maletas — miré a mis hijos y luego a las chicas.

—¿Maletas?

—Claro don Victor, jamás me perdería la oportunidad de conocer a una Arévalo de armas tomar y se lo digo literal.

Cerré los ojos.

—Max —mi sobrino estaba todo sonrisas —¿En la casa alcanzan mis hijos, sus esposas y mis nietos?

—¿Piensas ir sin mi y Nina? —solté el aire retenido.

— Y Damien con su esposa y el bebé

Max soltó una carcajada.

—Sabía lo que pasaría porque está es una familia nada normal, alquilé las dos casas que están en el mismo terreno, Elena se quedó asegurándose que las personas que se contrató para la limpieza la dejarán habitable.

— Te felicitó muchacho, bueno Areválos, Santa Teresa es un pueblo de ganaderos, lo que ahí existe más son ranchos, que están en las orillas de Santa Teresa; es un pueblo un poco tipo como las películas del oeste y nuestra querida Ezequiela no se queda atrás, así que  no llegaremos como vestimos en la ciudad, lo haremos como vaqueros y vaqueras.

Las chicas se vieron entre sí.

—Avisenle a Julieta — Salomón asintió.

—¿Cuándo nos vamos?—preguntó Sèbastien

—En diez días, así que Salomón arregla todo en la empresa por tu ausencia y en ese tiempo tenemos que tener todo listo, enviaremos las cosas que usaremos en la casa antes de partir nosotros.

Todos se pusieron de pie.

—Areválos —todos me miraron— comenzamos una nueva aventura.

 




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