Capítulo 2

Ezequiela

—¡Niña! —la mirada de desaprobación de Marie me causó gracia.

—Vengo de los corrales Marie, no esperes ropa sin polvo y botas sin barro — me quité mi viejo sombrero y lo tiré sobre el asiento, mi larga trenza la hice hacia atrás.

Me acerqué al fregadero a lavarme las manos.

—Supongo no tuviste un buen dia—me quedé quieta en el fregadero.

—Él regresó Marie —silencio, me giré y vi su rostro lleno de preocupación.

—Lo siento niña— sonreí con ironía.

—No te preocupes, estoy muy bien— me senté en la mesa, no era una snob, el comedor no lo usaba para nada, comía en la mesa de la cocina junto a Marie, la mujer que ayudó a mamá a criarme, así que era la única que podía acercarse.

— ¿Lo has visto?— pusó mi plato de guiso con carne y chile sobre la mesa, era mi comida preferida pero hoy no tenía apetito.

—No, pero Joselito me lo dijo— fruncí el ceño, con esfuerzo tomé la cuchara y la introduje en la comida.

— No comas niña, notó que estás afectada, puede hacerte daño— negué con la cabeza no dejaría que él me volviera afectar.

— No me afecta—Marie enarcó una ceja la que ignoré.

—Ha llegado una carta para ti —levanté el rostro.

 —¿El banco?— Marie se encogió de hombros, poniéndose de pie para buscar el sobre.

Me lo entregó y ya decidí no luchar, empujé el plato de comida intacto para abrir el sobre. Mi padre me había dejado hasta las cejas endeudadas, tenía miedo que me quitarán el rancho que tanto amaba.

Cuando saqué aquella hoja de papel mi mano temblaba.

Frunci el ceño al darme cuenta que no era el banco, era un tal Víctor ¡Arévalo! pidiendo una cita conmigo.

— ¿Es el banco mi niña?

—No Marie, es... un familiar —mordí mi uña y seguí leyendo —Es descendiente del hermano gemelo de mi bisabuelo Tobías.

Pusé la hoja en la mesa y me recosté en la silla.

— ¿Qué desea?

—Una cita conmigo— Marie sonrió con ganas.

—Debe saber la fama que tienes por eso prefiere enviar la carta— resoplé molesta — ¿Qué le contestarás?mañana viene el joven Kevin por la respuesta.

Apoyé mis codos en la mesa para apoyar mi cabeza en mis manos.

—No sé que putas quiere— Marie me dio un manotazo en el brazo.

—Detestó cuando hablas como los peones —me encogí de hombros.

—Asi soy Marie y lo sabes— me pusé de pie, iba a darme un baño.

—¿Qué harás si viene ... —levanté una mano y la miré furiosa.

—No menciones ese maldito nombre en mi presencia o en mi casa,es innombrable para mi.

—Niña... estás llena de amargura, deja el pasado atrás.

Apreté los puños y miré a Marie.

—Deja el asunto por la paz Marie, dile a Kevin que le diga al tal Víctor que puede venir a la hacienda el sábado a las 10 am si se pasa un minuto que mejor ni se aparezca —me di la vuelta furiosa y caminé hacia mi habitación, solté mi largo cabello y me quité la ropa para darme una ducha.

No sabia que quería Víctor Arévalo, quizás pensaba que por tener una hacienda nadaba en dinero, solté una carcajada por que si en algo nadaba era en deudas.

Lave mi cabello y restregue vigorosamente mi cuerpo hasta que estaba segura había salido la tierra, el barro y la mierda de vaca.

Salí del cuarto de baño con mi pijama puesta y mi cabello aún húmedo, me acomodé en mi cama y cerré los ojos, me sentía cansada...

—"Eres la mujer mas bella que he visto"—abrí los ojos de golpe, mi cerebro no podía seguir recordando tantas mentiras, apreté los puños con fuerza.

Ese maldito jamás me iba a volver a hacer daño, y era mejor que no se cruzará en mi camino porque lo haría bailar al ritmo de las balas.

Me puse de costado y miré la foto de mamá en mi mesita de noche, la extrañaba tanto, era tan injusto que ya no estuviera junto a mi, sentí ese deseo de llorar pero me contuve; un día por culpa de ese maldito me juré que nunca más iba a llorar y lo había cumplido.

Debía agradecerle que me había hecho fuerte, que la chica estúpida que una vez fui había muerto.

Cerré los ojos y busqué a dormir esperaba no soñar nada, así como era mi vida real sin sueños.