Asier

Capítulo 16. Mentiras

Harper

 

No me permitiría a mí mismo mentirte.

 

Su mensaje llegó acompañado de un carrete de fotos y un audio.

 

No quiero que sepa toda esta mentira [sonido del bosque y una voz entrecortada]. Sólo quiero que encuentre su felicidad sin mí. No quería ser una carga para ella, porque en algún momento podría afectarla también.

 

Me temblaron las manos y dejé caer el móvil. Cuando había recibido aquellos mensajes de Will, me había quedado de piedra. Nuestras conversaciones eran como de costumbre, pero… No podía controlar mi pulso, estaba exasperada. El pequeño Ron se había estremecido un poco ante mi reacción y se había acercado corriendo.

—¿Tía? —me abrazó con sus pequeñas manos, envolviéndome las piernas con ellas.

Era incontrolable e inexplicable, la maldita sensación en mi cuerpo. Quería maldecirlo todo, pero las palabras no salían de mi boca. Quizá en una pequeña torpeza lo había hecho, pero no quería que nadie en aquella habitación supiera nada más que el desconcierto en sus caras.

Vale, ¡tenía que calmarme!

Eso era todo…

Empecé a sentir pequeños hormigueos en las plantas de los pies.

No, no era nada ¡Nunca fue malditamente nada!

Apreté los dientes y sentí un sudor frío en la nuca, que pasaba de la parte delantera de la cabeza y me presionaba, como si me pusieran una bolsa de basura al mismo tiempo, agarrándome por el cuello para asfixiarme.

Nick procedió a coger a Ron rápidamente en brazos. En otro momento me habría alegrado. Pero quería salir corriendo. La presentación del nuevo proyecto al que me había unido tenía que detenerse de repente: mi vida se estaba parando en seco. La sonrisa bobalicona de mi madre, la tranquilidad de Gael y tal vez la hipocresía de Morgan pasaron por mi mente. Ahora solo cuestionaba a todos los que me rodeaban.

—¿Se encuentra bien, señorita Harper? —preguntó uno de los clientes.

—Sólo necesito que me den un momento —me obligué a guardar silencio y a pedir humanidad internamente. P-porque la poca fe que tenía se había esfumado.

Empujé a Nick a un lado para poder coger mi móvil, que yacía junto a sus pies con la pantalla agrietada, aún funcional, y mostrándome sus fotos.

Pero ¿por qué lo hizo?

¿Puede alguien explicarme esta puta mierda?

Me llevé las manos a la cabeza mientras la tenía tumbada entre mis piernas acurrucada sobre el váter. Esperando que nadie oyera mis sollozos furiosos.

Will ni siquiera respondía a mis mensajes.

De la nada me sorprendió alguien abriendo la puerta del baño, encontrándome acorralada en mi propia vida de mierda. Sostenía la puerta abierta de par en par. Su pelo parecía como si le hubieran mentido en medio de un tornado, mojado con su propio sudor. Parecía un rayo de esperanza, aunque el otro día su cara daba miedo.

—No te dignes en esperar repuesta de ese hombre. ¡Quiero matarlo! —habló casi con su último aliento. 

Ella y yo compartimos el mismo objetivo.

Retomó su postura y me pasó un pañuelo para que me secara las lágrimas, que luego acabaron negras por el rímel.

Cuando salí del cubículo me miré en el espejo, todo mi maquillaje se había emborronado. Me di la vuelta y me apoyé en la encimera sin poder evitar que se me saltaran las lágrimas.

Rachel sostuvo mi mano y se tumbó un rato a mi lado dándome su hombro.

—Así es, Will —soltó despacio.

Sostuvo mi mano y se quedo allí.

Me explicó que nadie sabía lo que estaba pasando. No se lo había dicho a Regina porque no quería preocuparla y menos alterar lo que quedaba de su embarazo. Omar menos aún, para evitarnos tener que hablar de ello. Yara, por tanto, bastante tenía con intentar dar una explicación coherente a sus padres sobre su embarazo —algo que también me recordaba a la familia— y que ya tenía un hijo.

—No puedo creer lo que fue todo este tiempo ese hijo de perra.

—Es suficiente —envidiaba el haber querido decir eso—, ¿Por qué estás aquí?

Me perdí mirando las baldosas, el agua que goteaba en el suelo y escuchando las pequeñas gotas de los grifos en mal estado, una a una.

—¿No es obvio? —suspiró —Will me llamó hace una noche.

—¿Lo sabías antes que yo?

Rachel pareció morderse los labios, poco dispuesta a decir más.

—Will no soporta las mentiras… si eso implica que dañen a las personas él quiere… ¿Cómo te sientes? —susurró.

—No sé cómo explicarlo. Es como si hubiera estado en un estado de ensoñación —me eché el pelo hacia atrás y exhalé, mirando al techo—. Mi madre me ha mentido todo este tiempo.

Me decepcionó más eso que lo que estaba pasando.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.