Asier

Capítulo 18. Inquietudes

Harper

 

Me sentía engañada.

Parecía que el cielo no estaba de nuestra parte cuando nos pusimos en marcha. Will mantenía el cuerpo erguido, sujetando el volante con una mano, mientras por momentos perdía de vista el paisaje. Incluso sentía como si mi pulso fuera más débil que otras veces. Estaba flagelada.

Era tan evidente que en mi mente no dejaba de preguntarme cómo había llegado hasta él. Sin saber por qué... su imagen se transformó en él. El Asier de antaño. Pero escucharle ya era diferente.

Las ventanas empezaron a traquetear con fuerza, como si las estuvieran apedreando. La lluvia nos abrazaba en la carretera, el cielo soleado se había vuelto gris y mientras avanzábamos los árboles se agitaban salvajemente. La carretera se había convertido en un espejo. Los coches circulaban despacio, que parecía que iban a cámara lenta…

—En el próximo kilómetro podemos parar. Allí hay un pequeño pueblo.

El semblante de Will carecía de entusiasmo.

¿Qué pasaba por mi cabeza?

Le estaba obligando a venir conmigo. Puede que incluso él se sintiera así. Suspiré. Mi capricho…  mi maldito capricho.

—No parece que vaya a dejar de llover— continuó.

Y así fue, después de un par de horas, acabamos alojándonos en un pequeño hotel de paso. El presupuesto no era muy bueno debido a la falta de comodidades. Las paredes carecían de color, y lo otro que nos acompañaba era la luz amarilla de la habitación que daba un aspecto suave. Pero servía de refugio hasta nueva orden.

En la pequeña radio de la habitación, un hombre anunciaba que iba a haber tormenta y que ciertas carreteras iban a estar cerradas por el momento, y la nuestra era una de ellas. Sin embargo, faltaba algo.

Si nos preguntaran cuántas veces hablamos él y yo, sólo contaría tres. La tensión era palpable. Verle tumbado en la cama, mirando el móvil, parecía ser más su prioridad.

Vale, tenemos que quitarnos esa tensión.

—Gina acaba de informarme de que ha nacido su bebé.

Lancé mis palabras al aire.

Al parecer, el parto se había adelantado. Sin complicaciones, lo cual era bueno, después de toda la mierda que estaba sintiendo. El baby shower no pudo completarse, pero al menos un poco de alegría asomó entre mis labios.

—Sí, me acaba de informar Rachel.

Y aunque parecía frío, sentía también un poquito de alegría en sus palabras.

Por fin un rayo de esperanza.

Mis plegarias fueron escuchadas.

Amen, hermana.

—¿Te han enviado ya las fotos? —Se sentó en la cama—. La vemos juntos. El médico que atendió su parto es amigo mío.

No quería ponerme delicada, y ni siquiera tenía derecho a rechazarle. Los dos éramos adultos, comportarme como una niña de caprichos… yo ya no estaba para esas cosas. Aunque la línea que nos separaba no fuera la correcta, porque no era necesaria.

Y de repente me encontré moviendo mi cuerpo para acercarme a él. El agua había removido algo de su perfume, exquisita, era su fragancia.

Nuestros hombros chocaron y pasamos unos quince minutos mirando las fotos del bebé de Gina y algunos vídeos de Omar llorando.

No hacían falta palabras para ese momento, hasta:

—No pretendía entrometerme en tu vida —dijo lentamente, con los ojos aún bajos hacia la pantalla, mientras yo le miraba con calma—, pero no creo que fuera justo que vivieras con ello. Las mentiras duelen más que la verdad. Tanto cuando sientes que ya no eres nada para ellos.

—Es inevitable —dije, casi susurrando.

Quería que me ahorrara sus explicaciones. Tal vez otra persona habría visto su acción de otro modo y habría reaccionado de otra manera. Pero en el fondo sabía que no lo había hecho con mala intención. Yo podría haberlo hecho en su momento si hubiera estado en su lugar. Aunque, ahora que lo pienso, mi suerte a veces era diferente y en lugar de ser suerte era como una desgracia. Ya tenía experiencia de ellas. #bettertogothantocry

Mi historia ya lo era.

Irónico.

Demasiado irónico. 

Me levanté de la cama y me coloqué junto a las cortinas rojas que cubrían las ventanas, las aparté y miré al exterior. Dejé entrar algo de luz en la habitación. Aún no era tan tarde y la luz del día, a pesar de las nubes negras, no era tan plena, pero era suficiente.

Esto me recordó las veces que corría por el patio de la universidad con la mochila en la cabeza. Era lo más desestresante que podía hacer. En aquella época apenas salía con Asier, me sentía mucho más yo, aunque idealizaba la idea de que corría con alguien que no me veía sólo como el precio de una apuesta, con Bruno interfiriendo en mi cabeza en ese momento, y los otros idiotas más.

Aunque un año después de graduarse me enteré de que había dejado el equipo de la federación de béisbol. Su padre se había enfurecido tras la decisión que había tomado y acabó echándole de casa. Yara me había dicho hace unos meses que había visto en uno de sus posts de Instagram que había ido a la escuela de vuelo para poder convertirse en piloto. A lo mejor Bruno iba un poco desencaminado y puede que los años le dieran la razón. Por supuesto, después de eso tuvo muchos más problemas para ligar porque las chicas lo veían como un idiota. A veces sentía pena por él cuando lo veía en el patio, pero él nunca sintió empatía por mí… sus acciones tenían ese resultado.




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