Acordó de verse con ella una vez más en el estudio. Regresó con la excusa de terminar de revisar un par de cosas respecto al diseño de la portada del álbum y esperó impaciente a que lo dejaran solo, no quería a nadie merodeando el lugar, quería estar con ella en esta que sería la última vez que pensaba verla. Ya había tomado una decisión, le iba a cumplir a Lorena la promesa que le hizo, además, pudo sobrevivir sin ella demasiados años, no será imposible hacerlo por el resto de su vida... O eso quería creer.
—Este lugar está tan solitario que da miedo. —Musita Evelyn mirando a su alrededor.
—Les pedí que me dejaran la sala para mí, quería revisar algo del álbum.
—¿Cómo vas con eso?
—Terminando con los detalles, eso creo.
Los dos se sentaron en el sofá de piel de color café, Evelyn tomó las propuestas de portadas para mirarlas y después las regresó a su lugar, mirando a Alejandro.
—¿Hay alguna canción incluida para mí? —Cuestiona ella, jugueteando con su cabello.
—Puede ser...
—Quiero escucharla, pero no aquí, quiero escucharla en vivo en el mejor lugar, incluso con tus fans ahí. ¿Me lo prometes?
Alejandro asintió con la cabeza, no sabía cómo decirle que esta sería la última vez que podrían verse. No quería hacerlo, no... Esperó demasiado para volver a verla y no quería dejarla ir ahora que han reconectado, ahora que la pasan tan bien, no quería hacerlo.
—¿Qué tienes?
—Tenías razón.
—¿Sobre qué? —Pregunta la de ojos azules, confundida.
—Esta vida, que te acosen, que quieran algo de ti todo el tiempo. —Dijo casi en un susurro, mirando sus manos—. Lorena vio una fotografía que nos tomaron en la cafetería y me ha pedido que me aleje de ti.
Evelyn esboza una sonrisa, una grande, le causaba gracia de alguna forma que su esposa tuviese esa inseguridad ante ella, es Lorena la que está casada con él, ella sólo es un fantasma más de su pasado, ¿en verdad le ha pedido eso?
—¿Qué es tan gracioso?
—Esto. Te ha pedido que te alejes, sólo somos amigos... No es como si estuvieses enamorado de mí o algo así.
Alex no puede ni siquiera sostenerle la mirada, no después de eso último que ha dicho. ¡Cómo si no lo supiera! ¡Cómo si no supiera que está loco por ella!
—Oh no...
—A pesar de todo este tiempo Evelyn, yo aún...
—No, tú no me amas. —Lo interrumpe abruptamente—. No... Amas la idea de lo que fui en el pasado, tú no me amas.
—He estado conviviendo contigo las últimas semanas, sintiéndome como un idiota porque no sé lidiar con lo que siento por ti, no hay otra forma de describirlo.
Evelyn se puso de pie, no podía creer lo que estaba escuchando. Esto sólo hacía las cosas mucho más difíciles para ella, porque entendía lo que él estaba diciendo, le ha pasado lo mismo, ha pensado en Alex todo el tiempo desde que volvieron a verse, pero ella estaba consciente de la situación, lo perdió desde que decidió irse la primera vez.
—Creo que Lorena tiene razón, no podemos seguir así si nos sentimos de esta manera.
—¿Sentimos? ¿Quiere decir que tú también...?
—Estás diciendo tonterías. —Comenta ella, en un inútil intento por retractarse de sus palabras.
Alejandro no la dejó ir, no después de haber confirmado que ella se sentía de la misma manera. La tomó por la cintura acercándola mucho más a su cuerpo, el corazón de Alex comenzó a latir con velocidad en el instante en el que la tuvo mucho más cerca, estaba decidido a hacerlo, quería hacerlo y ella lo deseaba también. Se aproximó a sus labios, con un ligero roce al principio, temiendo la reacción de Evelyn, que estaba paralizada ante lo que estaba sucediendo, sin embargo fue cuestión de segundos para que ella enredara sus dedos entre sus negros cabellos, dejándose llevar por aquel beso que se hizo mucho más profundo.
Era un beso que los dejaba con ganas de más, la forma en la que se acariciaban lo decía todo, Evelyn lo deseaba tanto como él la deseaba a ella, el calor de sus cuerpos les pedía que terminaran este beso en otro lugar. El fuego en su mirada hablaba por ellos, sólo se han separado para tomar aire y volvieron a besarse con intensidad.
La blusa amarilla de Evelyn quedó en el sofá y la camisa azul cielo de Alejandro resbaló hasta llegar al piso, él besó su cuello, le mordió el lóbulo de la oreja derecha y el labio inferior. Sin embargo, una vez que llegó a sus hombros, tomando con sus dedos los tirantes del brassiere blanco dispuesto a retirarlo, ella lo detuvo.