—Hola, ¿te hice esperar mucho?
Alex se negó con la cabeza, cuando miró a Evelyn parada frente a él se puso de pie de inmediato y sin dudarlo dos veces la abrazó con bastante fuerza. Ella no entendía su actitud, tardó bastante en soltarla y por el semblante de su cara parecía que algo andaba mal.
—¿Te sientes bien?
—Sí. Yo, sólo quería verte.
—Bien aquí estoy y esta terraza es maravillosa. —Dice al sentarse, dejando su bolso en el perchero que tenía a un lado de su silla—. Palacio Nacional se ve increíble desde esta vista.
—Sí, así es.
Ambos se sonrieron y se mantuvieron en silencio. Ella sacó su teléfono del bolso y tomó una fotografía del panorama.
—¿Estás libre para el sábado?
—¿Por qué? —Cuestiona con curiosidad Alex.
—Porque... Estaba pensando que podemos ir a Bolerama. Ya sabes, para recordar viejos tiempos.
—Me parece buena idea. Por cierto, tengo algo para ti.
Él sacó de su saco un sobre, lo deslizó por la mesa hasta hacérselo llegar. Evelyn, curiosa, lo abrió sólo para descubrir la invitación y la entrada al show privado de Guadalajara.
—Espero que no me defraudes.
—¿Por qué lo haría? Ya te había dicho que si voy a ir, paranoico.
Evelyn sonrió y guardó el sobre en su bolso, fue entonces que comenzó a contarle de lo mal que lo pasó hoy en el trabajo, prácticamente toda la conversación estuvo a cargo de ella y eso no era normal.
Miró a Alex intentando descifrar su semblante. Definitivamente algo mal andaba con él, estaba tan callado, él no es así, él habla hasta por los codos cuando está con ella y ahora ni siquiera quería mirarla. Alejandro, por otra parte, no encontraba palabras para decirle a su acompañante que las cosas se han complicado; que lleva una semana entera apenas cruzando palabras con Lorena por su apática reacción ante un embarazo bastante deseado por su esposa, no sabía cómo empezar a decirle que va a ser padre.
—¿Puedo tomar ya su orden?
El mesonero fue su salvación por un momento, los dos ocultaron sus miradas unos segundos en sus cartas y ordenaron la comida. Alejandro agradeció que el mesonero haya traído más vino, porque definitivamente lo necesitaba.
—Vaya... El mesero se tardó más traer el vino que lo que tú tardaste en hacerlo desaparecer. —Comenta Evelyn al ver la copa vacía—. ¿Me quieres decir qué te traes? Has actuado muy raro desde que me viste. Déjame adivinar... Lorena se ha puesto pesada respecto al tema del divorcio y te ha complicado las cosas, por eso tienes miedo de hablar del tema.
Alex se negó con la cabeza, evitando mirarla.
—¡Ya! Si no me dices en este instante qué tienes, agarro mis cosas y me voy.
—Lorena está embarazada.
¡Vaya! Eso sí que había sido algo que Evelyn no se esperaba. Tuvo exactamente la misma reacción que tuvo Alejandro cuando su esposa le dio la noticia, se quedó helada y la única forma que encontró para esconder lo que sintió fue tomando la copa para beber lo más que pudo de vino tinto.
—Pero... Lo he estado meditando. —Alex finalmente se atreve a mirarla, a tomar su mano incluso—. Me voy a divorciar de todos modos. Encontraré la manera de estar cerca del bebé, me haré responsable con todo. Pero, mi relación con Lorena ya no debe seguir, de eso estoy seguro.
—Está embarazada Alejandro, eso es importante.
—Lo sé, créeme que lo sé. He tratado de digerirlo desde que me lo dijo, pero estoy seguro de algo... Yo quiero estar contigo. Además no seríamos la primera ni última pareja divorciada en tener un hijo.
—Pero yo... —Evelyn se soltó del agarre—. Yo no sé si estoy lista para eso. Dices que quieres estar conmigo y si eso fuera posible, yo automáticamente pasaría a ser ¿la madrastra? Creí que te había contado que mi matrimonio terminó porque no me sentía lista para tener hijos. Y si te soy honesta, sigo en la misma postura.
Quizás Alejandro debió esperar a darle la noticia del embarazo después de comer, puesto que amargó por completo el momento. Evelyn sólo se quedó por compromiso, ambos comieron en silencio, a pesar de que Alex intentó rescatar un poco todo preguntándole sobre la pintura en la que estaba trabajando para su madre, sin embargo, su estrategia no funcionó en lo absoluto.
—Gracias, por la comida de hoy y el uber. Yo...
—Lamento haberte puesto en una situación tan incómoda.
—Te veo después.
Evelyn besó su mejilla y subió al automóvil que la llevaría a casa. Una vez que el conductor puso el auto en marcha sacó de su bolso el sobre que previamente le dio Alex, pensando ahora si era una buena idea continuar con todo esto.