Contaría lo que pasó ayer domingo, pero no sucedió absolutamente nada, todo fue normal, fui a la congregación matutina, brindé la catequesis y vine a casa a estar sola con la presencia de mi tonto hermano toda la tarde hasta la noche que mi madre llegó. Y sí, aún seguía molesta conmigo, según ella andaría en boca de todos y empezarían a decir cosas de mí, como que soy una fácil, me gusta dar show con Hunter, y bla, bla, bla. Sermones, sermones, sermones.
Pero hoy, no sería como ayer, claro.
Ya estaba en mi instituto, un lunes por la mañana con un frío de quién sabe cuántos grados bajo cero, me gustaba el ambiente así, pero soportarlo todos los días era difícil. Annie aún no había llegado, y eso era poco usual, porque ella era de las primeras en estar en el salón, ella aborrecía la impuntualidad, y ahora la estaba poniendo en práctica.
—Char. —pronunció mi nombre una voz sacándome de mis pensamientos— Char. —volvió a decir.
Era Jack quién estaba sentado a mi lado, me estaba mirando fijamente, inclinado desde su asiento al mío, yo lo miré de reojo, y seguí sin hacerle caso, a propósito.
—¡Charlotte! —gritó, y me asusté que hasta pegué un brinco, todos ahora me estaban viendo a mí, maldito Jack.
—¿Qué? —espeté teniendo el ceño fruncido.
—Hola. —y sonrió mostrando sus dientes.
—¿Tanto escándalo para eso? —al parecer todos dejaron de verme, por fin.
—No. —se dirigió a su mochila y la hurgó, buscando algo posiblemente. Cuando pareció haberlo encontrado lo puso en mi mesa con sumo cuidado— Es una edición especial.
Ah, un cómic de mi superhéroe preferido en edición especial, ambos éramos fanáticos de los superhéroes, gracias a él yo supe que existían, desde que éramos pequeños en ocasiones jugábamos a disfrazarnos, pero extrañamente a mí siempre me gustó ponerme un disfraz de niño. Pero bueno, que me diera un cómic solo significaba una cosa, quería un favor.
Ojeé el cómic con lentitud, viendo fugazmente su contenido, y luego lo miré a él, quién estaba ansioso, siempre que me daba uno esperaba dos cosas, un "gracias" y un "dime", yo como buena amiga omití el agradecimiento, pues él no me tenía del todo contenta.
—Dime, ¿qué es lo que quieres ahora?
—¿Y el gracias?
—Murió. —y sonreí exageradamente— Dime.
—Bueno, yo... —y pensó por unos segundos, quedándose en silencio, ¿tan malo era el favor?
—Si es sobre hacer tu tarea, se vale soñar.
—No, no es eso. Quiero que hables con Annie.
Y no sé porqué, ni como, me eché a reír, ¿hablar yo con ella?, ya suponía a que se refería, ahora estaba arrepentido y quería saber si podía volver a llegar a ella. Yo no iba a hacer tal cosa y es que la verdad no me gustaba meterme en asuntos de otros, y aún no había hablado con Annie sobre eso, eso me recordaba que ahora lo haría, no se escaparía de mi interrogatorio esta vez.
—¿Bromeas no?, yo no haré eso.
—Por favor Char, solo quiero saber si aún siente cosas por mí.
—No Jack.
—Por favor, por favor.
—¿Crees qué siente cosas por ti después de lo qué le hiciste? —ni siquiera yo sabía que sentía Annie, pero debía usar cierta estrategia para disuadirlo de ese favor, y no funcionó.
—Por eso mismo, quiero saberlo, y solo a ti te lo dirá, porque eres su mejor amiga, vamos, Char, te prometo que si lo haces será el último favor que te pediré. —y colocó sus manos como implorando, así es, súplica súbdito.
¿El último favor?, eso sonaba razonable, me lo pensé por segundos, sin embargo, acepté. Después todo podía decirle que si hablé con ella y luego inventaría una respuesta, tal vez un no, admiraba que aun sabiendo como era me pidiera un favor de esa índole, pero lo valía, además tenía un muy buen comic frente a mí.
—Está bien, lo haré.
—¿En serio?
—Sí, ¿qué no escuchaste lo que dije?, sordo. —y llevé mi mano a mi sien y negué con la cabeza, a pesar de ser atractivo, era muy torpe.
—Gracias Char, prometo no pedir más favores.
Y dicho esto volvió a su posición original viendo al frente, a tiempo, porque nuestro profesor ya había atravesado la puerta, un señor de aproximadamente unos treinta años, con muchas canas para su edad, pero se le miraban bien, alto, esbelto, pero con una perfecta cara de culo, era tan pero tan amargado, que todos pensábamos que ni siquiera tenía una esposa por eso.
—Buenos días.
Habló nuestro profesor Andrew, más conocido por su hermoso apodo, el profesor cara de culo, si, yo lo bauticé así y a todos pareció gustarnos, aunque claro nadie le iba a decir así de frente, era como un nombre secreto entre alumnos.
Y cuando dijo esas palabras, otra figura atravesó la puerta, no era Annie. Era él.
Siempre que lo miraba lograba ponerme tensa, incluso nerviosa, ¿por qué me pasaba eso?, me odiaba por sentirme así, ni siquiera con Hunter me pasaba algo parecido. Todo él gritaba peligro, perversión, oscuridad y arrogancia. Aunque estaba ahí parado sin hacer absolutamente nada, se podía percibir algo distinto, él no era como los demás, era diferente, y yo quería saber quién era en realidad, y lo descubriría, o eso creo.