—¿Entonces?, ¿vendrás conmigo o me lo pondrás difícil como siempre, príncipe?
—¿Es lo que deseas no?, pues sigue deseando, no iré contigo a ninguna parte.
—Creo que sería mejor discutir eso en mi oficina, no quiero que los demás se alarmen por ahora.
Zarp tenía razón, pues todos los que estaban ahí habían dejado de hacer lo que hacían para ver que estaba sucediendo, Belfegor no tan convencido accedió, y rápidamente nos dirigimos a la oficina del oráculo.
Cuando entramos Zarp cerró la puerta, Amon se quedó parado apoyándose de la pared con los brazos cruzados viendo a aquel demonio que había llegado con odio. Asmodeo tomó asiento en una de las sillas, Zarp y yo hicimos lo mismo, y solo Belfegor se quedó de pie a la mesa, mirando a Amon.
—Debo decir que lo que suceda entre ustedes no me interesa, pero quiero saber si alguien te siguió.
Cuando Zarp preguntó eso Belfegor lo miró y sonrió de lado acomodando las mangas de su chaqueta de jeans de color azul, que extrañamente tenían un color rojo intenso, ¿eso sería sangre?
Al solo ver aquello mis ojos se abrieron de par en par, y no por el asombro de ver sangre, no, sino más bien por el hecho de que quizá él se enfrentó a alguien allá afuera que lo seguía, la pregunta de Zarp tenía sentido, pero por la reacción del demonio rápidamente sospeché que, en efecto, había peleado con alguien. Pero no podía hacer conjeturas por ahora, él debía responder.
Empezó a caminar con lentitud por la sala, mirándonos y aun doblando las mangas hasta dejarlas por su antebrazo.
—Tuve un pequeño enfrentamiento con unos policías, nada fuera de lo común. Estoy seguro que nadie me sigue.
—¿Policías?, ¿qué tipo de policías? —pregunté, él me miró y sonrió con sarcasmo.
—Ah no lo sé, posiblemente el tipo de policía que viste de rosado y te regala dulces cuando te portas mal, ¿no has visto uno en tu vida, princesa Lilith?
—Por supuesto que he visto uno.
—Entonces no entiendo por qué esa pregunta tan tonta.
—Cuando venimos al castillo había un retén en la carretera, habían unos policías, ángeles disfrazados que nos seguían, por eso lo pregunta Belfegor, deja de ser tan sarcástico.
—¿Hay ángeles aquí?
—Sí, ¿viste si los ojos de esos policías emitieron ese destello dorado?
—No, eran policías comunes. Pero me sorprende que ya haya ángeles merodeando por aquí, pensé que no vendrían hasta la luna creciente.
—¿De qué hablas, holgazán? —preguntó Amon, y a Belfegor no pareció agradarle ese sobrenombre que le dijo, sin embargo, lo ignoró y se volvió a él para responderle.
—Por tu pregunta supongo que no saben absolutamente nada de lo que está pasando realmente. En pocos días todo explotará, la guerra debe hacerse. Pensé que Zarp les diría, él lo ve y lo sabe todo, o eso pienso.
Miré a Zarp de reojo y noté que su expresión había cambiado, y su temple tenía un aspecto, ¿nervioso?, era raro verlo de esa manera.
—¿Tú sabías eso, oráculo?
Al principio no dijo nada, parecía pensar y estar ido viendo al vacío, Amon ya impaciente por su silencio tomó uno de los libros que estaban en el estante a su lado y lo lanzó a Zarp, el cual le dio justo en su cabeza, el demonio tenía buena puntería.
Zarp reaccionó rápidamente y miró hacia abajo donde estaba el libro tirado que Amon le había lanzado.
—¿Podrías tener más cuidado?, estos libros tienen años de antigüedad.
—Piénsalo antes de quedarte como imbécil mirando a la nada mientras te preguntamos algo. Ahora responde, ¿lo sabías o no?
Zarp tomó el libro y se levantó de su asiento, aún esperábamos su repuesta, pero él parecía no querer darla. Se acercó al estante y dejó el libro con sumo cuidado donde estaba y luego nos miró a todos.
—Sí lo sabía.
—¿Entonces por qué carajos no nos dijiste nada?
—No quería alarmarlos aún.
—No querías alarmarnos, perfecto. —Amon escupió cada palabra con una pizca de ironía— ¿Pero no crees qué ya estamos más que alarmados Zarp?, me parece demasiado estúpido que nos hayas ocultado algo así.
—Entiendan, lo hice por una sola razón.
—¿Y cuál es esa razón?, dinos, porque si es lo bastante mala, quizá podríamos entender por qué tu silencio ante esto.
—Lilith. Las veces que yo les decía cuando se daría todo ustedes se dejaban llevar por La ira, por la venganza. Y tú principalmente te adelantabas a todos, y terminabas cayendo en la trampa de Adán.
—¿Entonces por eso lo callaste?, tiene sentido.
—Sentido una mierda, si nos hubiera dicho eso desde que venimos al castillo podríamos haber buscado la manera de obtener la victoria con anticipación, ¿soy el único que piensa así?
—Por eso mismo es que no les dije esta vez, todo tiene que ser distinto, y no pueden arriesgarse de nuevo.
—Tu intención está muy bien, Zarp, pero hay algunas cosas que ninguno de ustedes ha tomado en cuenta.