Astartea destinos inciertos

Capitulo 33

Con mi decisión tomada, le dije a Naktam sobre mi respuesta mostro una sonrisa de alivio y satisfacción, claro que de igual forma impuse mis reglas y una de ellas era conocer todo lo posible sobre la primera muerte, así que tuve acceso a la biblioteca para poder investigar lo que quiera, solo espero encontrar una respuesta de ser así puede que Damen avance con su investigación o simplemente volver a cero porque nada tenga sentido. Me encontraba en el cuarto secreto, viendo algunas pinturas de la muerte en todas ellas era representada por unas alas negras y su típica vestimenta, nada que me pudiera ayudar hasta que encontré unos pergaminos que resultaron ser un diario de la muerte.

Comencé a leer entusiasmada, pero en ellos no había nada que me fuera de utilidad, no había nada sobre si aparecieron sus alas o si tenía algún poder poco común, dejé mi lectura y Salí de la habitación.

Naktam en estos momentos se encuentra ocupado enviando cartas a todos los reinos para dar el comunicado de mi aparición por lo cual no puedo hablarle por si fuera poco la mayoría de los que viven o trabajan en esta mansión se encuentran con sus actividades diarias sobre todo en sus trabajos ya que gracias a esto encuentran futuros aspirantes a ser parcas o descubren quien necesita de sus servicios. Caminé sin rumbo alguno hasta que casualmente me encontré con Crowe quien me dio una reverencia.

— Puedo pedirte que dejes de realizar esas reverencias, no soy de la realeza o algo parecido — dije harta de recibir tantas reverencias

— Eres más importante que la realeza — contesto Crowe can gran caballerosidad

— Realmente no me gusta esto, ni siquiera cuando mi padre estaba vivo me trataban con tanto respeto — conteste y Crowe se quedó con grandes dudas por lo que había dicho, en ese momento apareció Naktam

Me presento sus respetos y me pidió hablar en privado, estando solos me recomendó no hablar sobre mi pasado con los demás ya que podrían descubrir que no soy la verdadera muerte.

— ¿ahora afirmas que no lo soy? — le pregunte

— No estoy afirmando nada, solo te pido que tengas cuidado con lo que dices

Realmente Naktam es sospechoso, hay algo que no quiere que sepa, tendré que estar alerta por cualquier posibilidad que pueda surgir, en fin, me dijo que tuviera cuidado y que me preparara porque visitaríamos al emperador que quiere conocerme. Me vistieron y me colocaron la peluca rubia para despues salir acompañados de Crowe, aunque él se fue en otro automóvil porque solo había lugar para dos personas. Sé que este hombre viene de mi mundo, aunque no sé si sea necesario investigar más del ya que no me aportaría nada necesario o ¿si lo ara?

Llegamos al castillo, había algunos caballeros. En los días anteriores durante mis tiempos libres investigue un poco más de este mundo aparte de las parcas, ahora sé que los reinos se mantienen en paz sencillamente porque no tiene sentido una guerra si no morirás, pero hay caballeros porque hay criaturas que sí podrían lastimar a los ciudadanos de los reinos por ello aún siguen siendo entrenando eso y por simple precaución. Entramos al castillo, me sentí calmada porque aquí nadie me recibía con alguna reverencia y es porque no saben sobre mí la única excepción es la familia imperial, ella está al tanto de las parcas y de su forma de trabajo.

El mayordomo nos llevó a la sala donde estaba el emperador, atrás de mí siempre estuvieron Naktam y Crowe este último porque trabaja como caballero y al ser el más confiable y fiel al reino, es clave para que permitan que el emperador se quede solo en la gran sala de trono. Me encontraba mirándolo un hombre maduro, su cabello azul oscuro y ojos morados claros, a un lado se encontraba su esposa es decir la emperatriz una mujer con cabello violeta y ojos de este mismo color, ambas personas me miraban con gran curiosidad.

— Naktam ¿juras como archiduque que esta mujer es la muerte? — debía de tener sus dudas sobre mi

— Lo juro su majestad — Naktam me miro, me pidió que me quitara la peluca — como puede ver su apariencia es única en este mundo, pero por si no fuera poco su imagen es exactamente lo que describen las pinturas antiguas de la primera muerte

Se supone que ahora dejaría que vieran mis alas, pero no lo hice, no sin antes estar segura que no corro ninguna clase de peligro. Solo sé que sus cuerpos son todo lo contrario al mío son una carcasa dura por lo cual no sé si ganaría en una batalla si algunos de ellos son afectados por lo que sea que provoco. Naktam me miro, sus ojos me ordenaban que mostrara mis alas, pero no lo aria.

— Solo las mostrare si me prestas tu guadaña — lo mire directamente a los ojos

— ¿la muerte no tiene su propia guadaña? — pregunto dudoso el emperador y con desconfianza, Naktam de igual forma con sus ojos me decía que estaba empeorando la situación, pensé rápidamente para contestar — quiero su guadaña solo por simple precaución — conteste

— ¿Por qué la muerte necesita precaución?

— Según se la situación no es muy agradable para los reinos, quien sabe tal vez y alguno de ustedes piensen en hacerme daño o algo parecido — conteste y al mismo tiempo conteste otra pregunta que seguramente me aria — tengo mi propia guadaña, pero es mejor tener a uno sin ella por si acaso — extendí mi mano para recibir la guadaña de Naktam

Sin tener que decírselo el mismo se podría decir que la activo ya que de ser un collar paso a ser una hermosa guadaña la cual recibí en mi mano. Me sentí tan segura teniéndola en mis manos ya que simplemente era un arma con la que me sentía cómoda. Finalmente di por terminada la magia y deje que mis enormes alas negras se hicieran presentes, dije palabras que fueran atractivas para los presentes diciendo “que solamente la auténtica muerte puede tener y ocultar sus alas” de igual forma mencione mi apariencia como lo hiso Naktam hace minutos atrás.

Al parecer me encontraba a salvo, no había señales de que la locura los consumiera o quisieran atacarme, en realidad sucedió todo lo contrario, el emperador realmente le brillaron los ojos, una sonrisa se formó en su rostro, se levantó de su asiento y se acercó a mi persona. Tuve la guardia alta por cualquier cosa que pudiera pasar, pero no fue necesario, me quede impresionada al ver como el mismísimo emperador al llegar a mí realizaba una reverencia ante mi persona porque para ellos en este mundo soy como una diosa, un ser superior a ellos, aunque me sienta extraña tendré que acostumbrarme a ello.




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