Astartea el ángel del infierno

capítulo 3

El entrenamiento de hoy fue duro, pero creo que si me esfuerzo lograre cumplir las expectativas de Abaddon, además de que me conto que si no me esforzaba los demás demonios podrían atacarme por lo cual seré un secreto, pero para los demonios es normal mantener a sus hijos en secreto hasta cierta edad es decir cuando estén preparados para salir y defenderse en caso de ser necesario. Ahora termine el entrenamiento y me dirijo a la casa sin Abaddon ya que tenía que hacer algo de importancia lo cual no quise preguntar para no distraerlo con largas explicaciones de un mundo el cuan no conozco del todo, de echo solo conozco la casa y el gran bosque de ahí en más desconozco que hay más allá. Llegue a la casa, toque la perilla de la puerta y entre sin preocupaciones, me dirigí a mi habitación, pero una voz llamo mi atención, ya que no era conocida para mí, mire a la dirección de la voz y se trataba de un hombre con cabello negó y ojos de color rojo el cual se acercaba a mí.

— Así que tú eres la hija de Abaddon

— Yo — no sabia que contestar — el hombre sonrió

— no te preocupes el me conto todo de echo soy parte de la familia

— ¿enserio?, ¿Abaddon no me conto nada sobre ti? — sentía que algo estaba mal

— Debió de haberlo olvidado, pero en fin soy tu tío Amazarac — el hombre camino hacia mí y me tendió la mano para saludarlo

— El mío es Is.....— recordé que ya poseía un nombre de demonio — perdón es Astartea

— Es un lindo nombre — tome su mano y fue extraño lo que sentí, ya que no sentí nada y por lo general siempre tengo un sexto sentido para las personas puede que sea porque es un demonio

— Lamento si soy grosera pero ¿Qué haces aquí? — pregunte

— Bueno vine a conocerte y simplemente matarte — dijo con una sonrisa en el rostro la cual me susto

— ¿Qué, que di......dijiste? — pregunté nerviosa, aunque sabía que había escuchado bien

— Lo que escuchaste estoy en contra de que Abaddon convirtiera a una humana tan débil en un demonio la cual no vale para nada por esa razón vine a matarte — comenzó apretar con fuerza mi mano

— Ayuda — grite

— No te esfuerces ¿Quién podría oírte? Si Abaddon no está a tu lado — el hombre mostró una sonrisa de miedo y no podía hacer nada para liberarme de su agarre

El hombre me apretaba la mano cada vez más fuerte que sentía que me fracturaría, intente golpearlo, pero mi golpe fue como si se tratase de un rose, ya que no sentía nada. Cambie el plan e intente empujarlo, pero no pude conseguir nada hasta que por fin me soltó

— Es divertido escucharte, aun no es tiempo para matarte así que te daré 15 segundos de ventaja para que correr y te escondas, por cierto si intentas salir por la puerta será más fácil para mi atraparte y terminar con tu vida — me dijo mientras que me encontraba paralizada y con un gran dolor en mi mano — 1, 2, — comenzó a contar

En cuanto comenzó a contar Salí corriendo, buscando algún lugar donde podría esconderme, pero esta casa era enorme y no la había explorado del todo lo único que conocía eran mi habitación, la cocina, la sala y la habitación de Abaddon y la de Agramon por lo cual opte por dirigirme con mi hermanastro con la esperanza de que este ahí y me ayude. Mientras corría escuche como terminaba de contar lo cual me aterro pero ya me encontraba fuera de la habitación de Agramon, toque la puerta y nadie respondió así que entre y ahí estaba parado frente a una ventana.

— Agramon — dije agitada — necesito tu ayuda

— ¿Qué sucede? — dijo indiferente

— Un hombre de nombre Amazarac me quiere matar

— A, él es nuestro tío, pero no sé porque me pides ayuda en el mundo demoniaco es común matar al mas débil y tu eres una presa fácil, si tuvieras un poco de potencial como demonio podrías mínimo esconderte de el

— ¿no me ayudaras? — pregunte con miedo a que no lo hiciera

— También es común que en este mundo se ayude a los demonios cercanos a otros como familia o amigos, siempre y cuando se confié en ellos — sus palabras me aliviaron — pero tú no eres mi hermana así que si quieres vivir lo mejor será que te des por vencida ya que no tienes ninguna oportunidad — me dijo de manera fría

— Por favor — tome su mano

Al tomar la mano de Agramon, sucedió algo extraño ya que de alguna manera pude sentir su desprecio hacia mí y al mismo tiempo su enojo hacia Abaddon por mi culpa y aunque solo duro unos segundos se alejó de mi diciéndome que me alejara de el. Ya que no tenía la ayuda de Agramon Salí de su habitación corriendo encontrándome con Amazarac el cual solo se limitaba a seguirme el paso para hacerme sufrir un poco más me imagino. Después de unos minutos corriendo pude salir de la casa y me dirigí al bosque lo que al principio parecía una buena idea no lo fue ya que Amazarac por fin dejo de jugar conmigo y me atrapo sosteniéndome del cuello y levantándome del suelo dejándome sin aire.




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