Astartea el ángel del infierno

capítulo 26

Las palabras de Dagon me impactaron, quiere decir que moriré si alguien corta mis nuevas y fastidiosas alas, las cuales hasta ahora solo han sido un estorbo para mí. Me encontraba en total silencio al igual que mi hermano, padre y protector.

— ¿Dagon, usted cree que sea verdad? — pregunto mi padre rompiendo el silencio

— No lose, las alas de Astartea eran una leyenda y ahora las vemos frente a nuestros ojos

— ¿Por qué tengo que tenerlas, son solo un estorbo? — dije en voz alta y alterada lo que pesaba, ganándome las miradas de los presentes

— Cálmate hermana — dijo mi hermano tomando mi hombro, pero lo aparte rápidamente mirándolo a los ojos — estas cosas no tienen ningún poder solo son un estorbo, son inútiles y arruinaran mi vida — grite

— Trata de calmarte hija mía, mira estos eventos como algo beneficioso para ti, esas alas tienen un gran poder solo hay que encontrarlo

— No tienen ningún poder, ya lo dije es fastidioso repetirlo cada vez — alzaba el tono de mi voz cada vez más alto

— Ya basta — dijo mi protector en tono firme — actúas como una niña tonta e inútil, deja de quejarte

Las palabras de mi protector me lastimaron y al mismo tiempo me enfurecí con él, no le dije nada me quede en silencio mirándolo a los ojos, me di la vuelta y Salí del lugar, corriendo lejos, yendo al único lugar que conocía en el cual podría pensar tranquilamente. Llegué al prado de flores que Dumah me mostro ya que este lugar es tan hermoso que me ayuda a pensar claramente y relajarme, me senté mientras comenzaba a llorar, pero no de tristeza, sino de rabia acumulada por todo lo que me estaba sucediendo. ¿Quién podría comprenderme?, todos en este mundo no tienen mi miedo por lo que he visto, es por eso que no me entienden y el tonto de mi protector solo empeora la situación con sus palabras que dice sin pensar, pero es sincero, pero no actué como niña simplemente no quiero tener estas estorbosas alas. Me quede horas pensando en lo mismo una y otra vez sin parar, sin llegar a ningún lado solo aumentaba mi temor y desprecio por mis alas nuevas.

— Ya duro demasiado tiempo sola, deberíamos de acercarnos — le dijo Ageamon a Acatriel quienes observaban a Astartea escondidos

— Ella está bien, deja que se le baje el mal humor infantil — contesto el tranquilamente

— Se, que actuó de manera infantil e irresponsable, pero deberían de entenderla un poco, esas alas son nuevas para ella

— ¿y? — contesto indiferente

— No sé si estés enterado, pero su mayor temor es morir, esas alas para ella significan muerte por eso es su reacción

— Conozco su razón por la cual acepto ser demonio, pero aun así no me arrepiento de lo que dije aun si llegue a lastimarla, además — miro a Astartea — sé que en algún momento saldrá adelante — contesto con una sonrisa con orgullo que reflejaba cuanto confiaba en su amiga

El característico color rojizo de este mundo comenzaba a hacerse más intenso y oscuro, significando que la noche estaba llegando, lo cual quiere decir que me pase el día simplemente pensando en la misma cosa una y otra vez, solamente quejándome por lo que ahora me pasa. Acatriel tenía algo de razón en sus palabras, actuaba como niña, pero eso no quita el hecho de que me sienta lastimada y tan mal porque también tengo mi derecho de comportarme de esa manera ya que no entienden por lo que ahora estoy pasando. Observé la luna roja, ya es hora de volver con los demás, pensé mientras me ponía de pie para comenzar a avanzar sin muchas ganas de mirar a mi protector, ya que sigo enojada con él.

Sentí que alguien me observaba mientras me alejaba del campo de flores, miré a mi alrededor, pero no había nadie, pero tampoco sentía miedo ya que no era una mirada amenazadora o era lo que pensaba, después se escuchó como algo se movía a lo lejos entre los arbustos, y de ellos apareció primeramente un cráneo, después unas grandes garras y finalmente el cuerpo de una serpiente, se trataba de la serpiente hombre del infierno la cual se dirigía a mí. Cuando estuvo cerca comencé a acariciar su cráneo.

— Lo siento, pero ya no tengo mi poder especial, por lo tanto, no sentiré nada de tus sentimientos — le dije mientras una lagrima bajaba por mi mejilla y seguía acariciándolo

— Eres más fuerte de lo que crees — escuche en mi mente como cuando dijo mi nombre

— ¿Cómo hiciste eso?, ¿escuche tu voz en mi mente? — le pregunte, pero no hubo respuesta alguna — hasta que la serpiente hombre del infierno tomo mi mano la cual había dejado de acariciarlo, para volver a colocarla en su cráneo

— Es una habilidad, de mi especie, cuando alguien toca nuestro cráneo podemos comunicarnos con ellos — me sorprendí por lo que dijo

— Es maravilloso, pero ¿Por qué quieres hablar conmigo?

— Vengo a advertirte, hay un demonio que ara lo que sea para conseguir poder, y ahora el poder más grande en este mundo tú lo posees, tienes que cuidarte de él, tiempo atrás el mato a varios de mi especie para sus experimentos y ahora no durara en hacer lo mismo contigo

— ¿qué te refieres? — pregunte asustada

— Debes de prepararte y recuerda mi especie siempre estará de tu lado

Dicho esto, se alejo rápidamente, dejándome con la duda sobre lo que dijo, lo llame para tratar de detenerlo, pero simplemente desapareció entre los arbustos y árboles. ¿Por qué huyo?, escuche la voz de mis temores llamarme.

— Hola sobrina — me giré y ahí estaba el Amazarac — lo que vi fue inusual —rápidamente y sin saber cómo mi hermano y protector aparecieron

— Astartea olvidaste tu guadaña — dijo mi protector quien se acercaba a mí para entregármela

Soy una tonta, en este momento me doy cuenta que no tengo mi guadaña para defenderme, la tome y Acatriel aprovecho para acercarse lo suficiente para susurrarme que me mantuviera firme sin mostrar temor. Esa fue la manera en la que actué todo el tiempo que estuvimos con Amazarac los cuales solo fueron unos minutos para que después se despidiera no sin antes decirme "otro día estaremos a solas", se fue y regresamos a casa, pero nadie dijo nada todo fue silencio entre nosotros. Al día siguiente partimos al territorio de mi padre junto con otros 3 demonios que pasaron el examen final. En todo el camino el silencio inundo el ambiente. No quería hablar con nadie por tres cosas, me encontraba enojada con mi protector y además él tenía algo de razón actuaba como niña y no sé cómo dirigirme a él en estos momentos, pero lo más importante no quiero hablar porque si lo hago llorare nuevamente por mi rabia acumulada.




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