Astartea el ángel del infierno

capítulo 27

Ambos se encontraban desconcertados al verme, estaba enojada porque me habían ocultado algo tan importante. Mi padre trato de calmarme, pero no logro nada en cambio me enojé más y comencé la pregunta.

— ¿Por qué no me dijiste nada? — le pregunte

— No era de importancia, pensé que mi poder regresaría, pero ahora creo que en realidad el precio por el ritual es perder parte de tu poder — contesto sin arrepentimiento alguno por lo que hiso

— Quiere decir que soy la culpable — dije entre las lágrimas que comenzaban a salir, ya que me sentía fatal por lo que le hice a mi padre

— No llores, Astartea — mi padre me abrazo — no me arrepiento de lo que paso porque te tengo conmigo, eres la hija perfecta simplemente vales el precio que pague

Por un lado, me sentía fatal, pero mentiría si digo que cambiara lo que paso, porque de ser así significaría que me hubiera quedado como una simple humana y muerto hace años, simplemente no me arrepiento, pero no quiere decir que no me sienta mal por quitarle a mi padre sus poderes, por otra parte, cuando me dijo que él tampoco se arrepentía me sentí aliviada y muy feliz.

— Parece que todo esta mejor ahora — me dijo mi padre rompiendo el abrazo

— Sí, pero aún sigo molesta por no decirme nada — le conteste — ¿me ocultas algo más?

— Claro que no, pero tenemos que hablar sobre otro asunto serio — miro a mi protector

Los tres nos dirigimos a su oficina, ahí comenzó hablarnos sobre que dentro de dos días iría al territorio nuevo de Andras, para acompañar a aquellos demonios que quieren formar parte de su territorio por tal razón se encontraría con Amazarac e intentaría por medio de amenazas y sin pelear conseguir mi poder especial, de no ser posible le dejaría la tarea a mi protector quien asintió. El otro tema que abarcamos se trató sobre Acatriel ya que no sería más mi protector, pero tampoco me conseguiría uno nuevo, porque Acatriel le dijo a mi padre que era lo suficientemente capaz de cuidarme sola y no necesitaba más de niñero alguno, así que simplemente entrenaría con el hasta el día que se enfrente a Amazarac, después de eso si me faltaba entrenamiento mi hermano se encargaría de mí. Este nuevo entrenamiento se concentrará en controlar mis alas, es decir el vuelo y además también se centraría en acostumbrarme a ellas en simples palabras poder pelear con ellas.

Salimos de la oficina de mi padre después de la plática, me encontraba con Acatriel. Me sentía triste y preocupada por él, el solo pensar que el resultado de su venganza termine con su vida me causa dolor en mi corazón por tal razón el enojo que sentía hacia el desapareció rápidamente pero no sabía que decirle para comenzar la conversación.

— ¿Qué sucede?, ¿Por qué esa cara de preocupación? — me pregunto seriamente sin rastros de enfado en su voz

— Son tonterías de mujeres — le conteste, pero al verlo supe que no le gusto mi respuesta por lo que dije la verdad — pensé que seguirías enojado conmigo por lo que sucedió entre nosotros pero además — guarde silencio hasta animarme a decirle mis sentimientos — me da miedo que mueras, cuando pienso en ello me duele mucho mi corazón — lo mire, me gustaría tener mi poder para saber lo que siente, pero creo que lo ofendí con mis palabras — lamento si te ofendí

— ¿ofender? ¿Por qué me ofenderías?

— Porque eres muy fuerte — le conteste — si me preocupo por ti seria como decir que eres débil y no fueras capaz de matarlo

— Sí que eres ingenua — coloco su mano en mi cabeza — es normal preocuparse por aquellos a quienes quieres, yo me preocupé por ti cuando estabas a punto de morir, y cuando pensé que moriste me sentí morir.

Mire a mi protector, sus ojos se veían llenos de confianza la cual me comenzó a transmitir y mi preocupación poco a poco fue desapareciendo, aunque fuera por pocos minutos, me quede largos segundos mirando sus ojos me hacía recordar aquella vez de eclipse de luna roja, sus ojos eran muy hermosos y llenos de brillo, aunque algo tristes, esta vez era igual. Mi protector de repente se dio la vuelta se despidió de mí, diciéndome que me vería cuando la fiesta terminara ya que prefería estar solo. Tenía la duda en si aún seguía molesto conmigo pero no pude ver indicios sobre eso, al contrario se comportaba normalmente, lo único extraño fue al final cuando se dio la vuelta ya que aunque insistí en que se quedara él se negó aunque justificadamente.

Narra Acatriel

Astartea se sentía preocupada por mí, y podía entenderla perfectamente, pero lo que no entendía eran mis propios sentimientos sin darme cuenta, comienzo actuar diferente sin saber la razón, en ocasiones he llegado a ponerme nervioso solamente por su presencia, esta vez tuve un impulso de abrazarla fuertemente y no dejarla ir nunca de mi lado, pero ¿Por qué?, ¿Por qué siento esto? La mire fijamente a sus ojos eran tan lindos que me hipnotizaban, recordé que algo parecido sucedió aquel día de eclipse de luna y me imagine a nosotros dos si hubiéramos llegado más lejos lo que hubiera sucedido, por desgracia las imágenes que llegaron a mi mente las disfrute. Algo estaba mal conmigo, no debo de tener estos pensamientos y mucho menos con Astartea que es mi única amiga, es como si fuera el inutil de Dumah que solo quiere a las mujeres para divertirse, yo no soy así las respeto y además no me interesan de ninguna forma romántica ni menos para pasar el rato. Cuando tuve esos pensamientos me giré inmediatamente para alejarme de ella, insistió en que me quedara, pero le dije que prefería estar solo, tomo mi mano, para insistir una vez más, sentí su calidez inundar mi mano y algo en mi cuerpo sucedió, una sensación que no puedo explicar pero que me obligo a soltar su mano e insistir en quedarme solo.

Finalmente me dejo tranquilo y seguí mi camino, camine recto y después gire a la derecha por un pasillo encontrándome con Agramon al parecer nos había estado espiando a Astartea y a mí por un rato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.