Astartea las historias no contadas

Capítulo 1

Aquí el primer capitulo de los especiales, el primero se tratara de Abaddon y su esposa, espero lo disfruten.

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Un demonio joven de 500 años se encontraba oculto entre los árboles que en ese instante eran sus aliados para que aquella hermosa mujer demonio que sus ojos no podían dejar de ver lo descubrirá, mientras ella bailaba bajo la luna roja de aquel mundo demoniaco. El demonio oculto portaba el nombre de Abaddon quien era conocido como uno de los más poderosos demonios de aquel mundo por su gran fuerza y su gran control de poder especial, nadie hubiera imaginado que el gran Abaddon fuera atraído por aquella mujer que si bien era considerada una de las más hermosas también era una de las más débiles no porque no tuviera la fuerza de un demonio, ya que ella sola podía acabar con tres demonios pero aquella clasificación se la gano gracias a que no poseía ningún poder especial como los demás demonios. Aun así, Abaddon poco a poco fue enamorándose de aquella mujer por su gran fuerza, coraje y sobre todo su gran corazón, "corazón" esa era una palabra que la mayoría de los demonios desconocía ya que no era un comportamiento adecuado para un demonio, pero a él no le importaba en lo más mínimo.

Siempre que podía se ocultaba para ver a la mujer que era dueña de su corazón más sin embargo ella aun no lo sabía, ni siquiera conocía su nombre. Ya eran cinco años de observarla en silencio sin conocer su nombre eso era algo que estaba mal pero simplemente en ese tema era un cobarde, aun siendo uno de los más poderosos le asustaba que aquella mujer lo rechazara porque simplemente no era como todas las demás, ¿Qué podía hacer?, no conocía la respuesta por lo que solo espero al que el día terminara para regresar a casa con su hermano.

Una vez en casa, saludo a su hermano Amazarac con un típico combate en el cual el gano rápidamente.

— No es justo utilizar tu poder Abaddon — dijo Amazarac molesto en el suelo

— Lo siento, es solo que no tengo ánimos para alargar el combate — contesto

— ¿sucedió algo? — pregunto Amazarac preocupado

— No, simplemente no me encuentro con los ánimos necesarios

— La próxima vez también utilizare mi poder, tal vez un hechizo para que te quedes inmóvil, o para controlarte

— Sé que tu poder especial, al cual llamas hechicería no te permite controlar a nadie así que eso es imposible, no causaras temor en mi hermano

— Tenía que intentarlo — dijo despreocupado

Abaddon le tendió la mano a su hermano para ayudarlo a levantarse del suelo, después comenzaron a caminar tranquilamente, hasta llegar a su hogar donde Abaddon se encerró en su habitación al igual que Amazarac solo que en este último era común ya que todos los días realizaba diferentes investigaciones que involucraban su poder y conocimiento del mundo demoniaco para poder encontrar una solución a su más grande problema. Mientras tanto Abaddon se encontraba de igual forma en su habitación pensando en aquella mujer que tenía ocupando cada uno de sus pensamientos, pensaba en su hermoso y largo cabello de color castaño, sus hermosos ojos rojizos como la misma luna y en sus labios, como deseaba poder besarlos y decirle todo lo que siente pero, él no podía estar pensando en esas cosas ya que pronto se celebraría un gran combate donde los tres demonios que sigan de pie, tendrían el derecho de ser los líderes y gobernantes de su propio territorio y claro que el participaría y seria uno de esos tres, de esta manera Abaddon podría realizar su territorio soñado uno donde solamente vivieran los demonios más fuertes y poderosos en fin no tenía tiempo para perder en sentimientos el necesitaba entrenar. Por tal motivo salió de su hogar camino hasta llegar a un bosque donde se adentró profundamente ya que ahí podría enfrentarse a varias criaturas demoniacas para entrenar.

Mientras Abaddon entrenaba escucho el grito de una mujer, no le hubiera importado ya que es común pero la voz de aquel grito le parecía conocida y sin pensarlo dos veces abandono lo que hacía y se dirigió a ese lugar, al llegar se encontró con la mujer de la cual estaba totalmente enamorado, ella se enfrentaba a una serpiente hombre del infierno. Abaddon observaba detenidamente como la mujer se enfrentaba a ella, esquivaba cada uno de sus ataques con algo de dificultad, pero aun así no se rendía, cundo la mujer fue aventada al aire por la criatura, Abaddon salió de su escondite para atraparla en sus brazos y llevarla a un lugar seguro.

— ¿te encuentras bien? — pregunto Abaddon, bajándola de sus brazos

— Si — dijo la mujer algo molesta — no necesito que nadie me salve, estaba controlando la situación

— Claro, eso podía verlo — contesto Abaddon de manera sarcástica

— Para tu información no necesito ayuda del gran Abaddon ni de ningún otro demonio

— ¿sabes mi nombre? — pregunto el sorprendido y algo feliz ya que la mujer que le gustaba lo conocía

— Como no saberlo, tanto tú, Amazarac y Cupai son mis oponentes más fuertes

"¿oponentes más fuertes?", se preguntaba Abaddon en la mente, pero la mujer que aún no conocía su nombre le dio la respuesta, ella también se encontraba entrenando para participar en el combate, en el cual muchos dirían que no tendría ni una sola pisca de oportunidad.

— Se lo que piensas, tu también piensas que no soy capaz de hacerlo, pero para tu información....... — la mujer no termino de hablar ya que Abaddon la interrumpió ganándose una gran sorpresa

— Te equivocas, pienso que eres capaz de hacerlo, aunque claro tienes algunas desventajas

— Lo sé, no poseo poder especial — dijo molesta y cansada — estoy cansada que siempre me digan lo mismo, aun así, no me impedirá que sea una de los tres elegidos o elegidas

Esa fue la primera conversación que tuvieron ambos demonios. Abaddon siguió escuchando las quejas de la mujer la cual finalmente pudo conocer su nombre el cual era Yecum. "es un hermoso y perfecto nombre" pensó Abaddon, ambos siguieron hablando por un tiempo más hasta que finalmente se separaron. Ese día Abaddon tenía una gran sonrisa y un aura de felicidad que impresiono a su hermano el cual estaba curioso por saber que había sucedido.




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