Aster

Un día más cerca

Se tapó los ojos, cansada.

Habría pasado toda la noche leyendo si no fuera por Elvira, quien le pidió que se fuera a dormir.

A su lado, en el escritorio, tenía varias hojas con cosas escritas, y, en el suelo, muchas más, arrugadas.

—No... Esto no va a funcionar... —Arrugó en papel y lo tiró al suelo.

Había empezado con las conexiones. ¿Quién le convendría más acercarse? ¿Quién podría ayudarla más?

Ya tenía varias personas así, pero el problema, de hecho, entablar una conversación.

Concluyó que, su única opción, era esperar hasta su debut, pues, una vez sea una adulta ante la sociedad, iba a ser capaz de aceptar invitaciones e ir a bailes, banquetes y fiestas.

Algunas de sus opciones no le agradaban mucho, pero tenía que dejar de lado sus sentimientos personales. Nada de eso le ayudará a poder escapar.

Necesitaba a alguien fuerte, capaz de brindarle protección, ya sea como caballero, amigo, o socio.

Derek Phlower. Primogénito del Duque Phlower. Era una de sus mejores opciones si se trata de estatus y riqueza. Había escuchado cosas, en el banquete de caballeros, de su próxima llegada para asistir al debut de su única hermana. Según rumores, era uno de los jóvenes con más futuro de la nobleza, con una gran inteligencia financiera. Eso le servía, y mucho. A él podría acercarse con la escusa de hablar del "compromiso" de sus hermanos. Iba a tener que usar a Balthair para eso, pero era una buena causa.

Matthew Berenguer. A él ya lo había conocido, por lo que entablar una conversación con él iba a ser más fácil. De él podría sacar información para elegir a su caballero. Era una lástima que, como hijo de un Archiduque, él no iba a ser parte de la selección de caballeros, pues habría sido una enorme ayuda. 

El pequeño Archiduque era furor en los círculos sociales, por lo que, con su ayuda, podría subir bastante su estatus dentro de estos.

Adela Fhalco. Aunque su familia estaba prácticamente destruida, era de conocimiento público que su segundo hermano mayor tenía sus manos en un negocio minero que se veía bastante prometedor. Podría usarla para llegar hasta él.

Y así, escribió varios nombres más, un poco de información y en qué podría ser útil.

Ahora, quedaba el plan b, en caso de que nada de eso funcione, o necesite aún más. No ayudar en un negocio, si no que formar uno. Y era ahí donde entraban los múltiples libros que le había pedido a su niñera.

Elvira tocó la puerta, avisando su llegada.

Le dijo que podía entrar, escondiendo un poco sus hojas con los nombres, mientras que ella caminaba hacia la princesa, con una bandeja llena de bocadillos que habían quedado de el banquete del día anterior, diciendo que, como no había desayunado, al menos debería comer esos bocadillos.

Asteri sonrió, un poco triste, sabiendo lo difícil que habría sido para Elvira conseguir esos postres, por lo que no se negó, y le agradeció.

Volvió a su trabajo cuando su niñera se retiró de su habitación.

—Ahora, con los negocios...

Cuando escapó para vender las joyas, había algo que, incluso en la noche y en ese corto tiempo, había notado. Habían muchas tiendas de ropa y de joyas, por lo que tener una tienda de eso no le convendría, no, si estaba sola, en cambio, había algo que escaseaba. 

Cafeterías.

Era algo muy simple, pero, para sorpresa de ella cuando se enteró, aquella única cafetería que se encontraba era, por esa misma razón, extremadamente cara. Era por eso mismo que solo los nobles más adinerados eran capaces de entrar y comprar ahí.

Según palabras de otros nobles, que había escuchado de los sirvientes, en realidad no era tan delicioso, pero, debido a los precios, compraban igual. Era algo que amaban los nobles. Presumir su dinero, comprando cosas de moda sin importar si es que sirve o no.

Aquella era su mejor opción, pero, ahora, el principal problema, era aprender a manejarlo y administrarlo.

Leyendo libros, ya tenía una idea general, pero iba a necesitar más.

Al menos sabía lo principal; buscar algún negocio conveniente, encontrar un lugar adecuado para establecerlo, personas capaces para llevarlo a cabo, entre otras cosas.

Ya tenía la idea de negocio, solo le faltaba el lugar, las personas, el dinero... Dios, le faltaba mucho.

Masajeó el puente de su nariz con un suspiro.

Nunca pensó que iba a ser fácil, pero era mucho más difícil de lo que había esperado.

Agarró otro libro, y continuó leyendo.

Las semanas pasaron, y el día esperado por todos ya estaba cerca.

Todas los debutantes fueron llamadas al palacio en donde la ceremonia será llevada a cabo, para poderles mostrar el lugar y explicarles cómo será el procedimiento y el resto de días al debut.

Mientras esperaban a que el encargado de hacer la guía llegase, los debutantes se encontraban en un salón, dialogando.

—Adela, tráeme algún postre de fresa —ordenó a la sirvienta a su lado.




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