—Y bien, ¿tienes algo que preguntar?
Ahora que había tomado la decisión, ya no había vuelta atrás, pero también significaba otra cosa: Su plan había empezado.
Una vez las damas se retiraron para hacer lo que ellas quisiesen, algunas fueron a bailar, otras a presentar a sus caballeros, y otras, como ella, quisieron hablar con ellos.
—No tengo derecho para decir nada, Su Alteza.
Lo que no había planeado con tanto esfuerzo era cómo se acercaría a él, pues a simple vista, era evidente que él era una persona muy desconfiada y callada.
Ella sentada, un poco alejada pero con un corte de pastel de fresa en la mano, comía tranquilamente, mientras él permanecía a su lado, un poco más atrás.
—Tienes. Por eso te pregunté.
Él no habló, analizando la situación en su cabeza.
Quizás podría llegar a un acuerdo con la princesa...
Estaba seguro que el trabajo, a pesar de ser un poco movido, suponiendo que, ahora que ella era parte oficial de la sociedad noble, parte de la familia Imperial y, por lo tanto, posible peligro para el príncipe heredero, sin mencionar de los incontables rumores, aunque algunos eran bastante ridículos para él, iba a tener que protegerla de varios asesinos, no era un trabajo difícil.
En lo absoluto, comparado a como lo era en el campo de batalla.
Se mantuvo erguido, cuestionando qué pregunta podría hacer, ya que tenía que tener cuidado.
Por más que pensase que los rumores eran ridículos, tampoco podía asegurar que fueran falsos, ya que aquella princesa era una persona completamente desconocida para él.
Notando su dudar, Asteri suspiró, terminando de comer su postre, para después dejarlo de lado.
Su amigo, a lo lejos, le hacía señas.
"¡Tranquilo!" pudo ver que musitó con los labios.
Frunció el ceño, maldiciéndolo mentalmente.
Era claro que Matthew tenía algo que ver con esto.
—Las razones no te las puedo decir ahora, pero te aseguro que no es nada negativo —ella afirmó, llamando su atención, volviendo de esa manera a su expresión seria.
Iba a decir algo, negando el hecho de que él pensaba que era por una razón mala, mas se contuvo. En cierta parte, si creía eso.
—No será mucho tiempo —continuó, y él no logró entender el significado de esas palabras. ¿Será que ella está segura que conseguirá un esposo pronto? Después de todo, cuando una mujer se casa, es considerado que el hombre podrá protegerla, por lo que el caballero deja de ser su escolta. Sería algo bueno si es que fuese así —. Pero hasta entonces, tendrás que soportarme.
Ahí estaba otra vez.
¿A qué se refería con "soportarla"?
—Si, Su Alteza —Fue lo único que consiguió decir, ya que no se le ocurría nada más.
Ella lo observó por unos segundos.
Por un momento, él pensó que conocía esos ojos, desde antes del banquete de victoria, pero lo descartó.
Sería estúpido que una princesa se encuentre en el campo de guerra, o en lugares pobres del reino.
Por más odiada que sea, ella sigue siendo una princesa.
Asteri suspiró nuevamente, quitando la mirada, y se levantó.
—Por el resto del banquete eres libre. Te reunirás conmigo en el momento en el que volvamos al palacio. Se te avisará cuando será.
Y con eso, ella se retiró, caminando devuelta hacia la mesa de postres, y después de comer uno, hacia la pista de baile.
Todas las damas estaban reunidas, debido a que el siguiente baile será uno protagonizado por ellas.
La música empezó, y una presencia a su lado lo hizo fruncir el ceño nuevamente.
—¡Felicidades! —exclamó de manera silenciosa, poniendo su mano en su hombro, un gesto conocido y amigable, y que solo podía ser realizado porque él se encontraba fuera de la vista de todos — Escolta de la segunda princesa del Imperio. Debe ser todo un honor —Puso su mano en su boca, tapándola para que nadie lea sus labios —. Además, la paga es excelente, y dudo que sea demasiado peligroso —susurró, para después alejarse con una sonrisa.
Puso su mano sobre el hombro de su amigo.
—Matthew —La sonrisa se volvió un poco incómoda cuando él aplicó fuerza en el agarre, mas el contrario nunca dejó de sonreír —. Tu hiciste algo.
Desviando los ojos de manera juguetona, él negó.
—¿Yo? ¿Qué podría hacer yo? Ni siquiera soy cercano a ningún miembro de la familia Imperial.
Su ceño se frunció aún más, pero terminó soltándolo, sabiendo perfectamente que por más que presionase al rubio, ninguna información iba a salir de su boca.
—¿Por qué tan molesto, Thadd? Eres el escolta de una hermosa princesa —dijo, parándose a su lado, mirando hacia donde su amigo miraba; la princesa, a quien, desde ese día, tendría que proteger con su vida.
—Sabes bien que no quería esto.
Matthew suspiró, asintiendo.