Asterión sin estrellas

005: Vellocino

005: Vellocino

 

La falange de tres dedos caminaba por la oscuridad del laberinto iluminados por diminutas flamas convocadas por Laconia que flotaban alrededor del grupo, avanzaban tranquilos en silencio hasta que el estómago de Asterión resonó por las paredes.

 

-Perdón, olvide robar comida del saco.

 

Niko compartió la mitad del pan que el si había recordado tomar.

 

-Eres bastante despistado para ser un estratega ¿Son todos los polemarcas así?

 

-No lo sé, solo me conozco a mí mismo ¿Qué hay de ti Laconia?

 

-Tú sabes que solo he trabajado contigo.

 

Niko la miró extrañado.

 

-¿Cuándo se conocieron ustedes? Las hazañas de Laconia se repiten por toda Helena pero si usted dice que solo ha trabajado con Asterión ¿No debería ser su reputación mejor?

 

-Aah ojalá fuera tan sencillo Niko, Laconia se roba todos mis logros, todos piensan que me aprovecho de ella.

 

Asterión dijo eso golpeando con todas sus fuerzas el hombro de Laconia, pero la bestiaria no se movió ni un dedo.

 

 

-Tu únicos logros son dormir toda la misión y decir: “Laconia encárgate”.

 

-Conocí a Asterión el último año de academia, era igual de patético en ese entonces.

 

-Laconia para ese entonces ya había ido a múltiples expediciones vigiladas por maestros, incluso creo que conociste en persona a los cinco arcontes, toda una estrella.

 

Niko estaba sorprendido, pero muy feliz de ser capaz de trabajar junto a tal leyenda, la bestiaria imbatible y el futuro de Helena.

 

-¿Y qué hacías tú Asterión?

 

-Seguramente dormir en bajo la sombra de un olivo mientras el resto entrenaba como siempre. En ese momento yo solo era un mal augurio pero todavía no tenía la fama que tengo ahora.

 

-La infamia dirás.

 

Replicó Laconia pellizcando su mejilla.

 

-¿Qué fue lo que hiciste?

 

Niko preguntaba confundido de que Laconia siguiera a Asterión, incluso a pesar de todo lo que había vivido no podía imaginarse una situación en que el polemarca se ganara tanto respeto de alguien como ella.

 

-Te lo diré cuando estemos en Scíathos, por ahora solo te diré que la señorita Laconia no solo tuvo audiencia con los cinco arcontes, ellos querían que se uniera a sus falanges y ella rechazo a los cinco.

 

Niko no podía creer las palabras de Asterión, cualquier soldado daría lo que fuera para servir bajo el ala de cualquier arconte, ellos solo ofrecerían tal cargo porque quieren entrenar a un discípulo; poder, fama y riquezas para toda una vida aseguraban a alguien así.

 

-No me dirás que rechazo todo eso para estar contigo ¿verdad?

 

-Suena hasta romántico cuando lo dices así, vas a hacer que se sonroje.

 

Laconia escupió una pequeña llamarada sobre ambos y luego siguió su rumbo.

 

-JAJAJA, no digamos más Niko o terminaremos como los myrmekes, ella solo cumple una promesa que hicimos en ese tiempo, es demasiado fiel a su palabra, debería mentir más seguido.

 

-¿Qué promesa hicieron?

 

Laconia comenzó a caminar más rápido.

 

-Es un secreto.

 

Niko creyó escuchar eso con un tono de vergüenza pero la caminata rápida se transformó en un trote ligero y no tuvo tiempo suficiente para pensar en la reacción de la guerrera, su mente se mantuvo ocupada pensando en que promesa sería capaz de matar a alguien como Laconia.

 

-Llegamos.

 

Dijo Asterión mientras todos presenciaban una enorme grieta se veía por los pasillos del laberinto, esta parecía como si hubieran excavado una pared y construido una ruta natural, las paredes eran de una piedra desconocida, totalmente rojiza y que parecía resquebrajarse lentamente, en el camino habían numerosos cadáveres de myrmekes cortados con una precisión quirúrgica.

 

-El arconte ya paso por aquí, creo que ya nos perdimos el espectáculo.



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En el texto hay: tragedia, magia, guerra

Editado: 06.05.2024

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