Asterión sin estrellas

011: Avanzar

011: Avanzar

Laconia subía lentamente las escaleras de mármol pintadas de rojo y púrpura, la estructura era colosal y sus pilares parecían ser construidos por gigantes, estos estaban pintados con los colores más raros y caros conocidos, bellos tonos púrpuras y celestes. El Partenón, el legendario templo donde los arcontes se reúnen, debaten y rezan, solo los elegidos para servir directamente a un arconte son llamados aquí, ya sea como consejeros, sirvientes o guerreros, Laconia ya había estado dos veces aquí, primero cuando fue llevaba por el arconte tinto, sus compañeros estaban fascinados con su hallazgo, la hija bastarda de un lerno, ahora conocidos como hidras, criaturas que se cree poseyeron cinco dedos en la edad oscura y ahora solo unos pocos prevalecen en el continente de la Hélade, todos con cuatro dedos, aun así sus cuerpos poseían capacidades únicas, una fuerza y resistencia que lo hacía parecer minerales vivientes con escamas duras y a veces filosas, pero lo más increíble de todo es que no podían morir de vejez, por esto mismo les era difícil dejar descendencia, más aun considerando que lernos no eran ni machos ni hembras, no tenían sexo y para crear un huevo debían construirlo, asesinando y mutilando partes de otros seres para crear una nueva vida, vida que a veces se rebelaba contra la genética de sus ascendientes, generando un híbrido, como era el caso de Laconia.

-No ha cambiado nada en cinco años.

La joven recordaba su primer encuentro con los cinco arcontes, seres de una fuerza divina, semidioses habitando la tierra, la semi-lerna temblaba de miedo frente a la presencia de estos seres, en ese tiempo no entendía una palabra de la boca de ellos, pero su intuición siempre fue buena y comprendía que no era nada bueno, el hombre rubio de pelo largo y un vellocino dorado fue el primero en hablar, parecía reírse del hombre alto y gordo, lleno de cicatrices en todo su cuerpo que estaba al lado de Laconia, tenía un fuerte olor a uvas, era quien la encontró y al parecer ya no le interesaba seguir con ella, así que los otros cuatro debatían.

-Tengo que escapar.

Pensaba la niña, ya había visto como cazaban a sus compañeros para despellejarlos y el miedo de terminar de la misma manera llenaba su cabeza, pero la fuerza y presencia del hombre quien la encontró le impedía seguir su instinto.

-Si cometo un error, moriré.

Fue ahí frente los cinco semidioses que manifestó su primera bendición, sin un anillo catalizador, una lluvia de fuego se disparó en todas direcciones, quemando incluso a su portadora quien ignorando el dolor intento correr lo más rápido que pudo, pero en una hazaña imposible el gordo olor a uvas tomó un sorbo de un cuerno supuestamente vacío y escupió una neblina morada que adormeció al instante a la niña. Ella nunca olvidó ese miedo, ni esa técnica.

-¡Capitán, capitán ¿Qué hacemos?

El cerebro de Asterión necesitaba pensar rápido, los myrmekes y los cíclopes no harían una tregua con helenos ni aunque se acabara el mundo, pero ahora mismo la amenaza más grande para ellos no eran estos.

-Niko los myrmekes destruirán la piedra que bloquea la salida, protégelos.

-Entendido.

Múltiples hormigas obreras mascaban la piedra, royéndola lentamente, uno de los cíclopes se percató de esto y corrió directamente a ellas, varios myrmekes trataban de penetrar su dura piedra, pero eran solo picaduras para el gigante.

-Laconia mantén al cíclope y la reina a raya, si uno de los dos mata al otro es nuestro fin.

Los cíclopes restantes masacraban hormigas por todos lados con sus garrotes y rápidamente se acercaban a la reina hasta que los mirmidones entraron en combate, con sus alas volaban alrededor de los cíclopes buscando apuñalar sus cuellos o torsos, pero que fueran enormes no les impedía ser rápidos, manotazos veloces lanzaban lejos a los guerreros, algunos sufriendo heridas considerables.

-¿Y tú que harás?

Normalmente Laconia no preguntaría nada a su líder, pero no podía evitar preguntarse como sobreviviría el polemarca entre todo el caos.

-Tengo un plan, rápido a sus posiciones.

Laconia se apresuró a defender a la reina hormiga, retrasar a ambos sería difícil incluso para un grupo de hoplitas, pero la lerna bastarda también tenía un plan, el arconte tinto que la encontró nunca tuvo mayor importancia en su vida más allá de su primer encuentro, pero desde la niñez reconoció su fuerza y uno siempre aprende algo de sus superiores, sea para o bien o para mal. Rechinando los dientes mientras tomaba todo el aire que podía la bestiaria lanzó por su boca una enorme humareda que cubrió todo el escenario donde se encontraban la reina, mirmidones y cíclopes, Laconia tampoco podía ver y normalmente tampoco sería de mucha utilidad cegarte a ti mismo junto al enemigo en un combate, pero mientras la orden solo fuera evitar que ambas bestias se maten antes de tiempo, esta era la decisión correcta.

- Σφυρηλάτηση -

Decenas de myrmekes cegados cargaban contra la bestiaria, pero los mantenía a raya con su armadura de fuego y mientras no tuviera que defender hoplitas o a Asterión ella podía correr y planear de un lado a otro evitando puñaladas de ángulos ciegos. Los cíclopes golpeaban y aplastaban el suelo aleatoriamente y la reina zumbaba las orejas de sus mirmidones para hacerlos volver a ella.



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En el texto hay: tragedia, magia, guerra

Editado: 06.11.2024

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