Atada a Ti

Capitulo Uno

"Los lazos de sangre podrán desteñirse, 
pero nunca romperse." 
Dorian Dawson.
 

. . .
 


Tock tock

Escucho la puerta de mi antigua habitación abrirse, y ni siquiera así soy capaz de despegar la mirada del vestido frente a mi. Siento la presencia de mi madre antes de escuchar su suave voz.

-Cariño, ¿Estas lista? - Pregunta, sus manos en mis hombros.

Sin querer aún despegar mi mirada del bellísimo vestido, coloco mis manos sobre las de mi madre. Aprieto suavemente.

-Si, por supuesto que estoy lista.- Respondo.

Hoy era el día esperado. Hoy era el día por el que los últimos cuatro meses han sido todo un ajetreo. Y hoy era el día por el que valía la pena todo ese ajetreo. Hoy era el día de mi boda.

-Bien cielo, porque Ria estará aquí en unos minutos y si no estás lista, creo que la chica enloquecerá. - ríe mirándome con sus cejas alzadas cuando me volteo quedando frente a ella.

-Si, posiblemente lo haga. - Sonrío pensando en mi mejor amiga algo perfeccionista. -Pero ya estoy lista para pasar unas horas siendo mimada por extraños.

Como regalo de bodas, otro a la larga lista de regalos que me había hecho Ria, había programado unas horas en un prestigioso salón de belleza antes de la gran ceremonia. No había podido negarme, no cuando sus palabras fueron que, después de la increíble fiesta de despedida de soltera que me tenía preparada, sería un hecho que iba a necesitar muchos masajes y relajación. Estaba en lo cierto. La fiesta de la pasada anoche, aunque había terminado relativamente temprano, había sido tan intensa y alocada, que estaba ansiando un masaje que durara una larga hora.

Me pregunto que pensará Dean Vincent cuando le mencione que alguien más que él me ha dado un relajante masaje. Sonrío imaginándolo.

-Tu hermana y yo ya estamos listas, así que esperaremos a Ria en el salón. - Pronuncia.

-Mamá... - digo, deteniéndola antes de que llegue a la puerta. Mi pequeña y delgada pero esbelta madre se voltea para mirarme.

Dándole mi mejor sonrisa de 'gracias por el dulce' me acerco y tomo sus manos.

-Gracias otra vez por el delicioso desayuno. Tu y Maddie hacen mi vida muy feliz.

Había sido sorprendida hace unas horas con un gran y delicioso desayuno, hecho por mi cariñosa madre y mi magnifica hermana menor. Habían hecho mi mañana todavía mejor, si es que eso era posible.

-Ay cielo, no tienes nada que agradecer - La emoción pinta sus palabras. -Estoy tan orgullosa de ti, Sophia. Nunca lo dudes. - Su mano suave acaricia mi mejilla. - No tardes en bajar - Y con esas últimas palabras sale de mi habitación.

Un minuto después, y todavía sintiendo la emoción en las palabras de mi madre, escucho mi móvil sonar desde la mesita de noche. Una sonrisa grande se forma en mi rostro al saber de quien se trata incluso sin ver el identificador de llamada. Con miles de mariposas en mi estómago me acerco y tomo el móvil.

-¿Sin moros en la costa, preciosa? - Son las primeras palabras que salen de su boca una vez que tomo la llamada. El familiar hormigueo de emoción recorre mi cuerpo al escuchar su vos. Creo que siempre tendré esa reacción. La sigo teniendo incluso después de cuatro años, incluso aunque haya hablado con él hace solo unas horas.

-Sin moros en la costa, precioso.- Respondo, riendo cuando escucho su gruñido.

Hay un ruido de fondo y luego suena la voz de Mike diciendo 'no deberías estar hablando con ella, Riannon me matará', luego escucho una puerta cerrarse.

-Si, bien. Pensé que estabas con la roja intensa - dice refiriéndose a mi amiga pelirroja. -Su esposo está siendo un grano en el trasero. - río pensando en Mike. El fiel esposo de Ria solo vivía para complacerla y mimarla en todo lo que ella pidiera. Amaba a su intensa y exigente mujer, y no dudaba en demostrarlo.

-No, aún no ha llegado, pero estará aquí en unos minutos - respondo mirando el gran reloj de fresa sobre el marco de la puerta. Vagamente recuerdo cuando Maddie me lo regaló de cumpleaños. -Entonces, ¿hay una razón por la que estés rompiendo, otra vez, la regla de mi amiga de no llamarme? ¿O solo es Dean Vincent, el chico malo que no hace lo que otros dicen?- bromeo refiriéndome a su faceta de chico malo de la secundaria.

Aún con el móvil pegado a mi oreja, me acerco hasta la cama para una sola persona y tomo el álbum de fotos abierto en mitad de ella.

-Un poco, si. O, solo soy yo otra vez queriendo saber si todavía no cambias de opinión sobre casarte con éste chico malo. -Me sigue en la broma. Ambos reímos y luego la linea se queda un momento en silenco.

-Hoy es el días. Murmura. -Se que ésta es la segunda vez que te llamo hoy, pero oye, yo nunca estuve de acuerdo en mantenerme alejado de ti hasta la ceremonia. - gruñe. -Esas fueron reglas de la roja. Y será mejor que agradezca que aún no me haya colado por la ventada de tu habitación o haya ido a ver la dichosa despedida de soltera de la que aun no me cuentan.- Señala, sonando sospechoso.

Río imaginándolo pasando su mano por su cabello negro, frustrado.

Antes de cerrar el álbum y guardarlo, miro la última foto que mi padre y yo nos tomamos. Fue hace siete años, en ella yo tenía quince y era mi sorpresiva fiesta de cumpleaños. Fue unos meses antes de que muriera.

-Te lo contaré todo una vez estemos casados, ya te lo dije. - Suspiro silenciosamente cerrando el álbum y guardándolo en la cómoda.

Siempre extraño a mi padre, pero hoy no he podido dejar de pensar en que él tendría que estar aquí.

-Si bueno, eso no me hace sospechar menos. Y debo recalcar que yo te conté con lujo de detalles todo lo que hicimos.

-Porque todo lo que ustedes hicieron fue beber mucho y jugar - puntualizo riendo.

-Otro orden de la roja.

-Oye. - Regaño - Ria solo sugirió que podían hacer algo tranquilo como beber y jugar, nada que pudiera molestar a nadie.




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