Atada a Ti

Capitulo Dos

"Nuestra amistad va más allá de una simple amistad" 

 

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Después de cortar la llamada con Dean, y no sin antes prometerle pensármelo sobre ese manoseo rápido detrás del árbol y también llamarle cuando todos estén distraídos, por fin bajo al salón. Allí me esperan mamá, Ría, Maddie y Rubi, la hermana pequeña de Ría y mejor amiga de Maddie. 
 


 

Antes de poder decir nada, el chillido emocionado de Riannon me detiene y su abrazo asfixiante me deja sin aire.
 


 

-¡Por fin llegó el día, Soso! - Exclama apartándose de mi y colocando sus manos en mis brazos para luego sarandearme. -¡Te casas!
 


-¡Me caso! - digo abriendo mi boca y fingiendo sorpresa. Río ante su efusión.

-Hoy voy a asegurarme de que todas ustedes, chicas...- dice apartándose y señalándonos a todas. -Queden tan guapas y relucientes, que sus hombres quieran besarme el trasero. - termina, haciendo un gesto indiferente ante la exclamación escandalizada de Rubí y mi madre.

-Si, bueno, ya debemos irnos - dice Maddie - Las demás nos están esperando, me ha llegado el mensaje. - menea el móvil en su mano.

Todas asentimos y tomando nuestros bolsos, salimos de casa de mi madre. Afuera nos espera una pequeña limusina negra, su puerta es abierta por un hombre muy grande con traje. Miro a Maddie con las cejas alzadas.

-Pensé que ya había terminado con nosotras -le murmuro confundida. Ella se encoje de hombros.

-Ha sido idea de Quentin pagar por unas horas más. - dice, mencionando a su novio -No es nada. - me asegura.

La noche anterior la limusina había sido contratada para recoger a más de diez mujeres chillonas y llevarlas a la casa de Debby, donde seria mi despedida de soltera. Luego fue la encargada de dejar sanas y salvas en sus casas a dichas mujeres. El encargado de esta honorable tarea fue Gus, el primo de Quentin. Esta mañana parece más relajado al ver a solo cinco tranquilas damitas.

-Buenos días, señoras -asiente hacia mi madre y Riannon. -Señoritas. - mira a Maddie y Rubí -Futura señora Vincent -me da una mirada pícara y un meneo coqueto de cejas que sin poder evitar, hacen que ría.

Todas correspondemos su saludo y subimos a la deslumbrante limusina.

-Bien, entonces...-dice Ria, una vez todas estamos dentro y la limusina en marcha. -Solo tenemos...-mira el reloj dorado en su muñeca. - cuatro horas exactas para todo lo que tenemos que hacer y llegar a tiempo para que no te pierdas tu boda, Soso. -termina, mirándome.

Mi madre ríe y Rubi voltea sus ojos. Maddie está concentrada en su móvil.

Soso fue el apodo que me puso mi padre cuando solo era una bebé. Siempre me llamó así, y con el tiempo mi familia y amigos también. A papá le causó mucha gracia ver que todos copiaban el apodo y recuerdo escucharle decir que era "tendencia".

-Si, eso está bien - asiento - No me gustaría perderme mi propia boda.

Mi mejor amiga me sonríe y estoy recordando como es que nuestra amistad comenzó. Teníamos ocho años y ambas vivíamos en el mismo vecindario, recuerdo que odiaba a la vecina de cabellos del color de la zanahoria y que siempre llevaba lindas coletas. Mi yo de siete años tenia algo de envidia por que su cabello era hermoso y liso, y el mio siempre era un desastre, así mi madre lo peinara miles de veces. Además, Riannon era una niña tan dulce que le gustaba a todos, incluyendo al vecino de nueve años que vivía al frente y del cual yo tenia un enamoramiento. Y mientras Ria era dulce y tierna, yo era una niña revoltosa a la que le encantaba jugar con tierra y subirse a los arboles. Solía hacerle muchas bromas a Ria, en las que ella siempre terminaba con su ropa llena de barro o sin una de sus coletas y llorando.

Todo cambió cuando teníamos trece y Ria se acercó y me preguntó si podía ayudarla en una broma a su odioso hermano mayor, el cual en ese entonces era mucho peor que yo en sus maldades. Acepte encantada y justas planeamos todo. Después de esa vez vinieron otras y otras travesuras, cuando menos nos dimos cuenta, teníamos dieciséis y eramos inseparables.

Y ahora estamos aquí. Pienso.

-Todo va a ir perfecto. - dice mi madre.

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Una vez en el Divine Beauty, el nuevo y popular salón de belleza, nos encontramos con las demás damas de honor. Debby Lavine y Eris Sloan.
 


 

Debby fue una de las niñas a las que Ria y yo hicimos una broma y la única que nos la devolvió. Y peor, mucho peor. Motivo por el que Ria y yo decidimos hacerla nuestra amiga. Aunque dulce y comprensiva, Debby era y es una de las personas más fuertes y decididas que conozco y a la que siempre voy a admirar. 
 


 

Eris Sloan Livington, la divertida y a veces sarcástica morena, por otro lado es mi prima. Vivió por dos años en mi casa cuando sus padre tuvieron problemas. Después de que el divorcio de los mismo se realizara, ella y mi tía Claire volvieron a su pueblo natal, mí pueblo natal. Es donde vive ahora con su abuela y tía paterna, su madre murió hace dos años. Fue un golpe muy duro para todos. 
 


 

Abrazos asfixiantes, pero cariñosos, me reciben. Me hace tan feliz que ellas estén aquí. Siempre tengo la suerte de contar con su apoyo. Al igual que ellas cuentan con el mío. Fui bendecida con grandes amistades.
 


 

Una vez terminados los abrazos y bromas, decidimos que empezar por el cabello y después por la manicura y pedicura, estaría bien. Todas coincidimos con que el masaje seria de último.  
 


 

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-Alee está impaciente por verte. - me dice Debby. Estábamos arreglando nuestras uñas de manos y pies. 
 


 




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