Atado a ti

Capítulo 14: El contrato

Summer

A pesar de que mis sentimientos por Nathan no iban más allá de una amistad lo suficientemente profunda, mi hijo lo amaba como a un padre. Eso fue lo que representó en su vida desde el día en que nació. Nadie se lo impuso; a pesar de saber que no era su padre, Max sacó sus propias conclusiones y tomó su propia decisión.

Max corrió a sus brazos. Llevábamos casi una semana en Manhattan y desde entonces no se habían visto. De repente, me sentí un poco culpable por haberlo separado no solo de él, sino de todo su círculo, a lo que siempre había estado acostumbrado en su corta vida.

—Menudo recibimiento —dijo Paola colgada del brazo de su esposo, apareciendo detrás del niño.

Nos saludamos y le di la bienvenida a nuestra casa. Después del almuerzo, cuando Max y Lorie desaparecieron, nos reunimos todos en el comedor para revisar el contrato que había redactado Nathan. Me pasé las manos por el rostro varias veces sin poderlo creer. Esto no era lo que tenía en mente. ¿Cómo carajos se supone que lograremos que firmen? No estaba segura de si Vladimir aceptaría esto, pero Iván, él, no iba a firmar. Si algún día llegué a conocerlo, podía asegurar que no lo aceptaría.

—Es lo mejor, Sum —dijo Nathan, intentando suavizar el asunto.

Moví la cabeza de un lado a otro, mis manos temblando ligeramente mientras sostenía el documento. Me incliné hacia delante, en un intento por recuperar un poco de aire.

—¿Lo mejor, si la empresa fuese mía, no aceptaría una cosa así? La empresa no puede estar tan mal.

—Lo está, Summer —la voz de Nicolae permanecía como siempre, calmada e imperturbable—. Bespoke Fragance ya no es la misma empresa en la que trabajaste. Sus productos siguen teniendo calidad, pero la producción es limitada debido a los bajos recursos. Los malos manejos aumentaron sus deudas a tal magnitud que la empresa está bordeando la quiebra. Grant lo sabe, y estoy seguro de que Iván también —su voz bajó unos decibeles al pronunciar el nombre de Iván.

—No les queda otro remedio que venderla, o esto —intervino Paola levantando su carpeta con una copia del contrato—. Summer, nadie en su sano juicio invertirá en una empresa en tales condiciones sin pedir un alto precio por ello. Bespoke Fragance quedará en buenas manos, puedes estar tranquila.

—Yo sé que estará en buenas manos, pero Iván no.

—Más temprano que tarde lo sabrá —dijo Nico, apuñalando la mesa del comedor con la punta del bolígrafo y la mirada perdida en el mismo lugar.

Cedí, con el pensamiento de que, tal vez, era yo quien estaba viendo muros donde no los había. Analicé todo este asunto siguiendo mis propias emociones y no por la lógica. Miré a cada uno de ellos, no tenía por qué desconfiar cuando todos estos años han estado para mí, apoyándome, guiándome y, sobre todo, soportándome cuando no existía ningún vínculo entre nosotros más allá de una amistad que se convirtió en familia.

Es como si mi destino fuese ser adoptada y doy gracias al cielo porque me ha puesto siempre en las puertas correctas.

Hanna llegó veinte minutos después de que todos se fueran, cargada de bolsas con todo lo necesario para esta noche. Aprovechando que el niño tomaba su siesta de la tarde, nos encerramos en la habitación y le platiqué cómo estaba todo el asunto.

—¿Estás segura de que la llevará? Nunca se ha dejado ver con ella.

La observé con una ceja enarcada. Había platicado mucho con Roy, sabía que ese matrimonio no era normal. Y nunca antes la ha presentado en sociedad.

—No la llevará, por eso tomé mis precauciones para que asista.

Arrugó la frente mientras yo me acomodaba a su lado en la cama. Tomé las bolsas y comencé a sacar todo. Ella esperaba que le contara lo que había hecho.

—Digamos que esta noche… quiero ser su gemela.

—Qué bueno que Nico mantuvo sus contactos aquí, porque si no lo hubiese hecho, tus planes se irían por el caño, amiga —dijo sacando los pies de la cama para meterlos en las sandalias.

—Siempre hay un camino para lograr lo que nos proponemos, Nana. Recuerda eso.

—Si tú lo dices —murmuró, encogiéndose de hombros—. Tengo hambre, voy a picar algo.

—Hanna habrá comida suficiente para que te sacies esta noche, ¡por favor! ¡Vamos a llegar tarde!

—¡La reina siempre puede llegar tarde! —su voz se hacía cada vez más lejana.

—¡La cantante no!

Negué y volví los ojos hacia la cama donde descansaba el vestido de gala en color esmeralda, largo y ceñido, con una abertura en la pierna y un escote en V profundo. Decorado con bordados dorados y cuentas brillantes que forman patrones intrincados. Las mangas cortas caerían sobre los hombros en un diseño off-shoulder, tal y como lo vi en el catálogo. Junto a él, un antifaz dorado con detalles de encaje esmeralda y pequeños cristales que reflejan la luz. Tiene un diseño elegante, para cubrir apenas la mitad superior de mi rostro. Saqué de la caja un par de zapatos de tacón, también en tono dorado. Tal vez no me reconozca, de seguro su mente no alcanza a imaginar lo cambiada que estaba la mujer que desechó.

La puerta se abrió y una pequeña mata de pelo negro y ojos cafés apareció tras ella. Somnoliento y bostezando se aventó sobre mi cama. Miró mi atuendo con ojos curiosos y pronunció:




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