Año 2011
De nuevo me desperté jadeando, el sudor pegándome a la cara, la habitación estaba fría y oscura, pero no era la oscuridad común; era una que se sentía más profunda, como si se arrastrara desde dentro mío. La respiración que tenía era irregular, y por un instante creía que seguía atrapado en aquel recuerdo.
Mi mente recordaba aquellas imágenes con la nitidez de la realidad: Aquellos gritos, los ojos de quienes había atacado sin querer, y la fría e implacable voz de Yurei susurrando, desde lo más profundo de mi mente.
"Te asustas con eso todavía, que tontería"
—Cállate.
Dije con una voz ya demasiado cansada, no tenía tiempo para discutir con el, mucho menos cuando no había podido dormir bien últimamente.
Me levanté, el cielo todavía estaba oscuro pero despejado y tenía frío. Después de observar un poco el cielo camine de ida y vuelta por la habitación tratando de calmar mis pensamientos y relajarme... Porque en lo único que podía pensar en esos momentos era en cuándo lo conocí y ese sin pensarlo sería el final de mi libertad e incluso inocencia.
Año 1997
Los recuerdos de mi infancia son algo difusos, no logro recordar del todo como era mi vida antes de Yurei o el brazalete, o si tuve familia, ni siquiera sabía porque estaba solo en ese momento pero hubiera deseado la compañía de una persona, lo más extraño es que el recuerdo de como empezó todo sigue muy vivo en mi mente.
El aire era denso y me costaba respirar, había corrido tiempo atrás pero no sabía la razón... Vi una construcción grande y me llamó la atención así que me acerque despacio, tenía curiosidad y me olvidé de todo a mi alrededor.
Conforme me iba acercando a la estructura crecía más y más, hasta tener que levantar la cabeza para verla... Fue fascinante pero después le perdí el gusto porque parecía un tipo edificio demasiado aburrido y sobrio, alguien que protegía las puertas de aquel lugar se me acercó.
—¿Qué haces aquí niño? No deberías estar en este lugar.
—No lo se, solo lo vi de lejos y me dio algo de curiosidad —Sonreí de oreja a oreja—. ¿Y por qué no debo de estar aquí? Si no quisieran que alguien llegara no serían tan llamativo o grande este lugar.
Señale con mi pequeño dedo hacia el lugar por el que había llegado. Aquella persona tenía una forma de vestir algo distinta y miro para todos lados hasta que se agachó más o menos por mi altura.
—Mira niño no es mi problema que esté a la vista... Lo que si me mete en problemas es que se acerquen a este lugar.
—Entiendo, pero es que no se a donde ir y pensé que aquí sería un lugar acogedor.
Me observo lentamente de pies a cabeza y su expresión cambio a una más dura
—Que no te dije que te fueras ya —Su tono era más grave y su mirada parecía distraída.
—Disculpe en verdad no quería —Mire al suelo avergonzado—
—Vete —dijo cortante.
De pronto se escuchó a lo lejos que se acercaba una furgoneta de un aspecto igual de aburrido que ese lugar, iba pasando por el mismo camino que yo había recorrido tiempo atrás.
Entonces él hombre me hizo una seña con la mano rápida para que me fuera, no me volteo a ver pero se notaba medio nervioso.
Entendí rápido y decidí apartarme, regrese por el mismo lugar pero vaya, esa furgoneta iba rápido. Observé a lo lejos como abrieron las puertas de aquel lugar y no era lo que parecía y me percaté de que no era un lugar tan aburrido, era grande y había unos edificios bien hechos...
Me llamo la atención pero mi mirada se desvío por completo cuando note que las puertas de la furgoneta iban medio abiertas, imagine que por el movimiento tan brusco porque el camino que pasaron si estaba feo.
Las caras de esos guardias que estaban en la puerta fueron de sorpresa y miedo, era de esperarse ya que lo que decía un pequeño letrero era "Objetos de riesgo propiedad del Centro de Investigación Meteorológica Nacional” aunque en su momento no lo comprendí bien.
Supe que esas personas estaban en aprietos ya que si eran cosas importantes les iría mal.
—Eso te pasa por correrme de ahí.
Solté una risa breve pero sin humor.
Finalmente me regresé por el mismo camino, el que había pasado esa cosa y...
Pensé que el suelo era "parejo", pero no. Algo estaba ahí y me hizo caer. La nieve se pegó a mí y me quedé quieto, escuchando mi propia respiración.
—Pero que suerte tengo enserio —Me levanté porque mis manos ardían un poco, suspiré fuerte.
"Encuéntrame..."
Esa voz fue áspera, ronca y llamativa. Gire mi cabeza como loco buscando a el dueño de aquella voz pero no había nadie. Sentí un escalofrío recorrerme la espalda y estaba seguro de que el frío no había sido el causante.
Entonces me bajé las mangas todo lo que pude, escondiendo las manos dentro de la tela.
«Esto va a doler» Y empecé a rascar la nieve hasta encontrar aquel objeto que me había hecho tropezar.
Saque una caja de madera que no pesaba del todo pero las vibras que transmitía eran algo distinto. Mis manos temblaron por instinto, mi corazón dio un vuelco y ahí estuvo de nuevo.
"Que obediente. Ahora ábrela".
Mi mente quedó en blanco y todo mi cuerpo estaba temblando, tenía la curiosidad de saber que pasaría si le hacía caso pero tampoco quería seguir sus órdenes.
—No, puede que esto sea una especie de trampa... Ya escucho voces, que horror.
Deje la caja en el suelo y pensé que quizás no sería importante, retome mi camino pero sentia una inquietud enorme. Luchaba contra mis propios impulsos de regresar pero era solo un niño y cuando menos me lo espere ya estaba regresando.
Tome la caja y deslize mis dedos lentamente por la caja hasta tocar el seguro que tenía y la abrí.
—¿Un brazalete? —Mis ojos se cerraron un poco, en señal de aburrimiento—. Que tontería.
El brazalete era frío y pesado. Tenía serpientes grabadas, pero no como las que conocía: cada una tenía dos cabezas, mirando a lados contrarios. Me dio la sensación de que no peleaban, solo se mantenían juntas, como si separarse fuera peor.
#723 en Fantasía
#421 en Personajes sobrenaturales
#297 en Thriller
#143 en Misterio
Editado: 29.12.2025