Atadura Matrimonial

Capítulo II

-¡Mira por dónde vas, idiota! –Soltó Kamila con hastío.

 

El contrario silbó burlón por la reacción de la Omega –¿Cómo tal hermosura, puede hablar tan grosero? –Dijo zalamero el Alfa.

 

-Uhm… –asintió como reflexionando a sus palabras – pues, ¡me importa una mierda, Félix!

 

-Ah… eso duele, princesa. –Expresó con fingido pesar el nombrado.

 

-¡Muévete! –Exigió. –Tengo cosas más importantes que hacer, que perder mí tiempo contigo. –Acotó en tono soez.

 

-¿Cómo?, ¿Qué necesitas compañía? –Insinuó jocoso.

 

-¡Aléjate! –Le gritó.

 

El más alto, un Alfa de prominente altura y ojos oscuros, se hace a un lado, dejándole paso. Pero la toma del brazo, deteniendo su avance, se acerca a ella hablándole al oído…

 

-Te ves tan ardiente enojada, cariño. –Susurró libidinoso.

 

Kamila, se aparta de él rápidamente, sin ocultar su expresión de asco, y apartando su brazo con fuerza del duro agarre del Alfa, alejándose de este. Regresando al cubículo junto a su amiga, ya estaba más que dispuesta a tomar sus cosas y marcharse del club.

 

Media hora más tarde, ya en casa y para su desdicha, se encuentra a Bruno, saliendo de la sala de estar. Intentando escabullirse de su presencia, sin correr suerte, este la ve llegar con una sonrisa chocante plasmada en su rostro, sacando la vena odiosa que le agriaba su ánimo.

 

Sin dirigirle la palabra, la Omega, le da la espalda y se retira a su habitación, perdiéndose escaleras arriba sin mirar atrás.

 

•●•●•

 

Al amanecer, el abuelo Duran, y sus nietos, Adriana, una hermosa Beta, peli risada, de un candente color rojizo y una sonrisa pícara, Joshua, un rubio de ojos jade y piel trigueña, Kamila, la más joven y consentida de la familia, sentados junto a Bruno, reunidos en la sala de descanso, mirándose sin comprender las razones del anciano por tenerlos a todos un sábado por la mañana.

 

El anciano, los mira fijamente, soltando un pesado suspiro, largando el motivo de tenerlos junto a él, manifestando su aprecio, tratando con ello de aminorar la tensión generada por su repentina urgencia de reunirlos en la sala. Ama a su familia, pero de vez en cuando era necesario apretar algunas tuercas para hacer funcionar la maquinaria. Por lo que después de algunas palabras cargadas de buena voluntad, se retira por unos minutos de su presencia, en espera a que estos se relajen y puedan entrar en confianza.

 

Joshua, Adriana y Kamila, son medios hermanos.

 

Muy unidos.

 

Todos de madres diferentes, pero hijos de un mismo padre.

 

¡Que dicha!

 

Pues el hombre, siendo muy apuesto, hábil en la palabra y apasionado, se casó tres veces. Como único hijo, fue un alma enamoradiza, que se enamoró de Franshesca, la madre de Joshua, en una excursión al extranjero de intercambio universitario, casándose con ella cuando esta se embarazó, pero lamentablemente, esta murió al dar a la luz a su primogénito; por lo que volvió a contraer nupcias con Viviana, la madre de Adriana, una morena exótica, bailarina de ballet, de alma libre y risueña, que inevitablemente encontró su muerte en un asalto a mano armada.

 

Su último matrimonio tres años después, se realizó en el extranjero. Tras una reunión de negocios, se enamoró de la hija de uno de los socios y se casaron al poco tiempo.

 

Ángela, la madre de Kamila, consintió como suyos a los hijos de su marido y cuando nació su retoña, fue un día memorable. Lamentablemente, ambos padres, no esperaron la muerte en un accidente automovilístico, que los separó de sus hijos de forma inevitable.

 

Quedando todos a cargo del padre de Paulo, el señor Charls Duran, que los cuidó e instruyó como sus hijos, consintiéndolos en lo necesario.

 

Bruno, sin embargo, aunque fue tomado bajo el ala del mayor, este permaneció con su apellido a petición del mismo, para conservar la memoria de madre. A pesar de que este lo tomo bajo su ala pocos meses después de que Joshua había nacido.

 

Los cuatro jóvenes se miraron expectantes, Joshua, les miraba con tranquilidad desde el cómodo sillón, dejando brotar una estridente carcajada que atrajo la atención de los demás miembros.

 

Pero, Charls, en realidad no había terminado con ellos, y entrando nuevamente a la sala, ante la atenta mirada de sus nietos, se sienta tranquilamente en el sillón principal, tomando la palabra.




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