Ataraxia

Ataraxia

El reloj había sonado, eran las 6 a.m. No tenía ganas de ir, más bien nunca tengo ganas de asistir al trabajo. Pero esta ocasión era distinta, no logre levantar mis pies de la cama y buscar mis pantuflas, solo apague la alarma, y me quede postrado allí, observando el techo de madera que estaba sobre mi.

Decidí quedarme en la casa, pero no lograba dormirme, el sueño se había desvanecido completamente de mí. Permanecí acostado hasta la una del mediodía. Tome fuerzas para levantarme y desganado arrastre mis pies con el sonido molesto de las pantuflas que retumbaban en toda la casa, ¡me molestaba tato!, que me las quite a mitad del camino (eso que el trayecto de mi cuarto al baño no era muy lejano, solo unos 30 pasos muy cortos)

Mis pies se empaparon por un pequeño charco, a raíz de una fuga de agua que tenia la canilla de mi baño, encendí la luz, y observe mi horrible rostro. Que desagradable me veo, no me gusta mi nariz, mis ojos marrones no tienen encanto, mi cabello despeinado es un desastre. Venir primero al baño creo que no fue buena opción, ¡me odio!, y el espejo no me ayuda demasiado.

Falte a mi empleo para rondar solo por mi casa… no me arrepiento. Siento una desesperación que me carcome por dentro, podría pasarme el día entero sentado junto a la mesa de mi cocina, observando la heladera que tengo al frente mío, hasta que la noche llegue. El hambre es ajeno a mi, solo bebo un poco de agua, la sed muchas veces se apodera de mi garganta.

En la noche me acurruco en mi pequeña cama, siento que estoy demasiado grande para este pequeño lugar, cada vez crezco mas,  esta cama se volvió muy reducida para mi. Acurrucado, en posición fetal, lágrimas comienzan a caer por mis ojos. Pensamientos negativos invaden mi cabeza, no puedo parar de pensar, si tan solo tuviese el interruptor de mi cerebro para apagarme.

La oscuridad invade mi hogar, y poco a poco llega al interior de mi ser. Mi mente, mi corazón, mis entrañas, todo es negro. Una oscuridad que duele, la soledad es dolorosa.

Cada día me reconozco menos, tape los espejos de mi casa, así puedo evitar verme. Todos los días se vuelve un poco más difícil ser yo, lo que había comenzado como una decisión por faltar a mi trabajo, se convirtió en casi un habito, ya se cumplieron diez días por faltar a mi empleo. Mi teléfono no ha parado de sonar… pero yo no soy importante, pronto encontraran un reemplazo para mí, soy solo un número, un empleado más.

No reconozco mis manos, las veo derretirse como arena, algo así como petróleo, como una especie de baba. Mis pies son cada vez más pesados. Ya no quiero levantarme de mi cama… creo que moriré aquí, postrado, como si fuese una masa, viscosa, maleable y turbia. Nadie vendrá a buscarme, no puedo esperar un rescate de mí mismo, soy mi propio agujero negro, me consumo solo, en mí mismo. Nadie se acuerda de mí y no lo harán en el futuro. Siento que moriré aquí, y la verdad que no me importa.



#23874 en Otros
#7142 en Relatos cortos

En el texto hay: tristeza, soledad, depresion

Editado: 22.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.