Capítulo 2: Odio

Selien

Ahora llegaba el turno de la Luna de iluminar la Tierra. Selien sabía que, gracias a la luz de Helia, él podría hacerlo. Estuvo horas en su carro lunar, en el cielo junto a las Estrellas. Pero notó una diferencia por parte de la humanidad en comparación con Helia. Durante el viaje de ella, Selien pudo escuchar a los mortales riendo y bailando. Eran felices. Pero en cuanto llegó la noche y la Luna se dispuso a hacer su trabajo, los mortales se escondieron en sus casas, asustados. Selien pudo escuchar llantos de niños que querían que volviera el Sol. Odiaban a la Luna.

Las Estrellas, que aun seguían molestas por el incidente de aquella mañana, aprovecharon esos comentarios para herir a Selien.

- Primera noche y ya todos te odian – se burló Sirio.  - En cambio a nosotras, nos piden deseos.

- ¿Sabes que es lo que nos pedían? – preguntó Fénix. – Pedían que volviese Helia. La quieren a ella y a su luz. En cambio, a ti te odian.

- Pero si mi luz también es la luz de Helia… - murmuró Selien.

- Si, pero eso ellos no lo saben. Ni siquiera lo sabe ella - explicó Fénix. – Y nunca lo sabrán. No vale la pena perder el tiempo contigo. Aún quedan horas para que salga el Sol.

Selien debió de haberse sentido enojado con Helia, todos la amaban, pero a él le temían. Pero todo sentimiento de rencor que se pudo haber formado en los siguientes minutos, se desvaneció antes de surgir. Selien al voltearse para no ver el temor de los mortales, se dio cuenta que Helia estaba durmiendo metros más allá de él, en su palacio. Se veía hermosa. Se veía tranquila y en paz. Entendió en ese momento que el odio de la humanidad hacia él no importaba, valía la pena esperar a la noche si eso le permitía ver a Helia en cada atardecer, aunque ella no nunca llegase a notar su existencia.

Universo creía que lograría mantener a Sol y Luna separados, creía que Helia nunca notaria la presencia de Selien.

Pero Universo se equivocaba.