Capítulo 4: Celos

Selien

Selien se preparaba para el final de su jornada, se preparaba para el amanecer. Aunque le gustaría contemplar a Helia cada mañana también, sabía que tenía que descansar para la siguiente noche. Además, no quería que las Estrellas notaran su admiración hacia ella.

A la única persona que le podía hablar era a Baham. Ella era distinta a sus hermanas y hermanos. En las noches, cuando Selien no estaba observando a Helia dormir, Baham era su única compañía. Se contaban todo, desde chismes entre las Estrellas hasta sus problemas.

Una noche, cuando las Estrellas presumidas se acercaron a la Luna a hacerle comentarios sobre el favoritismo que tenían los mortales hacia ellas, Baham intervino.

- ¿Cuál es su problema? – se dirigió ella hacia sus hermanos. – ¿No se cansan de la misma rutina cada noche? Él no les ha hecho nada, desde el primer día ha intentado ser amigo de ustedes.

- No lo entenderías – respondió Orión. – Solo porque es el dios de la Luna y tiene contacto directo con Universo, cree que es mejor que nosotras.

- Eso no es verdad y lo sabes – dijo Baham.

- ¿Por qué lo defiendes tanto, hermanita? ¿Te gusta acaso? – preguntó Sirio. – No pierdas el tiempo, él solo tiene ojos para Helia. Tu solo eres una Estrella.

Cuando Selien escuchó esas palabras no supo que decir. ¿Por qué dirían eso las Estrellas?, ¿Cómo saben ellas sobre mis sentimientos hacia Helia?

Baham no les respondió. En cambio, ella se fue.

Durante las siguientes noches, él la buscó, pero no la encontró.

Luego de algunas semanas, la divisó a lo lejos. Fue hacía ella antes de que ella pudiese marcharse.

- Baham, ¿Cómo estás?

- ¿Cómo esperas que este? Fui humillada frente a mis hermanos y frente a ti – contesto Baham de mala manera.

- A la Baham que conozco nunca le ha importado la opinión de los demás. ¿Por qué ahora sí? – le preguntó Selien.

- Porque tienen razón… - murmuró.

Pero antes de que Selien pudiese preguntarle a que se refería, ella se fue nuevamente.

Y sus siguientes noches fueron solitarias.