Atardecer en el Palacio del Sol

Capítulo 8: Reconciliación

Baham

Llegaba otra noche en la que Baham y Selien seguían sin hablarse. ¿Cuánto más va a durar esto? ¿Cuándo iba a dejar de ser una cobarde? ¿Por qué me es tan difícil de aceptar que él no me quiere?

Pero entonces, escuchó a alguien acercarse. Selien. Antes de poder reaccionar, él la retuvo del brazo.

- Baham, por favor no te vayas – la aflicción en su voz fue lo único que la convenció de no salir corriendo del lugar.

- ¿Qué pasa?

- “¿Qué pasa?” Llevas meses ignorándome. Cada vez que intento acercarme, huyes de mi – respondió molesto.

- No pasa nada, de verdad.

- No me vengas con que no pasa nada, Baham. Puedes fingir con todos, pero no conmigo.

Baham no sabía que decir, era inútil tratar de mentirle. Después de todo, ya se conocían hace casi un año y él ya había aprendido a descifrar cuando lo estaba haciendo o no. Entonces, ¿Por qué le resulta tan difícil descifrar mis sentimientos hacia él?

- De verdad, no pasa nada – mintió Baham, tratando de parecer despreocupada. – Solo necesitaba un tiempo para mí misma.

- Es por lo que dijo Sirio, ¿verdad?

- No sé de lo que me estás hablando.

- Él te preguntó si la razón por la cual me defiendes tanto es por si te gusto o no.

- Ah, eso. Escucha creo que entendiste mal…

- No, entendí bien – la interrumpió. A Baham no le gustaba ser interrumpida. – Luego te fuiste y hace algunas semanas me dijiste que Sirio tenía razón. ¿Es eso cierto?

Baham no tenía escapatoria. ¿Por qué tuve que decir eso? Se sentía tan tonta al haberlo hecho, que ahora solo tenía dos opciones: 1) confirmar todo y confesarle sus sentimientos, con la clara posibilidad de ser rechazada o 2) fingir, como siempre lo ha hecho. Escogió la segunda opción.

- ¡No puedo creer que hayas creído eso! – empezó a decir Baham entre risas.

- ¿A qué te refieres? – preguntó Selien, confundido.

- A que creíste lo que dijo el estúpido de mi hermano. Selien, eres casi como un hermano para mí y nunca haría nada para arruinar nuestra amistad. Cuando te dije que Sirio tenía razón, me refería a que sí, me gustas. Me gustas como persona, me gusta tu forma de ser y pensar y me gusta pasar tiempo contigo. Selien, eres probablemente la persona más dulce que he conocido jamás y por eso no puedo tener ningún sentimiento romántico hacia ti – respondió Baham. Le sorprendía escuchar la facilidad con la que las mentiras salían de su boca y le asustaba lo reales que sonaban.

- Entonces, ¿Por qué has estado evitándome estos últimos meses?

- Como ya te dije, necesitaba tiempo para mí misma. He estado pensando en lo agobiante que puede resultar ser una Estrella. Tener que escuchar todos aquellos deseos que la gente anhela que se hagan realidad y no poder cumplirlos me es difícil de asimilar, y más a la hora de pensar que tendré que hacer esto por el resto de mis días.

- ¿Estás segura de que me estás diciendo la verdad? – preguntó Selien, inseguro.

- Segurísima.

- ¿Y cuánto más va a durar este tiempo de reflexión? Extraño a mi mejor amiga…

- Creo que ya estoy lista. Yo también te extrañe – dijo Baham, mientras abrazaba a Selien con fuerza.

- ¿Qué te parece si luego del amanecer vamos a mi palacio? He estado practicando en arquería y creo que he mejorado.

- Me parece bien, solo asegúrate de darle con la flecha a la diana y no a mi cara. Pero antes tengo que ir a buscar algunas cosas a casa.

- Está bien. ¿No has pensado en eso de venir a vivir a mi palacio? Sabes que está vacío la mayor parte del tiempo y es bastante espacioso. Tu podrías escoger tu habitación y no tendrías que compartir con tus hermanos y hermanas.

Baham lo había pensado varias veces, pero no se creía capas. No podía vivir con la persona que amaba y fingir que no quería estar con él. Que no quería abrazarlo, que no quería besarlo y que no quería estar con él todo el tiempo, que no quería que leyesen un libro juntos, que no quería desvelarse junto a él con tal de tener conversaciones absurdas antes de dormir. No podía.

- Lo consultaré con mi almohada – bromeó ella. – Pero ahora debo ir a casa. He de aprovechar que está vacía y que nadie notará mi ausencia aquí. Luego ya puedo ir a tu palacio directamente. Te veo luego.

- Te veo luego – se despidió Selien, mientras le daba un beso en la mejilla.

Una vez llegó a casa, se encerró en su habitación y se dejó caer contra la puerta. Lágrimas empezaron a descender por sus mejillas. Su habitación era su lugar seguro, un lugar en que ya no tenía que fingir con nadie.

Lloró libremente, sin la preocupación de que alguien la escuchase. La casa estaba vacía, ella estaba sola.

Completamente sola.



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En el texto hay: mitologia griega, romance, enemiestolovers

Editado: 20.02.2024

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