Atardecer en el Palacio del Sol

Capítulo 16: La Carta

Helia

Universo es un idiota.

Hoy poco antes del amanecer Ceres le había dicho el por qué Selien había estado ausente durante el atardecer del día anterior.

Este atardecer tampoco ha estado…

No estaba molesta con él, estaba molesta con Universo. Siempre lo había respetado, pero ahora luego de enterarse de toda la verdad y las cosas que ha hecho solo puede sentir rechazo hacia él.

Helia se encontraba en su habitación luego de un largo día de viaje. Ya era de noche, pero no podía dormir, entonces se desveló un poco mientras observaba el paisaje que se encontraba frente a ella. Su habitación era bastante grande y alta por lo que contaba con una gran ventana. Desde ahí podía observar nubes de diversas formas y a las Estrellas, quienes brillaban de manera singular. Pero alguien faltaba en el paisaje.

Sé que estás ahí. ¿Por qué no te puedo ver?

La falta de sueño debía de estar afectándole porque de repente vio un par de flechas atravesar el cielo.

Mejor me voy a dormir…

Cuando despertó, se dio cuenta de que esa noche tampoco había visto a Selien en sus sueños.

- Buenos días, bella durmiente.

- ¡Ceres! – gritó. - ¿Qué haces aquí?

- No quería despertarte así que esperé a que lo hicieras – explicó. – Tengo algo para ti.

- ¿Qué es?

- Una carta. Selien me pidió que te la entregara.

¿Una carta?

Helia se levantó rápidamente y le arrebató el pequeño pergamino de las manos.

- ¡Hey! Cálmate – protestó Ceres. – Te dejaré para que la leas en privado. No tardes mucho, queda una hora para el amanecer.

En cuanto la puerta se cerró, Helia retiró el pequeño lazo plateado que envolvía la carta.

Querida Helia,

No soy bueno con las palabras, nunca lo he sido. Cada vez que intento hablar sobre mis sentimientos, la lengua se me enreda y no sale ni una sola palabra de mi boca. Pero a través de las letras es distinto. Con tan solo pluma y papel puedo expresar todo lo que mi boca no. Es por esto que hoy te escribo esta carta.

Helia, hay tantas cosas que quisiera contarte, pero sé que de momento es imposible. ¿Cómo es posible que no puedas salir de mis pensamientos? Día y noche pienso en ti, no sales de mi mente ni por un solo instante. Espero cada atardecer para poder ver tu hermosa sonrisa, aunque sea por unos pocos minutos, y cuando se supone que debería de hacer mi deber como dios de la Luna, lo único que puedo hacer es observarte.

Quiero que me disculpes por haberte ignorado la otra noche, pero no tuve opción. También quiero que sepas que a partir de ahora ya no podré seguir observándote en los atardeceres, por lo menos hasta el baile. Las Estrellas crearon ciertos rumores que nos perjudican a ambos y que llegaron a oídos de Universo. Pero no te preocupes, me encargaré de ellas.

Tengo todo planeado para la noche del baile así que no debería haber inconvenientes para que yo asista. Hasta entonces, seguiré pensando en ti como siempre hago

Hasta pronto, Selien.

Inesperadas lágrimas se estaban formando en los ojos de la diosa.

¿En serio siente todo eso por mí?

Rápidamente se dirigió hacia su escritorio y sacó pluma y papel. Dedicó los siguientes minutos a escribir una respuesta. A diferencia de Selien, a Helia no le costaba expresar sus sentimientos. Una vez terminada la carta, la envolvió en un lazo dorado.

Esta noche se la daré a Ceres para que la entregue a Selien.

- ¡Helia, apresúrate! – gritaba Ceres detrás de la puerta.

- ¡Ya voy!

Había usado más tiempo del necesario en leer la carta.

Por lo general, todo su closet estaba lleno de vestidos con tonos cálidos pero esta vez optó por uno blanco. Era un vestido largo y ajustado que resaltaba sus curvas y que se veía perfecto con su corona de laureles dorada.

Una vez lista, salió de su habitación para encontrarse con Ceres.

- ¡Por fin!

- Ya no te enojes, Ceres. Acompáñame a subir a mi carro solar.

Mientras iban hacia los establos, aprovecharon el momento para conversar.

- Creo que ya es momento de reunir a los dioses para hablar sobre el baile – dijo Helia.

- ¿Tú crees?

- Si, ya es tiempo. ¿Podrías reunirlos esta noche luego del atardecer?

- Está bien.

- Otra cosa más. Le escribí una respuesta a Selien, me preguntaba si se la podías entregar…

- Está bien – respondió con tono de molestia.

Cuando llegaron, Helia se despidió de Ceres y subió a su carro.

Como siempre, iluminó todo a su paso. Todo el mundo la adoraba, pero ya estaba cansada. Al principio le gustaba toda aquella atención, pero ahora ya no.

Es agobiante.

Llegada la noche se dirigió hacia su palacio. Los dioses ya estaban reunidos, incluso desde afuera se podían escuchar sus molestas voces.

Helia se tomó su tiempo antes de entrar. Cuando estuvo lista, preparó su mejor sonrisa y abrió las puertas.

Decenas de miradas se centraron en ella. Estudiaban cada uno de sus movimientos y la llenaban de elogios.

Será una larga noche…



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En el texto hay: mitologia griega, romance, enemiestolovers

Editado: 20.02.2024

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