Atardecer en el Palacio del Sol

Capítulo 19: La Respuesta

Selien

“Soledad, sentimiento de tristeza o melancolía”. ¿Así se siente realmente? ¿Es acaso la soledad nada más que un peso que todos debemos soportar en algún momento de nuestras vidas, que nos asfixia y nos arrastra hacía un pozo sin fondo? Durante miles de años, distintos poetas le han hablado a la soledad. La han enfrentado con ira o la han alabado con amor, sin embargo, siempre concluyen lo mismo: aun estando rodeado por cientos de personas, la soledad es un sentimiento que nunca parece querer desaparecer. Siempre está ahí, apenas perceptible, como un susurro que espera ser un estruendo ensordecedor.   

La soledad es una mierda, pensaba Selien, quien llevaba poco más de tres horas en el bello y brillante cielo nocturno.

Inmerso en un mar de pensamientos, escuchó una voz conocida que llamaba a su nombre.

- ¿Ceres? – preguntó él. - ¿Qué haces aquí? ¿Le pasó algo a Helia?

- No, no le pasó nada. Tengo algo para ti – respondió ella mientras le entregaba un pequeño pergamino. Una carta, asumió Selien.

- ¿La escribió ella?

- Es la respuesta a la carta que le enviaste.

La respuesta. Helia respondió a mi carta

Selien apenas podía escuchar lo que Ceres le decía, su voz parecía responder automáticamente a todas las indicaciones que ella le explicaba, sin prestarle mucha atención. Lo único a lo que le podía prestar atención era a ese pequeño pergamino.

- Selien, ¿Pasa algo? – está sola pregunta logró avisparlo. - Te noto un poco extraño.

- Estoy bien, no te preocupes.

Esto no era verdad. Su mundo parecía haberse dado vuelta de un momento a otro, se sentía más solo que nunca, le había hecho daño a una de las personas más importantes que había en su vida…

- ¿Seguro?

- Si – mintió él.

- Está bien. Ya debo irme, no quiero que nadie note mi ausencia. Volveré mañana para contarte los últimos detalles sobre el baile – explicó ella. – Adiós.

Y mientras se despedía la diosa decidió abrazarlo, lo cual lo tomó por sorpresa.

- Creí que no te gustaban los abrazos – bromeó él, mientras le correspondía el corto gesto.

- Se ve que lo necesitas. Pero no te acostumbres – aclaró mientras se marchaba en la misma dirección por la que había llegado.

Selien ansiaba abrir el pergamino, pero debía esperar. No puedo dejar que alguien lo vea. Así que lo guardó en el bolsillo interno de su traje.

Luego de varias horas que se sintieron como décadas, por fin llegó el amanecer. Rápidamente, tomó su carro y partió hacia el Palacio de la Luna.

Una vez allí, corrió a su habitación para leer la respuesta, tranquilamente. Cuando retiró el listón dorado, dudó en leerla. ¿Y si es algo malo? ¿Y si me rechaza y me dice que no quiere mi presencia en el baile? Ahora estaba nervioso. Pero ¿Y si no es así? Esa sola posibilidad le dio el valor suficiente. Estaba preparado para todo.

Querido Selien,

No sabes lo feliz que me hace haber recibido una carta tuya, sinceramente no me lo esperaba. Pese a que mencionaste en ella que no eres bueno expresando tus sentimientos, he de decir que, a mi parecer, estás equivocado.

Aun siendo que no nos conocemos, con tan solo unas pocas palabras lograste transmitirme cientos de sentimientos a la vez. Siento que, en tu carta, escondidos entre letras y oraciones, se encuentran pequeños fragmentos de ti los cuales me ayudaron a percibir el tipo de persona que eres.

Eres una persona sensible y sencilla, que lucha contra la marea día y noche, buscando una manera de sobrevivir en un mundo que se empeña por extinguir cualquier ápice de bondad. Eres una persona perseverante, no te rindes por nada y eres fiel a tus principios. Y, a juzgar por tu carta, se ve que eres una persona bastante romántica. En toda mi vida, jamás me habían dedicado tan hermosas palabras.

Al igual que tú, yo también tengo varias cosas que contarte, pero me temo que en solo una carta no sería suficiente. Es por eso que estaré contando con ansias cada día que falta para el baile…

Te quiere, Helia.

Selien pasó los siguientes minutos observando el pergamino que aún se encontraba entre sus manos. Observó cada rincón de este mismo; observó la delicada caligrafía cursiva de Helia, observó las pequeñas manchas de tinta escurridas, probablemente porque la escribió un poco nerviosa o simplemente tenía prisa, quizás ambas. Observó hasta el más mínimo detalle.

Guardó la carta bajo su colchón, lugar donde nadie sospecharía que pudiese haber algo escondido.

Mientras se preparaba para dormir, le sorprendió escuchar que alguien llamaba a su puerta.

¿Quién será a estas horas de la mañana?

- Necesito ayuda – dijo la inesperada visita.

 



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En el texto hay: mitologia griega, romance, enemiestolovers

Editado: 20.02.2024

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